Editorial
La manipulación del índice de precios al consumidor distorsiona indicadores clave, como los de ingresos y pobreza, y contribuye a ocultar realidades molestas para el Gobierno.
La manipulación del índice de precios al consumidor del INDEC ha provocado serias distorsiones en indicadores que son deflacionados por ese índice, y entre los afectados se encuentran los que miden el nivel de ingresos, de pobreza y de indigencia.
Según las estimaciones oficiales que utilizan el índice del INDEC, a fines de 2009, la pobreza habría bajado a un 13,5% de la población, movimiento influido por la Asignación Universal por Hijo (AUH).
Este cuadro cambia drásticamente cuando se estima el valor de la canasta básica apelando a las estimaciones de inflación de institutos estadísticos provinciales o privadas, para los cuales la canasta básica de alimentos que se utiliza para medir la indigencia aumentó un 70% más que la calculada por el INDEC y la de pobreza, un 50% más.
Una situación similar se produce en relación al salario y a que, mientras que para el INDEC aumentó un 42%, desde 2001, una estimación del CIEPP (Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas) encuentra un deterioro del 2%, por lo cual el salario mínimo solo cubriría el 80% de la línea de pobreza.
La manipulación de los índices y su perpetuación a lo largo de más de tres años y medio ha causado, por lo tanto, enormes distorsiones que impiden conocer el estado real de aspectos clave de la vida social.
Pero también, ha contribuido a mostrar una situación mucho mejor de la que surge utilizando estimaciones estadísticas alternativas, por lo que constituye un intento más del Gobierno de ocultar realidades molestas.
Fuente: Clarín
Boletín Info-RIES nº 1102
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Hace 1 mes
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