EDITORIAL
Por Humberto Bonanata
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“La mayoría de los políticos no se pelean por pensar distinto, sino por querer lo mismo”
Juan Bautista Alberdi
Los argentinos que en la pasada semana sufrimos estupor propio y extraño al aparecer los restos masillados de la pequeña Candela Rodríguez, embolsada como basura y arrojada a sólo treinta cuadras de su casa nos preguntamos para qué sirve este Estado ausente que sólo fija sus objetivos de “inteligencia” en perseguir a propios y extraños antes que impedir que delitos aberrantes como éste lleguen a consumarse.
Estamos solos quienes queremos que las instituciones funcionen como merecen y no desmerezcan el accionar de los medios de comunicación –por pocos meses algo libres- no sean culpados por publicitar la realidad que día a día nos carcome como sociedad.
El crimen de la pequeña Candela Rodríguez, rodeado por las peores compañías familiares de sus padres, el padre cumpliendo una pena encarcelado por “pitrata del asfalto” y su madre, de dudosas amistades personalísimas relacionadas por el más bajo punterismo oficial bonaerense rayano con el delito, demuestran el cuadro preliminar que el periodismo libre informó acorde las penosas circunstancias.
Como esta vez el régimen no pudo contrarrestar el aberrante delito, alguien debía pagar los costos. Y fue ese periodismo condenado a muerte en los próximos cuatro años de “argenzuealismo”.
Aunque en estos temas sociales profundos no sólo el régimen dominante, con certeras posibilidades de acentuar el cancerígeno chavismo a partir del 24 de octubre a la mañana, de confirmar el gran pueblo argentino ¿salud? con su voto en las primarias del 14 de agosto pasado sus preferencias suicidas, sino la oposición en su dislate no ofrecen en su conjunto soluciones potables para los ciudadanos que el 23 de octubre deban elegir a su próximo/a presidente/a hasta el lejano diciembre de 2015.
Mientras los radicales deciden si cortan o nó boleta presidencial para preservar sus candidaturas provinciales y municipales, el duhaldismo se abate en el silencio demoledor que anuncia el crecimiento de Rodríguez Sáa sobre sus propios votos.
Sonriente y frío, calculador y cínico, Hermes Binner –cómodo candidato opositor elegido por el régimen- disfruta ese dislate y se primigenia en futuro componedor de la oposición detrás del 23 de octubre.
Debe garantizar gobernabilidad en Santa Fé, como Macri en Capital Federal pero con más pudor, para tratar de consolidar la oposición al kirchnerismo en los próximos cuatro años.
Todo merece rechazo, desde la compungida complacencia de la madre de Candela hasta las traiciones en el desguazado arco opositor.
Ninguno de ellos –los opositores- tuvieron la grandeza de la unión y el renunciamiento, mientras nosotros la seguimos esperando como una utopía.
Así estamos por culpa de toda la dirigencia política argentina.
Algún día marcharemos para decir “que se vayan todos” como lo hicieron los tilingos que voltearon a de la Rúa el 20 de diciembre de 2001, con la bonaerense política a la cabeza, y que nos condujeron al “corralón” de Duhalde y a su elección por Néstor Kirchner como el adalid de la reconstrucción nacional.
Que cada uno se haga cargo de sus culpas y que todos nos hagamos cargo de nuestro futuro.
Somos menos, los que no pensamos entregarnos al régimen.
Lamentablemente, son mas quienes se recluirán bajo sus camas.
Total…tan mal no nos va...
¿no es cierto?
Humberto Bonanata
Buenos Aires, Septiembre 04 de 2011
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