"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 31 de mayo de 2013

Pega... "pero escucha"

Por Alberto Buela (*)

Discutiendo sobre la estrategia a seguir antes de la batalla de Salamina (480 a.C) se caldearon los ánimos y el general Euribíades amenazó con su bastón a Temístocles quien exclamó:
Pega, pero escucha.
Sus argumentos se impusieron y Grecia derrotó a los persas.

Hoy la política argentina es altisonante.
Se denigra y se demoniza el opositor y no se escuchan las razones mutuas.
Está, totalmente, escindida entre oficialistas (kirchneristas) y opositores.
El oficialismo tiene una ventaja inconmensurable pues cuenta con el poder del gobierno que administra hoy el Estado y todos sus aparatos (financieros, mediáticos, policiales, etc.) que aplica en una lucha sin cuartel por permanecer en el poder.
Y la oposición con una gran desventaja, suma muchos opositores, pero no puede constituir una oposición unificada.
En una palabra, hay opositores pero no existe la oposición.

El problema se plantea a dos puntas:
a) por un lado el oficialismo no escucha a nadie sino solo a quienes lo alaban y
b) los opositores no se escuchan entre ellos, no prestan atención a lo que oyen del otro.

Hoy es un lugar común afirmar que el kircherismo está en un final de ciclo y que el peronismo auténtico (la oposición) va a sacar una vez más las papas del fuego como lo hizo en 1973, 1989 y 2001.
Pero esto no tiene ningún asidero salvo la buena intención del que lo formula.

Mientras que los opositores no conformen una mesa de conducción común, dado que no hay líderes reconocidos como tales, esto es, que se destaquen sobre los otros, la oposición no se puede constituir en una alternativa plausible.

Y esta mesa de conducción tiene que estar integrada no solo por los agentes políticos de coyuntura sino por los que piensan, que son muy pocos.

Así, por ejemplo, el sindicalista (Moyano), el comerciante (de Narváez), el economista (Lavagna),
el periodista (Lanata), el empresario (Macri), el político (de la Sota) están sometidos a una doble tarea convocar a sus seguidores y desarrollar un programa de gobierno alternativo al del oficialismo, cuando esta última y difícil tarea es propia de los pensadores o politólogos.

Pero, claro está, no escuchan ni convocan, ellos saben todo y de todo.
Similares al oficialismo pero sin poder.

Escuchar es oír con atención al otro, y esta cualidad se ha perdido en el campo de la actividad política argentina reciente.
Todos son discursos o relatos auto centrados y de allí no se sale.
Esto lo puede hacer y lo hace a diario el oficialismo porque tiene el poder y un uso abusivo de los medios que posee, pero hacerlo desde la oposición es un desatino, un despropósito.

El nivel de una sociedad se mide no solo por el PBI sino, sobretodo, por el aprecio y estimación de sus hombres de ingenio, de pensamiento, sabios, artistas y poetas. [1]

Hay que escuchar al Papa Francisco, cuando en porteño básico nos recomienda “no se la crean”; “escuchen al otro”;
 “no se saquen el cuero”.

La valoración de los que valen es el principio de la recuperación nacional, pues hay que reemplazar lo espurio, lo inauténtico que se ha enseñoreado en la política argentina hodierna.(De hoy día)

En la decadencia, y lo hemos repetido hasta el cansancio, siempre se puede ser más decadente.
No tiene piso, pero tampoco es algo ineluctable de lo que no se puede salir.
La liberación pasa, en primer lugar, por la búsqueda y el intento de realizar lo mejor, lo más acabado y el resto se da por añadidura.

Tenemos que romper con la inercia del individualismo, con el “yo me llamo Juan Palomo, yo me lo gano y yo me lo como” , donde todas las acciones políticas de los hombres terminan en la búsqueda del beneficio individual y recuperar la dicha antigua de sentirse inmortal en la perpetuidad del esfuerzo común y continuado.

El hombre necesita poseer como objeto de su vida algo que no sea él mismo.
Que cada cual elija lo que mejor le cuadre a sus talentos y vocaciones.

El historiador y amigo, recientemente fallecido, Dominique Venner,[2] lo afirmó con todas las letras:
El individualismo es el origen último de la corrupción.

[1] Cuando Platón echa de su República a los poetas, expulsa a “los malos poetas”.
A aquellos que hacen más daño a las naciones que las enfermedades y las catástrofes.
A los “entendimientos torcidos” de que nos habla Jaime Balmes en su Criterio.

[2] Dominique Venner (1935-2013) Historiador, director de la Nouevlle revue d´histoire y autor de múltiples trabajos. Se destaca en castellano Europa y su destino, Ed. Áltera, 2010.
Se suicidó ante el altar de Notre Dame el 21 de mayo último.
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En el año 480 antes de Cristo, cuando Grecia jugaba su suerte frente a la invasión del poderoso Imperio Persa, un brillante general ateniense llamado Temístocles concibió la idea de atraer a la  flota invasora a las estrechas aguas que rodean a la isla de Salamina, donde esperaba que los navíos persas, más grandes y numerosos que los de su pequeña flota, no tuvieran espacio para maniobrar. 
Como su estrategia era revolucionaria, Temístocles encontró una apasionada oposición entre los generales tradicionales hasta que uno de ellos, llamado Euribíades, le propinó una sonora bofetada. 
En lugar de devolvérsela, Temístocles le dirigió entonces esta frase que quedaría en la historia: 
Pega, pero escucha

Después de haber golpeado a Temístocles, Euribíades reflexionó y siguió su consejo, y la pequeña flota ateniense pudo maniobrar entonces en las estrechas aguas de Salamina mientras los pesados barcos persas, obstaculizándose unos a otros, conocían el rostro del desastre. 

Así fue cómo Grecia y con ella la civilización occidental, nuestra Europa y nuestra América, entraron por la puerta grande de la historia. 

Lo esencial de esta anécdota, tan lejana y sin embargo aún cargada de sentido, es que Euribíades, pese a su bronca, supo escuchar, supo prestar el oído para recoger el mensaje que se le ofrecía. 

Dicen los sabios desde siempre que por algo tenemos una sola boca y dos oídos, lo cual quiere decir que incluso "físicamente"estamos mejor preparados para oír que para hablar, pero no sólo para "oír", sino, sobre todo, para "escuchar"
Es decir, como define el Diccionario de la Lengua Española, para "prestar atención a lo que oímos". 
Si uno extremara el análisis, hasta podría decirse que es preferible perder antes que ganar un debate, porque el que lo pierde se enriquece con las razones superiores que demostró poseer su contrincante, en tanto que el saber del que lo gana, aparte de la satisfacción narcisista que le brinda su victoria, se queda donde está.

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