"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 13 de abril de 2011

Elegir...

BY JOSE BENEGAS

Elegimos entre las opciones que existen o hacemos algo para que existan otras.
Hacemos evaluaciones de costo beneficio.
Las ostras son más ricas que las hamburguesas, pero hamburguesas podemos comprar una docena al lado de una ostra.
De manera que no siempre elegimos la ostra, por más motivos que podamos tener para fundamentar la superioridad de la primera.

Pero en política se impone el platonismo más infantil e insensato, esperando de lo colectivo alguna oferta mejor de la que tenemos en el mundo de las transacciones privadas.

Cuando hablo de idealismo, para que no se confunda, aludo al paraíso no disponible.
A poner al lado de la manzana y la pera un banquete celestial inexistente, de modo que todo aquel que agarre la pera o la manzana se vea como un tarado al lado del idealista que no tiene el banquete, pero tampoco la pera ni la manzana.

El idealismo político de esperar a que llegue el personaje que al elegirlo hable de lo puros que somos es una forma de depositar esperanzas en la política que no se compadecen con la idea de limitar al poder.
Se elige entre lo que hay, cuando se insiste en elegir lo que no hay rechazando lo que hay o evadiendo la situación, se pone por encima de la realidad tal cual es el deseo de preservar una auotestima sin causa, autogenerada bajo un proceso tramposo.

Elegir es arriesgar.
Lo que suponemos al calcular la decisión puede demostrarse equivocado.
Hay que elegir igual.
Si la autoestima dañada no puede soportar eso se sentirá compensada con castillos en el áire que explicitará como sus falsas elecciones para demostrarse que nunca se equivocó.

El que nunca se equivocó es un imbécil preservado en un frasco.
Se actúa en función de pasar de una situación dada a otra mejor.
No a una ideal, como la visión socialista de la revolución industrial.

Cuando se renuncia a una alternativa ideal que no existe, no se renuncia a nada, salvo al escape psicológico construido por miedo a elegir con el que se favorecen las peores alternativas.
Si además la auotestima dañada se alimenta de atacar a los que si eligieron y se equivocaron o no (ella siempre encontrará como demostrar que si erraron porque lo que obtienen no se parece a su ideal, como hacen la izquierda, porque en eso consiste su preservación), entonces el idealista se convierte en un parásito.

Algo más, hasta ahora no he visto que nadie que por elegir una manzana se convierta en manzana.

Fuente: No me parece

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