"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 3 de enero de 2012

Año Nuevo


La llegada de un año nuevo es motivo de celebraciones de todo tipo, familiares, sociales, culturales, existenciales y hasta  banales, como la pirotecnia y otras coyunturas que se realizan ese día.
Junto con la Navidad también es un motivo de celebración de la familia en un sentido más amplio que la familia íntima.
Es como que los parientes se quieren ver para esa época, y el año nuevo es la excusa para encontrarse y festejar.

El otro sentido del año nuevo es la terminación de un ciclo, a semejanza con el resto de la naturaleza se completa un ciclo anual, que significa el giro completo que hace la tierra alrededor del sol, y en el cual se repiten los períodos estacionales, verano, otoño, invierno y primavera.
Y el hombre ha cumplido un ciclo en su vida, un año, con sus alegrías, sus tristezas, sus logros, sus pérdidas, sus deseos satisfechos o no y con las circunstancias que lo han rodeado durante ese año.
La celebración gira en otros términos, por lo general no se hace balance, ni se habla de lo sucedido, solo se desean felicidades y deseos de que el próximo año sea mejor que el que pasó.
La fiesta es una fiesta comunitaria donde se come y se bebe y se espera.
En ese sentido podemos decir que es la fiesta de la esperanza.
La esperanza en un futuro mejor, la esperanza en poder cumplir los sueños y los objetivos, la esperanza en una mejora en la salud y en una mejoría económica y la esperanza en que se pueda lograr ser feliz.
Pero es una esperanza compartida y que se desea para todos, no para uno, sino también para el resto de los familiares y amigos que participan de la celebración.
La esperanza sin embargo involucra poner algo personal, algo propio junto a ella.

Que haya una participación en la esperanza.
Que nosotros hagamos nuestra parte para que aquello que deseamos y que pretendemos sea mejor en el futuro próximo se concrete realmente.
Primero en nuestro corazón, en nuestro interior, que de nosotros salga la luz que ilumine la esperanza.
Que de nosotros surja la acción que determine la posibilidad de hacer mejor a la gente y al mundo.
Que de nosotros comience el camino que lleve a la concreción efectiva y real de la esperanza.
Que en realidad sea el camino para lograr un año nuevo de amor, paz y libertad, cimentados por el perdón y teniendo como objetivo el logro de la felicidad.


El amor como lo más excelso y supremo que existe.

El amor que tiñe al mundo con pincelazos de divinidad.
El amor que hace que todo sea bueno y mejor.
La paz porque es el requisito indispensable para que el hombre pueda vivir, y no hay otra forma de vida digna sin paz.
La paz porque la celebración y la festividad nos llena de ella.
La paz porque es el deber de todos nosotros promoverla, aceptarla y vivirla en nuestro interior y con los nuestros.

La libertad que es el sustento de todos nuestros actos y de todos nuestros goces y deseos.
La libertad que nos mantiene firmes y nos permite una existencia digna y decorosa.
Y el perdón, porque no puede haber celebración, rememoración, balance ni encuentro si no hay perdón.
Un perdón sincero, desde nosotros y hacia nosotros.
Primeros perdonarnos nuestras imperfecciones, nuestras equivocaciones y nuestras malas acciones.
Después pedir perdón a quienes hayamos ofendido, de corazón y sin condiciones, ofreciendo la reparación como requisito indispensable de dicho perdón.
Y por último perdonando a aquellos que algo nos han hecho, también incondicionalmente y siempre a pesar de toda nuestra rabia y nuestro orgullo.

El año nuevo en suma es tomar conciencia de lo que se ha hecho y de lo que se deberá hacer en el futuro.



Elías D. Galati.

No hay comentarios: