Enrique Campang Chang / Guatemala
Para unos la simple insinuación de tener un trastorno emocional es inaceptable, se toma como insulto, causa enojo, se lastima el ego, es más fácil que acepte una severa enfermedad física pero no una mental.. Por eso los psicólogos y psiquiatras tenemos menos popularidad que los médicos; es una forma de perder amigos, que no le dirijan la palabra, ni inviten a reuniones.
Por eso nuestro silencio es apreciado en unos círculos.
Pero desde hace ya algunos años vengo madurando la sospecha de que existe un trastorno peculiar, que por lo anterior, se vuelve delicado plantear; como decirle a un político, empresario, hombre o mujer que tiene un trastorno mental con complicaciones éticas que causan daño ofensa o sufrimiento.
Así planteo la figura del Trastorno Ético – Mental o TEM:
El TEM es un cuadro en que se puede tener un problema en el manejo de los deseos, exagerados, delirantes, de grandeza, poder, de tener dinero, objetos, prestigio, a una mala relación con la realidad, estados alucinatorios, falta de madurez, fantasías, placer por el sufrimiento propio o ajeno (sadomasoquismo) y carencia de autocontrol, dificultad en establecer límites.
Asociado a problemas éticos de no respetar la vida ni la dignidad de las personas, abuso y mal manejo de la libertad, relaciones injustas; daños sostenidos en lo físico, mental, económico, moral o legal; incapacidad de amar al prójimo, ni establecer el bien común, egoísmo, crueldad, ambición.
Conducta criminal o abusiva, prepotencia, preeminencia del tener sobre el ser.
Ausencia de sentido de culpa por el daño que provoca.
De la descripción anterior se le estaría poniendo un nombre al trastorno que padecen los violadores, abusadores, torturadores, racistas, criminales, genocidas, desde Al Capone, Pablo Escobar Gaviria, Gadhafi, Hitler, Stalin, Pinochet, Bin Laden, todos los narcos, terroristas, fanáticos, vándalos de los estadios, mareros, a los del cartel del Golfo y los Zetas.
La conducta de estos personajes no se puede limitar a los análisis sociales, económicos o políticos.
Pasan por alto otros factores determinantes como los psicológicos y los éticos.
Usualmente se maneja el trastorno mental y ético por separado o no se reconoce la existencia de lo último
El tema es polémico cuando puede afectar a figuras públicas.
Muchos psicólogos creen que el fuero del trastorno mental debe ser privado, nunca ventilado en público, por ello la renuencia de calificar fuera de la clínica a alguien con dolencia mental.
El problema se complica cuando no hay consenso sobre lo que es salud mental, quien tiene la autoridad para calificar, ni como se le debe manejar.
Unos alegan que es relativo, o utilizan la enfermedad mental como excusa para atenuar un acto criminal.
Hay temor, incomodidad o poco valor en llamar las cosas por su nombre.
Creen que los psicólogos deben hablar muy discretamente, en voz baja, sin herir las susceptibilidades del paciente.
El Trastorno Ético Mental no limita la responsabilidad de la persona ante la ley.
Los casos de genocidio son tan perversos que todos deben sumar los esfuerzos para que no se repitan.
El trastorno mental debe ser manejado con los procedimientos de apoyo específicos de la psicología y psiquiatría y el daño social por la ley
Aquí hay un problema aun sin resolver:
"Si la psicología protege al criminal porque no sabe lo que hace, o si la ley debe castigar al acto criminal sin importar su estado mental"
En lo que todos deben estar de acuerdo en generar una sociedad sana y justa.
Las opiniones basadas en la lectura de unas líneas de este ensayo no permiten dar la perspectiva cabal del asunto.
Se debe manejar el contexto íntegro.
Otros se dejan impresionar por el poder espectacular que tienen los tiranos o mafiosos, y no se atreven a decirle que están mal, semejante al cuento infantil de El Traje nuevo del Emperador de Hans Chistian Andersen...
Nadie se atrevía a decirle al rey que iba desnudo, ni le podían decir que estaba loco.
Unos comprenden el riego de llamar locos a los dictadores, criminales o terroristas fanáticos, se arriesgan a represalias, ser demandados judicialmente o recibir amenazas de muerte.
Un problema mental no siempre causa daños a la sociedad, muchos son inofensivos; pero el Trastorno ético no puede estar separado del mental
¿Puede un criminal o genocida ser cuerdo o normal?
Unos se justificarían con que son malos pero no locos…
¡Absurdo!
En los distintos casos que he revisado no he encontrado a un solo malvado cuerdo.
Muchos temen enfrentarse a un estado propio de imperfección, no quieren verse en el espejo emocional que les puede dar una imagen desagradable de sí mismos...
Pero es necesario enterarse de la situación para enfrentar los cambios necesarios.
Es darse cuenta, tener insight, introspección, intuición o noesis (νόησις), una actitud abierta a plantear la cuestión emocional
Es de verse el interés de la burocracia de la APA American Psychiatric Asociation, en el TEM, que evita involucrarse en temas de impacto social, o que no cuenten con el respaldo de las multinacionales farmacéuticas. (N.Y. Times mayo 8, 2008)
Es una cultura desafortunada de mantener bajo un severo estigma el trastorno mental.
Esto ha llevado a una ambigua complacencia con ellos.
En cambio es un acto de madurez y valor al enfrentar y aceptar la necesidad de cambios emocionales...
De crecer, de superarse.
Unos por su excesiva susceptibilidad desperdician la oportunidad de llevar una vida feliz en paz con los demás.
El origen del problema del crimen y el abuso es por la poca atención que se presta a la salud mental y la ética.
El énfasis está puesto en la prevención futura por el estudio de los casos del pasado.
© E.C. Guatemala, Septiembre 2011
enrique.campang@gmail.com
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