"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 12 de marzo de 2010

La anomia de los líderes...

Mostrando impunemente el carácter artificial de una actuación debida e indebida, de una retórica desplegada también artificiosamente (miscelánea de falsa sabiduría y copiosa producción de banalidades) los líderes disipan la anomia en las mismas fórmulas para idénticas propuestas, en pensamientos emergentes desde la incongruencia, propiciando los ya conocidos fines inaceptables de adulteración social.

Compra-venta de conveniencias sustentadas en el desarreglo, el oportunismo y la contradicción e infringiendo por el simple placer de infringir, imparten con sumo cuidado todo tipo de prácticas que debiliten aún más a una sociedad que, paradójicamente se vería fortalecida si en el mercadeo no escatimara ni pusiera precio a las conciencias.
Y esta lógica actual de permutas, refleja el malestar de una cultura fragmentada y replegada en escenarios patológicos que privilegian tan solo la funcionalidad.

Sembradores de desesperanza y portadores de todos los indicadores de la anomia, distribuirán gratuitamente la sensación de que nadie podrá hacer nada, que el esfuerzo será en vano, que no hay apoyo fuera de ellos ni más ley que el severo cumplimiento de la anomia de sus reglas.

Cuando se es espiritualmente estéril sólo se responde a sí mismo, no interesan los demás ni sus necesidades, no se ven valores o insatisfacciones ajenas, y se conduce sin consideración alguna del pasado comunitario ni proyección colectiva de futuro, negando o rompiendo las escasas raíces morales presentes en el contexto que los reconoce y avala como líderes. Acercarse a ellos es alejarse, porque lo previsible podría tornarse imprevisible en la percepción de la indiferencia, situación que continuaría si no encontrara inconformistas cuya esperanza es fundamentar un futuro fuertemente consolidado en la ética social, única fuerza que puede atravesar aquella esterilidad.

El hombre posee la preciosa capacidad de adaptarse continuamente, de acomodarse a la realidad cambiante. Vivimos situaciones de emergencia para la pertenencia; si intentáramos reacomodarnos a la ética volveríamos a ser humanamente dignos; si por el contrario, intentáramos acomodarnos a la anomia, la sociedad dejaría de ser social.

Un líder debe ser comunicador de valores; si carga disvalores alimenta las crisis, genera vacío y un mayor malestar existencial, debilitando aún más la cohesión social.

Si los líderes de la anomia se bajaran de su pedestal la realidad ética los destituiría, perderían su posición y entonces la laguna de auténticos liderazgos se vería colmada nuevamente.

“Cuando los procedimientos para alcanzar fines no son gobernados por normas institucionales, la cultura y la sociedad están mal integradas, y lo mismo ocurre cuando la absoluta uniformidad ritualista se transforma en el valor central. Entre esas dos fases de la estructura social se mantiene un cierto equilibrio mientras existan satisfacciones para los individuos que aceptan ambas maneras de la coacción” – Robert Merton

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