"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 26 de julio de 2010

Agente de-socializador


El rol social de la familia, generadora por excelencia desde lo biológico y desde lo grupal, silenciosamente se diluye ante un Estado que, con vehemencia, promulga conveniencias y altera conclusiones.

Pareciera que aún no nos dimos cuenta de nuestros agujeros negros sociales, perdidos entre el maltrato de la condición humana (calle-casa, prostitución, sustancias, niñas-madres, desescolarización); con la misma intensidad, pudo irrumpir allí en la disconformidad de lo insatisfecho.

Esta “realidad sincrética”, mezcla baladí de seudo valores que convierte a la sociedad en extraña para ella misma y a la familia en polémica de quienes contagian disvalor como un hecho espontáneo que expresa la necesidad existencial desatendida, es un fenómeno que requiere de especial atención para impedir una construcción utilitarista de la subjetividad y evitar la dependencia al disvalor, convenientemente presente en una amplia gama de contradicciones que ganan terreno como “valor alternativo” en contextos carentes de los conocidos “valores populares”.
Y el hombre, adormecido en un difuso retrato hedonista y respuestas inspiradas en una lógica de demanda, se volcará en la “tendencia” si necesitara saciarse o encontrar un lugar simbólico que diera su razón al circuito “necesidad-respuesta”.

Aquello que probablemente se pensó como progreso y liberación, suponiendo que la intención hubiese sido en beneficio social, en realidad fomenta y reafirma la diferencia, dividiendo con una línea invisible el irremplazable agente socializador, aún estable y sin crisis, de otros “agentes de-socializados” que parecieran haber olvidado cómo cumplir su rol, desde lo instintivo, o lo natural, “cuestión familiar” producto de una perspectiva futura ilusoria que teoriza y encajona prolijamente en el recuerdo lo molesto.

Y cuando a futuro el producto se descargue en la sociedad, no sabremos cómo pagar tan abultada factura, sumada al producto de familias marginadas, marginales, vulneradas o vulnerables, que por cierto no tienen cabida en las nuevas tipificaciones familiares.

Otra muestra concreta de un estado ausente, o no, si fuera oportuno empujar al hombre para enfilarlo detrás de lo irrecuperable y desafiar así a un tradicional adversario, punto de coincidencia con todo accionar sectario, que siempre impugna la tradición y la sociedad que libremente nos compete.

Mara Martinoli

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