"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

jueves, 22 de julio de 2010

No somos comunistas, somos mentirosos



Juan Carlos Apitz

Lo que no le perdona Esteban al arzobispo de Caracas, cardenal Jorge Urosa Savino no es su denuncia de pretender instalar en Venezuela una dictadura comunista a través de leyes inconstitucionales, sino dejar al descubierto su condición de mentiroso.

Los tiranos son unos mentirosos empedernidos, eso lo demuestra la historia.

Luego de su teatral entrada a La Habana, el 13 de enero de 1959, Fidel Castro ante la prensa nacional e internacional, declara:
- “Son calumnias contra la revolución decir que somos comunistas”.

Estas declaraciones las repite una y otra vez, hasta que el 16 abril de 1961, admite ladinamente el carácter socialista de la revolución cubana, al grito de:
- “No somos comunistas”

Y es que la mentira es moneda corriente para quienes desean sojuzgar a su pueblo.

Eso hicieron Vladimir Ilich Ulianov, alias Lenin, y José Djugachvili, alias Stalin, secretario general del Partido Comunista ruso en 1922, y sus herederos en el poder, que esclavizaron al pueblo ruso durante más de 70 años con la mentira de “La dictadura del proletariado”.

El temido Comité de Seguridad del Estado (KGB) regía con poderes absolutos la vida de todos los ciudadanos.
A partir de 1929, con la “colectivización” de la agricultura, murieron más de un millón de campesinos, y en las “purgas” políticas de los años 30 murieron varios millones de “enemigos del pueblo” e innumerables ciudadanos fueron enviados a Siberia.

Luego, Benito Mussolini, “Il Duce”, con su lema fascista: “Primero la patria”, se presentó como un líder que construiría un “Estado fuerte” sin las debilidades de la democracia.
Publicó su filosofía para un “Nuevo proyecto de nación” en el diario Il Popolo d’Italia.
Convenció a muchos miles de italianos que, identificándose con “camisas negras”, llevaron a cabo la famosa “Marcha sobre Roma” en 1922, momento a partir del cual Mussolini secuestró el gobierno de Italia durante los siguientes 20 años.

También Adolfo Hitler, fundador del Partido Nacional Socialista (Nazi) de Alemania, escribió su famoso libro Mein Kampf (Mi lucha), donde expone su ideario y proyecto de nación para sacar a Alemania de la postración, consecuencia de haber perdido la I Guerra Mundial.
Hitler, al que llamaban “Führer” (“nuestro guía”), logró reunir grandes multitudes enardecidas aclamándolo y gritando Sieg-heil! (“¡Arriba la victoria!”)

No olvidemos a Mao Tse-tung que organiza en 1957 el “Gran salto hacia adelante” de China: “que nos llevará a sobrepasar a la Bretaña en 18 años”, según escribió en su Libro Rojo, que incluye los preceptos de su proyecto de nación.
Unos 500 millones de campesinos se organizan en “comunas de la gente”.
Mao ordena a cada familia fundir acero en el fogón de su cocina, reduce los derechos de los ciudadanos, desaparece la propiedad privada y crea los “Guardias Rojos” que persiguen a sus opositores.
Esta política desembocó en la hambruna de 1957-1961, que provocó la muerte de 30 millones de chinos.

Tampoco olvidemos los casos de Rafael Leonidas Trujillo, Anastasio Somoza, Ferdinand Marcos, Nicolae Ceaucescu y Saddam Hussein, quienes prometieron un futuro mejor, igualdad, orden, seguridad, honestidad, progreso, etc.

Pareciera que todos se defienden alegando: ¡No somos comunistas, somos mentirosos!

Sin embargo, la historia nos muestra que tarde o temprano los pueblos despiertan a la realidad, dándose cuenta del engaño, y entonces la reacción en contra del otrora adorado líder es incontrolablemente violenta.

Y cuando eso pase...

¡Dios lo agarre confesado y sálvese quien pueda!

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