Por Debora Rey - The Associated Press
El presidente uruguayo José Mujica, quien admitió que está dispuesto a tragarse "sapos y culebras" en la relación con Argentina, aprovechará la reunión extraordinaria del Mercosur que el martes sellará la incorporación de Venezuela a ese bloque regional, para encontrarse a solas con su par argentina Cristina Fernández.
Aunque ambos son gobiernos de izquierda, la relación entre los vecinos sudamericanos se ha tensado como pocas veces:
Mujica quiere conversar en Brasil sobre un nuevo contrapunto a partir de las denuncias de corrupción que salpican las obras de mantenimiento del Canal Martín García, un recurso natural compartido en el Río de la Plata.
Un informe del Tribunal de Cuentas de Uruguay, difundido por medios de ese país, apuntaría a diplomáticos argentinos por favorecer a la empresa Riovía, subsidiaria de la holandesa Boskalis International, y que se ocupa del dragado del canal desde 1996.
Este escándalo, que estalló a pocos días de la apertura de la licitación internacional para nuevas obras en el mencionado recurso, considerado vital para el transporte fluvial de ambos países, contribuyó a deteriorar aún más los lazos entre los vecinos que ya vienen desgastados en los últimos tiempos por diversas causas, desde la instalación de una fábrica productora de celulosa en la costa uruguaya hasta las trabas a las importaciones impuestas por Argentina.
"Parece que la relación fuera cuestión de guapos, que hay que golpearse el pecho y uno está en un boliche (discoteca) para ver quién es más guapo en el mostrador", dijo Mujica en un encuentro que mantuvo días atrás con empresarios de su país al ser consultado sobre Argentina.
"Yo tengo la obligación como gobierno de pensar en el trabajo de los uruguayos y tragarme las culebras y los sapos que me tenga que tragar siempre y cuando esté priorizando el interés de la gente que trabaja", agregó.
La presidenta Fernández, como su fallecido esposo y ex mandatario Néstor Kirchner, militan en una corriente de centroizquierda dentro del peronismo.
Mujica, al igual que su antecesor Tabaré Vázquez, pertenece al izquierdista Frente Amplio.
Ambas fuerzas están en el poder desde 2003 y 2005, respectivamente.
Sin embargo, en este período de afinidad ideológica abundaron las discrepancias.
"Las tensiones están, los intereses entre ambos países son muy distintos. Argentina está más volcada hacia sí misma, a la resolución de sus propios problemas.
Uruguay tiene intereses distintos, mayor voluntad de avanzar en los procesos de integración, liberación del comercio a nivel regional, más que Argentina", dijo a la AP el analista Mauricio Claverí, de la consultora abeceb.com
El primer roce data de 2006 a causa de la instalación de una planta de celulosa en la localidad de Fray Bentos, sobre el río Uruguay que constituye la frontera entre los dos países y es un recurso compartido. Ambientalistas argentinos, con el apoyo del gobierno kirchnerista, se lanzaron en una cruzada para frenar las obras, que incluyó el bloqueo a un puente internacional que duró más de tres años.
La crisis bilateral se resolvió luego de que el tribunal internacional La Haya desestimó en abril de 2010 la denuncia del gobierno argentino contra la planta de celulosa por contaminación.
A partir de entonces, ambas naciones recompusieron la relación y se comprometieron a un monitoreo científico conjunto de las aguas del río Uruguay.
El otro punto de conflicto se desató a partir de las severas trabas a las importaciones que estableció Argentina desde principios de este año para equilibrar su balanza comercial y frenar una fuga de divisas, una medida que fue duramente cuestionada por sus vecinos del Mercosur.
En el caso de Uruguay las trabas causaron un severo perjuicio por tratarse Argentina del segundo destino de sus productos y al que le vendió en 2011 por 588 millones de dólares.
El turismo y las inversiones inmobiliarias de argentinos en Uruguay son dos rubros que también fueron afectados por las restricciones impuestas desde fines del año pasado a la compra de dólares en Argentina.
El caso del canal Martín García llevó a un duro cruce de notas entre las cancillerías de ambos países.
La cancillería uruguaya en mayo ordenó una auditoría al tribunal de cuentas del país al trascender que la empresa Riovía habría intentado sobornar a un delegado uruguayo del organismo binacional que administra el Río de La Plata.
Según la investigación, representantes argentinos habrían intercedido para favorecer a la compañía.
Tras conocerse el informe del tribunal la semana pasada, Argentina propuso excluir a Riovía de la licitación internacional para las nuevas obras en el canal, pero Uruguay rechazó la propuesta.
"Los efectos jurídicos y económicos de las medidas unilateralmente tomadas serán de exclusiva responsabilidad de su parte", respondió el canciller uruguayo Luis Almagro a su colega argentino Héctor Timerman.
Este a su vez lamentó que "no se ha logrado la colaboración de Uruguay para dilucidar las responsabilidades en los supuestos actos impropios" en una nota titulada
"¿Quién protege a Riovía?" y difundida por el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Para Claverí, la sangre no llegará al río porque "ambos gobiernos saben que es mejor llevarse bien que mal".
"Hay un convencimiento, más allá de las diferencias, de que resulta más beneficioso para ambos países mantener una relación estratégica con el vecino", sostuvo el analista.
Fuente: El Nuevo Herald (Miami)
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