"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 15 de enero de 2012

El derecho de pernada...


Hoy hablaremos del derecho de pernada.

El derecho de pernada era una ceremonia de algunos feudos que consistía en poner el señor o su delegado, una pierna sobre el lecho de los súbditos el día en que se casaban.
Era el derecho que tenía el señor de ocupar el lecho de la mujer que era su vasalla antes que el marido.
Fue llamado jus primae noctis, pernada, prelibación o bed nood.

Este derecho de origen germánico responde a varias causas: resabio del trato ignominioso del vencedor hacia el vencido, que lo mataba o lo esclavizaba, sobrevivencia de viejas costumbres y ritos eróticos de algunas comunidades, como la poliandria donde una mujer disponía de varios maridos o la prostitución religiosa que integraba el culto de ciertas divinidades del amor y la procreación.

Desde el mito de Amphytrión en cuya mujer Zeus engendra a Hércules hasta un texto de Herodoto sobre los templos de Milita y la Venus babilónica, al respeto de dichas costumbres.

El derecho de pernada habilitaba al señor feudal para ese servicio porque él era el soberano de su dominio, aunque no era un privilegio de un tirano al que nadie hubiera osado resistirse.

Hay abundante literatura y algunas obras cinematográficas que recrean este derecho y la tragedia de una comunidad, muchas veces compelida a optar por aceptar o resistirse, o a tomar partido.

Estos hábitos extraños tenían ubicación en épocas donde la situación de la mujer era inferior, colocada por muchos pueblos en esa condición, y donde el señor era amo y señor, y podia negar el consentimiento de las bodas o consentirlas.

Es conocido el permiso que los reyes Ingleses otorgaban a sus súbditos para copular después de su casamiento, sin cuyo permiso no podían consumar su unión, y el cartel que debían colocar para indicar que tenían autorización real.

Pero los tiempos cambiaron, las sociedades buscaron lograr la igualdad de la mujer con el varón, las libertades individuales restringieron la posición de señorío de quienes gobernaban y las costumbres giraron hacia una defensa de la libertad, la dignidad, el respeto de los individuos y de los pueblos.

Fernando el Católico en 1486 dictó una sentencia favorable a los catalanes que eran sometidos por los señores, y les prohibió a éstos dormir la primera noche con la mujer que contraía nupcias.

La ruina de los feudos y de la nobleza a partir del 1500 significó que admitieran la redención del derecho de pernada mediante el pago de un estipendio.
El primer atisbo de equiparación de la fidelidad marital del hombre y de la mujer es "Las bodas de Figaro" de Beaumarchais, sobre el cual Mozart y el libretista Lorenzo de Ponte componen la famosa ópera.

La literatura moderna ha reaccionado con indignación y rebeldía contra el despotismo sexual, y con mayor razón la literatura comprometida.

La estrella de Sevilla, el Alcalde de Zalamea, las novelas de Asturias, los dramas de Miguel Hernandez y Guimerá y Los ruidos del bosque de Korolenko.
Pero queda en la fantasía y en el inconsciente del hombre ese dejo de poder, de avasallamiento, de demostración de fuerza, grandeza y potestad inconmensurable...
Y, hay una relación muy directa entre este avasallamiento sexual y la tiranía del poder.
Muchas veces se unen, se confunden, y otras se intercambian, la falta de uno lleva al otro.

Forma parte de la discriminación que todavía sigue vigente en nuestro mundo civilizado del siglo XXI y al cual parece no haber llegado la hora de poner a tono el discurso con el pensamiento y la acción.
Muchos funcionarios políticos sienten la tentación de la omnipotencia y recrean este derecho.
Se sienten realizados y concretan sus fantasías y sus ideales de poder y grandeza.
Creen y muchas veces lo realizan, que pueden ejercer impunemente ese derecho sobre el pueblo.


Con una perversión mayor, ya no dura una noche, sino toda la vida...


Elías D. Galati - wolfie@speedy.com.ar

Nota editada el 15/09/2009

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