Los efectos que las medidas tomadas en el Congreso Salvadoreño sobre las Maras pueden tener sobre Argentina. Más, exclusión de pobreza e inseguridad de la agenda política.
Las últimas noticias sobre Las Maras en Centroamérica condicionan, inexorablemente, todo el panorama de América y el mundo.
La decisión -tras un largo período de debate de la Asamblea de El Salvador- de declarar ilegales a las Maras, es el avance más concreto hasta el momento en materia de paulatina erradicación del fenómeno en el país. http://www.laprensagrafica.com/el-salvador/politica/139789-hasta-10-anos-de-carcel-por-integrar-pandillas.html
Un continente legal que las declara ilegítimas y que pena la nueva conformación de dichas organizaciones delictivas, ya que América Central ha comenzado a internalizar la estrecha relación de las Pandillas con el crimen organizado y Narcos para conformar Las Maras propiamente dichas.
Ahora bien, la legislación que repercute en el Triángulo Mara Norte para dar un espacio de futura situación de tranquilidad produce un efecto, sin quererlo, contrario en el Triángulo Embrionario Latinoamericano. Eso se debe a que el hemisferio sur se ha convertido en un territorio de tránsito, tráfico y asentamiento de individuos y agrupaciones que ya no pueden operar en sus países de orígenes.
Así es como la falta de políticas de seguridad y la ausencia de los problemas más urgentes en la agenda gubernamental Argentina, han convertido a nuestra Nación en la punta principal del Triángulo. De hecho, es la inseguridad la que marca el ritmo de la sociedad. La que condiciona nuestras formas de actuar, pensar y sentir. Nuestra construcción subjetiva.
La que modela nuestro campo de acción cada vez más limitado por el miedo. Es decir, se maneja una agenda selectiva que excluye a la pobreza y a la inseguridad porque mientras ambas variables existan, la mirada social estará puesta y ocupada en sobrevivir. Y menos atenta a manejos que nos convierten en un país retardatario.
La mafia del narcotráfico supo coptar pandilleros para crear Maras, así como los carteles de la droga ingresaron a nuestro país para sumarse a una localidad frenética que se siente en diferentes sectores sociales. Que se muestra crudamente en la lucha de bandas en la “defensa” de los barrios.
La pelea por cuadras delimitadas por los mismos individuos que encontraron en la pandilla un lugar de pertenecía. Una pertenencia que con el correr del tiempo, los más osados y ávidos de poder, dejarán. Querrán ser parte de la línea pesada del delito. De la frontera. Participar de los hilos sociales del poder manejados por los grandes grupos del poder político y económico.
Se refugiarán bajo el ala de los exonerados de la Federal y la Bonaerense. Se alinearán con Las Maras importadas que ya son parte de los círculos delictivos argentinos concentrados en el Conurbano Bonaerense y en el Norte del País.
Combinarán las prácticas locales con las aprendidas.
Porque en la Argentina de Hamlet, o bien bárbara y hobbesiana, la ley se presenta en forma de criminalidad. No se previene y tampoco se sanciona.
No se previene la creciente formación de embriones de Maras y tampoco se sanciona o se legisla porque todo lo que indica orden es sinónimo de recorte de libertades.
No se crean, ni desde el gobierno ni la oposición, planes de seguridad que eviten terminar en una explosión como la Centroamericana.
Una Centroamérica que tuvo que llegar a su punto sangriento más álgido para tomar conciencia y medidas.
Publicado por Laura Etcharren
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 1 mes
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