"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 25 de diciembre de 2012

Cuneto navideño


Se encontraba en un lugar extraño....
No sabía exactamente como había llegado allí.
Muchas veces se decía que la vida lo había llevado por sus caminos, pero se resistía a aceptarlo, porque desde su juventud creyó en la libertad y, en la propia decisión, y consentirlo contradecía sus principios.
Sospechaba que algunos hechos y comportamientos tuvieron como efecto que se alejara de su hábitat natural y apareciera en este hábitat que en sí no hubiera deseado.
Además la sociedad cambiaba rápidamente, aunque no se tomara conciencia.
Pero él que provenía de otro lado, se daba cuenta y palpaba con mayor exactitud los cambios.
Cambios que en su mayoría tampoco le gustaban y a los que no se acostumbraba, pero debía adaptarse a riesgo de quedar al margen.

Se sentía desenfocado, y se notaba en la forma de comunicarse en sus relaciones con los demás, que eran casi intrascendentes, con muy poco diálogo y sin comunicación, sobre todo de su parte, y de sus pensamientos, ya que temía no ser comprendido y hasta raleado de los grupos con los que interactuaba.
Tenía una deficiencia física que lo condicionada y hacía todavía más difícil la integración y la fluidez de sus amistades.
Observaba que había muchas cosas por hacer, que no se hacían y que era factible hacerlas.
Algunas las había hecho en otras épocas, pero era otro tiempo, otro entorno y sentía que era otro, que ya no tenía las ganas, el empuje y las fuerzas de antes.

Día a día veía como se repetían, como quedaban situaciones inconclusas que pasaban a su lado, y a las cuales no podía ignorarlas y hacerse el distraído.
Pareciera que en un momento hubo un quiebre en su vida, que no había terminado de digerir, que no había resuelto y que le pesaba en su espíritu.
Que había perdido la alegría, la felicidad de dar, de ayudar al otro y de sentirse capaz de ayudar.

La felicidad… 
Que cosa tan grande y que sentía tan lejana, quizás porque hubo muchas pérdidas en su vida, algunas comprensibles, pero otras no.
Se debe ser feliz, pero como lograrlo, parecía imposible aunque no quería reconocerlo porque siempre predicó que era una obligación ser feliz.
Caminaba por las calles sin saber que buscar o a la mejor buscándose a sí mismo.
De pronto divisó una iglesia, y entró en ella.

Había gente, un pesebre al lado del altar y un hombre vestido con ropas ceremoniales que hablaba de un niño que había nacido hace muchos años, pero que su nacimiento se repetía todos los años en el corazón de los hombres.
Que ese niño era Dios, y que había asumido la condición humana por un acto de amor infinito, hacia la creatura que había pecado.
Que no sólo había perdonado sino que se había disminuido tomando su carne, y que en su vida habia sufrido toda clase de humillaciones, hasta la muerte.
Por que no hay mayor amor que dar la vida por el que se ama, y Él amaba a todas las criaturas.
Sintió que había todavía demasiado amor en su vida, y que tenía mucho que dar.
Que no podía perder los días que le quedaban de vida, preocupado y ensimismado en lo que no entendía o no estaba de acuerdo.
Que era el momento de dar, todo lo que tenía en un acto de amor y solidaridad.
Porque si la vida no es un acto de amor no vale la pena vivirla...

Elías D. Galati

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