El rincón del distraído, José Andrés Rojo / El País.es
En Norte (Mondadori), la última novela de Edmundo Paz Soldán, se cuentan tres historias paralelas que hablan de dolor, soledad, abandono, violencia.
Los personajes de cada una de ellas siguen itinerarios distintos; aun así, cada caso, cada episodio, sirve de caja de resonancia de los demás.
Va cada uno a su bola, pero por mucho que discurran por vías diferentes en alguna parte se mezclan: quizá en la cabeza del lector o, ahí, al final, al fondo, en la línea del horizonte.
Son historias que tienen que ver con la búsqueda de nuevas oportunidades, con el afán de explorar al otro lado de la frontera (donde hay mucha más riqueza): persiguiendo algún sueño, huyendo simplemente, acaso probando suerte, quién sabe si empujados por fantasmas innombrables.
Una de las historias es la del artista mexicano Martín Ramirez, que en 1930 se fue a California porque no le llegaba el dinero.
La otra tiene lugar en 1984, y trata de Jesús, un adolescente que un día de juerga con sus primos mata a una mujer y tiene que escaparse a Ciudad Juárez: de ahí saltará al otro lado y seguirá matando y lo hará de manera compulsiva, enfermiza, atroz.
Luego está Michelle, una latinoamericana que estudia en Texas, y es dibujante y guionista de cómics y anda, en la primera década del siglo XXI, intentando darle forma a sus proyectos.
Será ella la que permita atar esas historias que avanzaban solitarias: un día descubre en una exposición la obra de Ramírez; en otro momento, sabe del asesino en serie y le sirve de inspiración para su propio trabajo.
Es fácil caer en la tentación de acercarse a estas historias como si su sentido tuviera sobre todo que ver con el hecho de que un escritor boliviano como Edmundo Paz Soldán (la foto es de Bernardo Pérez), que enseña en la Universidad de Cornell, se ocupa de explorar lo que ocurre cuando se entra en contacto con Estados Unidos, y saltan las chispas.
Es decir: el dolor, la soledad, el abandono, la violencia.
Incluso se podría ir más lejos y tratar los episodios de su novela como metáforas, como si hubiera querido escribir que lo que les pasa a "sus" criaturas condensa lo que vive cualquier latinoamericano que no tiene más remedio que someterse a los rigores de sus vecinos del norte, más ricos y sobre todo más poderosos.
Quizá esa lectura funcione, con su carga política inevitable y sus corolarios previsibles, pero resulta mucho más tentador borrar esos referentes concretos e ir directo al hueso del conflicto, ahí donde se exhibe en su extrema desnudez las contradictorias respuestas del quien es mucho más frágil y debe enfrentarse, y acomodarse, a un entorno hostil.
Edmundo Paz Soldán ha elegido una prosa limpia y distante, de frases cortas, para acercarse a los dramas que viven sus personajes, y lo que ha hecho es meterse en los recovecos de la locura de un artista y en la implacable lógica que alimenta la mente de un asesino en serie.
Los personajes del mundo universitario de nuestros días sirven de contrapunto a los excesos, y al brutal desamparo, de Martín Ramírez (de quien el Reina Sofía ofreció una antología hace unos meses) y de Jesús, que en su día fue conocido en Estados Unidos como el Railroad Killer.
Hay dos momentos, entre otros, que muestran la debilidad de esos seres desubicados y perdidos.
Cuando Martín Ramírez (en la imagen, uno de sus trabajos) se enroca en el silencio para no revelar nada a quienes lo detienen (y ya no dirá nunca nada más).
O cuando Jesús padece múltiples vejaciones en la cárcel:
"En un par de ocasiones debió comprar su tranquilidad masturbando a negros inmensos.
"En otro incidente, un tipo fornido lo violó repetidas veces, y Jesús no quiso admitir que eso que le dolía en el culo también le producía placer".
La vieja historia de siempre que confirma que, allí donde vaya, al débil siempre lo machacan.
Lo revelador es, sin embargo, la reacción de estos personajes extremos.
Uno de ellos pinta y lleva a sus obras las marcas obsesivas de sus angustias, recelos e ilusiones y fantasías. El otro simplemente mata.
Y anota lo que circula por su cabeza: es el Innombrable, el ángel vengador.
¿Y de qué se venga?
Quién sabe, acaso de una mirada: la del poderoso, la que encuentra en una mujer a la que va a asesinar poco después:
"Ella lo miró y siguió su camino, como si al instante de verle la cara hubiera descubierto que no había nada de valor en él, no merecía perder el tiempo como para dirigirle la palabra, seguro que era uno de tantos paisanos que rondaban las calles en busca de chamba, carpinteros o plomeros o albañiles, cualquier cosa con tal de ganarse unos pesos.
¿Por qué no se volvían a México?".
Quizá sea en verdad ese el asunto que explora Edmundo Paz Soldán en Norte.
Esa mirada.
Ese desprecio...
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 3 meses
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