Rubén Osorio Canales y su Gastronomía Política
Fuente: GENTIUNO.comHay una verdad objetiva en el escenario político nacional frente a las elecciones del 2012:
La oposición tiene muchos candidatos a la presidencia con los papeles en regla y el oficialismo tiene uno solo y está herido de tiempo.
Y cuando digo esto no hago referencia a la enfermedad que él mismo nos narra, si no a que su peor enemigo es el cansancio que ha producido el tiempo que tiene mandando y la manera ineficiente y autocrática de hacerlo que, por una parte, ha ido matando la confianza del pueblo en sus promesas y por la otra, entre otras cosas, impidió el nacimiento de nuevos líderes dentro de su propia corriente.
Sin embargo es necesario también decir, que escoger a un candidato para enfrentar al candidato presidente, enfermo o no, no es un juego.
El proceso en marcha tiene tiempo, condiciones, propósitos, distintos a cualquier otra elección presidencial que hayamos conocido.
Se trata de decidir entre democracia y comunismo en una contienda en la que el candidato presidente goza de un ventajismo salvaje y en la que los muchos errores cometidos que están a la vista y que el grueso de la población ventila las veinticuatro horas del día, parecieran no ser suficientes como plataforma para vencerlo.
Pensar que un gobernante como el actual presidente con su estilo radical, en un país caudillista como el nuestro, y ahora con el aura del enfermo resucitado, pueda ser minimizado solamente por sus propios errores, no es más que una fábula incompleta, si en la otra banda no hay alguien que lo enfrente con un proyecto de país viable en el que quienes nada tienen, puedan entender, creer y aceptar.
Nada fácil la tarea por cuanto si bien una mayoría determinante considera que está bueno ya de Chávez, que doce años han sido suficientes, que sus reiterados ataques a la propiedad privada son rechazados incluso por la mayoría de sus partidarios, que su obra de gobierno, si bien ha tenido medidas sociales que han llegado a una parte del pueblo, es considerada por ese mismo pueblo como insuficiente, que la inseguridad, el desempleo, la falta de viviendas, el colapso de la salud y de la infra estructura, agobian, y todo lo que se le pueda añadir a la lista de inconformidades, todavía aparenta fuerza, sobre todo si estamos tan lejos de saber quien y cómo será el David que lo enfrentará.
Es bueno que quienes aspiran a la presidencia de la República tengan una claridad meridiana acerca de la lucha que les espera.
Si hacemos caso a las encuestas que circulan, deben tomar en cuenta factores tales como que el liderazgo del candidato presidente después de doce años, si bien se ha debilitado, goza de un 40% de aceptación respaldado, según revelan, no por las bondades de su gestión que es considerada como muy pobre, si no, según lo expresa un encuestador, por “un discurso humano lleno de buenas intenciones que lo blinda”, a lo que hay que añadir la conexión de varios millones de venezolanos que dependen exclusivamente del gobierno o sea del comandante presidente.
También es de tomar en cuenta que así como más del 60% de la población quisiera que hubiese un nuevo Presidente en el 2012, que el 76% de la población está exigiendo un cambio de rumbo y que el 61% cree que el país va por mal camino, deberíamos preguntarnos por qué la severa caída del Presidente no va a dar a la oposición representada en la MUD y por qué un 40% de los encuestados opina que la oposición no está preparada para gobernar y que le falta un mensaje creíble para convertirse en una alternativa de cambio, cuestión que reviste gravedad y exige reflexión por parte de quienes la conforman.
También las encuestas sugieren que “todavía no hay aspirantes sólidos en las filas opositoras porque no han logrado un mensaje claro que es, en definitiva, el primer reclamo de la población”. (Shemel dixit)
A todo ello habría que agregar el retrazo de lo que Manuel Felipe Sierra llama “”una agenda mínima de transición que sirva de base a una futura gobernabilidad” materia de vital importancia para el futuro.
De firmarse en los próximos días sería un paso tan alentador para quienes queremos un cambio para bien, como el que provocó el anuncio de la tarjeta unitaria, por la cual votaré, que producen en las filas del oficialismo reacciones tan a la vista que los lleva a querer actualizar el origen golpista de su movimiento político.
EL PLATO
En semejante escenario, el primer plato a confeccionar es el de una abrumadora concurrencia a las primarias y el segundo a cargo del candidato ganador, acompañado por todos aquellos que participaron en la contienda, será sacudir la abulia, combatir el síndrome de Estocolmo surgido a raíz de la enfermedad del comandante presidente y refrescar el cansancio que se advierte en buena parte del electorado.
Tendrá que crear un discurso que haga reflexionar a ese treinta por ciento de venezolanos que no están ni con el pasado, ni con el presente, tendrá que exorcizar a buena parte de la población que todavía cree en Goliat, tendrá que construir una unidad llena de contenido constructivo y dejar a un lado todo ejercicio de triunfalismo porque Goliat con el sable desenvainado, le puede cortar la cabeza.
Lo único que se le puede recomendar al futuro candidato, y a sus acompañantes es echarle pichón caminando casa por casa todo el territorio nacional llevando como avío nuestra arepa, no importa si socialista o no, que nunca ha dejado mal a ningún apetito por voraz que este sea.
Las hay con queso de todo tipo, con guiso de pescado oriental, con inventos maracuchos, con carne refrita de los llanos, con pisillo andino, con chicharrones y chivo asado, vegetarianas, de caraota, con pabellón criollo y hasta con los bachacos culones de nuestras selvas .
El plato no es el problema, el asunto es el discurso, la propuesta y un pacto de gobernabilidad bien blindado y a toda prueba de sables y egos subversivos.
La tarea que le toca llevar a cabo no es un juego. Tiene que convertir su figura siempre acompañada por los mejores, en la imagen viva de la unidad nacional y eso requerirá fuerza moral, claridad en el mensaje y sobre todo entender que de lo que se trata es de unir a todos los venezolanos en una lucha por construir una Venezuela más justa, más democrática, con una ciudadanía más responsable y conciente de su papel ciudadano.
Es bueno recordar que sin ciudadanos verdaderos no es posible construir una democracia verdadera.
Rubén Osorio Canales
Poeta y periodista
roc1934cor@gmail.com
rubenosoriocanales@cantv.net
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