"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 29 de abril de 2011

El agradecimiento

Dar las gracias es hoy una situación excepcional.

Estando este fin de semana en la Feria del Libro de Buenos Aires, uno de mis nietos recibió de un escritor de cuentos infantiles que firmaba ejemplares de sus libros un pequeño folleto, y le agradeció.
El escritor le dijo a mi hija que era el único niño que le había dado las gracias al recibir el obsequio.

Es un síntoma creo yo, de una sociedad que ha cambiado la valoración existencial y se ha convertido en demandante.

Desde la psicología se conocen personajes acreedores, que nunca deben nada, ni deben dar nada, y a quienes todos le deben.

Son personas encontradas con la vida y con la gente, que viven de manera hosca y sin alegría y a las que todo le parece mal o le encuentran defectos.

Es la teoría del vaso medio vacío, en lugar de medio lleno.

Constituye una postura de vida y marca la personalidad del individuo, cuya suma constituye también una postura social.
El término gracia significa en primer lugar un don gratuito de Dios que permite elevar al hombre a la benevolencia eterna, y también don natural que hace agradable a quien lo posee.
Es además el atractivo de la figura de la persona, la afabilidad y el buen trato y la benevolencia y amistad.

Puede ser el chiste o dicho aguda y el perdón o indulto de la pena que se concede a ciertas personas por el Jefe de Estado.
De ahí viene dar las gracias que significa manifestar agradecimiento por el beneficio recibido, en el sentido de haber recibido de gracia, o de favor o gratuitamente algo.

Pero en las buenas costumbres y como una forma benévola de relacionarse con los otros, dar las gracias significa agradecer siempre sea cual sea la situación y se reciba gratuitamente o por merecimiento aquello que se nos da.

El primer agradecimiento es a la deidad que uno invoca y a la vida, porque es el sustento, soporte necesario e imprescindible para cualquier situación o efecto que se proyecte.

La vida es un don, un don gratuito, nadie pudo pedir la vida, y nadie ha merecido per se que se le otorgara la vida.

La vida es un don y una consecuencia de la procreación, de la decisión aceptada, proyectada, azarosa, perversa o descuidada de dos seres que han procedido por su unión a la gestación de un nuevo ser humano.

La vida se merece a posteriori, después de recibida, y es un derecho y un deber.
Todo concebido tiene derecho a la vida, pero a su vez tiene el deber de vivir de forma tal que haga digno al ser humano, y proceda a la perfección y mejora de la humanidad.

Luego el agradecimiento a los hombres y a la sociedad en la que uno vive.
A los hombres porque la memoria de la especie nos ha dado una perspectiva imposible de conseguir por uno mismo, y porque la cultura de la humanidad se imposta en cada ser humano y posibilita que inicie su vida con un bagaje importante en su haber.
A la sociedad porque uno es tributario de las costumbres y efectos del lugar y de los grupos humanos que conviven junto a sí.
El agradecimiento se extiende a quienes han sido los que nos han criado, padres, maestros, cuidadores, nodrizas o personas de la familia o no que se han hecho cargo de nosotros.
El hombre es el mamífero más indefenso de todos y no podría progresar si no es con alguien que lo cuide, que se haga cargo de él y le enseñe y lo eduque.

Toda nuestra vida es un don.

Cuántas gracias debemos dar por ello, y que agradecidos debemos estar a despecho de situaciones críticas, dolores, enfermedades y aún tragedias que van cimentando nuestra vida.

Gracias, es una palabra entrañable.

Gracias, es una manera de ser que nos hace respetables y que respeta tanto a los seres humanos como a la naturaleza y a la creación toda.

Que nuestro lenguaje incluya el vocablo gracias como una forma común de dialogar entre nosotros y sea parte de nuestra conducta.
Elías D. Galati
wolfie@speedy.com.ar

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