Sin esperanzas [Doris Raecke]
Ni una nube en el cielo.
El sol raja la tierra.
No corre una gota de aire.
El Intenso calor se vuelve agobiante, aplastante.
Sentado en el banco blanco, me refugio en la débil sombra de un árbol resinoso.
Me miro los pies y empiezo a cavilar sobre cosas nefastas.
Me invade la angustia.
Es una angustia profunda, de años.
Cierro los ojos y trato de escuchar.
El sentido del oído no me depara ningún lenitivo.
...
Me propongo compartir mi congoja.
¿Con quién?
Con el doctor tal vez, con el hermano...
No hay nadie. El resto duerme la siesta
Aún no son las dos y estoy solo en el parque.
Algunas ráfagas súbitas de viento norte me dan de frente.
Pongo los codos contra el respaldo del banco como para secarme las axilas.
Agacho la cabeza.
Me fijo en el bolsillo y advierto que me quedan cuatro cigarrillos.
Enciendo el primero y vuelvo a cerrar los ojos...
Me palpo la cara: tengo barba de tres días.
Siento que me he abandonado... Debo hacer algo al respecto.
Pienso y diferentes y múltiples imágenes se superponen en mi mente.
El recuerdo reciente de la lectura de un libro de Borges m e trae a la memoria algunos de los ensayos:
- La esfera de Pascal - La flor de Coleridge - El tiempo circular, y el de los traductores de las Mil y una noches.
Entonces me propongo escribir yo.
...
Divago durante un rato sobre varios temas: El último Teorema de Fermat, La función zeta de Riemann, Los fractales de Mandelbrot o los números transfinitos... pero no me decido por ninguno.
De repente el viento cambia al sureste.
Algunas ráfagas me dan de costado.
El aire fresco me despeina.
Algunas nubes grises comienzan a cubrir el cielo.
El cambio me saca de la pesadez en que me hallaba.
El viento arremolinado trae muchas hojas secas que arrastra para uno y otro lado.
Respiro mucho mejor que antes.
Mi transpiración se seca y empieza a nublarse del todo.
Hay olor a tierra mojada...
Presiento la tormenta.
El cielo se ha encapotado. Refucila.
Me paso la mano por los ojos...
La angustia sede y me quedo más tranquilo.
Caen las primeras gotas.
No tomo ningún recaudo (el árbol de tronco resinoso me cubre bastante bien)
En cuanto me levante, iré a afeitarme y a bañarme.
Se larga a llover del todo.
Me quedo mojándome en el banco blanco.
A una orden mía me voy corriendo al pabellón.
Entro y subo a mi habitación...
Abro la puerta: El Universo de Pascal ante mí...
¿Qué decía Pascal de la esfera?
Enrique Casas
Luján, 2010
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