"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 23 de enero de 2012

Un mundo violento



Donde podemos ver por colores que tan pacífico y violento está el mundo...

Es indudable que vivimos en un mundo violento, donde impera la violencia social y también la violencia individual.
No sabemos cual será el alcance porque eso lo juzgará la historia, pero algunos atisbos ya tenemos hoy.
Increíblemente el mundo sobrevive a esa violencia, y las sociedades también, no siempre dignamente pero sobreviven.

Ya hemos mencionado en otro artículo que la violencia es la acción y el efecto de violentar, es la conducta ejercida sobre un sujeto pasivo contra el modo natural de proceder.
Y que la violencia puede asumir la forma de violencia física o coacción moral.
Y que está destinada a la voluntad del sujeto sobre la que se ejerce.

¿Cuál es el detonante para que la violencia se ponga en escena, para que la potencia interior se transforme en acto, para que aquello que se ha guardado mucho tiempo en la esfera del pensamiento pase a la acción?


La violencia forma parte de la tragedia universal.

También hemos señalado la sutil diferencia entre violencia y agresión.
La violencia suele ser indiscriminada, desaforada, una vez iniciada no sabe donde termina, en cambio la agresión siempre está determinada a un qué y a un quién.
A quien o a que se agrede y porque se lo agrede, y no excede dicho marco.

Montagu expresa que el hombre por su herencia animal es genética e instintivamente agresivo y no puede ser de otra manera.

Aunque debemos sostener que ninguna conducta humana está geneticamente determinada, y que somos capaces de cualquier tipo de conducta, incluyendo la agresiva y la violenta, pero también la bondad, la sensibilidad, la nobleza, como la crueldad, el egoísmo, la cobardía y la travesura.

La conducta agresiva es un tipo de conducta y cualquier explicación debe comprender e incluir a todo tipo de conducta humana inclusive la violenta.

El fenómeno más común es la violencia social, y en muchos casos ejercida dentro del mismo clan, pueblo o comunidad.
La sociedad tiene una serie de normas, que forman un orden, que la caracteriza, y consigue que de una forma justa o injusta, adecuada o no, estas sobrevivan, progresen y avancen.
Las normas son imperativas, de cumplimiento obligatorio y para todos, pero deben estar asentadas en un contenido ético.
Sino sería pura fuerza, terror y violencia.

Pero dentro de ese orden la violencia social se manifiesta en discriminación, en favoritismos o clientelismo político, de  indagación y denegación de justicia.
Se discrimina de todas formas, por raza, color, sexo, religión, actitudes, preferencias.
Se somete a los mismos a la observación y a la comprobación, como formas forclusivas de vigilancia.

Y toda violencia engendra violencia reactiva, y la violencia social se multiplica y ya no hay como detenerla.

La miseria física y moral a que son sometidos algunos individuos es otra forma de violencia como elemento primordial.
La violencia es una falta moral y un crimen legal, es la ruptura del pacto social y la imposición de la fuerza.


¿Qué hacer para terminar con la violencia entre los hombres?

En primer lugar extirpar la violencia en el corazón de cada uno.
Que desde nuestros pensamientos, nuestros deseos hasta nuestros actos esten despojados de violencia, y sean bondadosos y solidarios.
Que el hombre actúe con justicia y con respeto. Cumpliendo las normas y debatiendo entre todos los cambios necesarios para que sean mejores, o cuando se deban modificar.
Por sobre todas las cosas, ejerciendo, enseñando y promoviendo la paz.

Con nuestra vida y nuestras acciones.
Con lo que proponemos y deseamos.


Con todos nuestros hermanos, los hombres de la tierra que desean una vida mejor y un camino feliz.

Elias D. Galati

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