por DOMINGO CAVALLO
Los argentinos ya vivieron la historia que se repite en la coyuntura argentina. Algunos tendrán memoria, y otros vivirán en babia, pero esto ya ocurrió.
Brecha cambiaria de más del 90%, déficit fiscal abultado pese a una presión tributaria récord, déficit energético que provoca desequilibrio cambiario, inflación del 30% anual o más, incertidumbre jurídica, fuga de capitales, desinversión: ¿cómo creen que termina?
Cristina Fernández de Kirchner luce ignorante del problema e incapaz para revertir la situación.
El Frente para la Victoria avanza hacia una dura derrota electoral que liquidará todas sus ambiciones de permanecer.
¿Y luego qué?
Nadie lo puede anticipar porque hay mandato constitucional hasta 2015 pero lo cierto es que sí hay que debatir la política económica que ayude a revertir el descalabro, comenzando por reordenar los precios relativos, en anarquía desde 2002, pero en especial desde 2003.
Sin tiempo para chicanas (todos saben cómo se provocó la caída de Fernando De la Rúa y la pesificación asimétrica de José Ignacio de Mendiguren/Eduardo Alberto Duhalde), hay que buscar coincidencias. Un parte a ese imprescindible debate aparece en un escrito de Domingo Cavallo:
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Cavallo). Cuando los Argentinos hayamos
elegido un nuevo Gobierno, seguramente el país estará en una situación peor que
la actual, con recesión, alta inflación y una brecha entre el precio del dólar
en el mercado oficial y precio en el mercado paralelo como la que hoy tiene
Venezuela, muy parecida a la que nuestro país tenía inmediatamente antes del
“Rodrigazo” en 1975.
Si el Gobierno es inteligente y ganó diciéndole la verdad a la gente, podrá
comenzar explicando las nuevas reglas de juego de la economía:
> Fuerte reducción del Gasto Público como porcentaje del
PBI, programada sobre la base de eliminar todos los subsidios, salvo
los que tienen fines sociales y están bien focalizados hacia las familias pobres
y re-privatizar todas las empresas que en los últimos años demandaron aportes o
subsidios del Tesoro.
> Eliminación de todos los impuestos distorsivos
(retenciones a las exportaciones pari passu con el proceso de
apreciación cambiaria que se describirá más abajo, impuestos al trabajo formal,
impuesto a las transacciones financieras que no sean pagos a cuenta de IVA y
Ganancias, impuestos a los ingresos brutos en etapas intermedias de producción o
comercialización y el impuesto a las ganancias sin ajuste por inflación).
> Normalización de la relación financiera con el exterior
aceptando las resoluciones judiciales sobre la deuda externa o interna que
adopte la justicia (comenzando con la deuda con los Jubilados) mediante
la sanción de un régimen de consolidación de pasivos. Publicar
nuevos índices de precios desde 2007 en adelante y ofrecer a los tenedores de
bonos indexados por CER un canje a la par (del valor técnico de los bonos en
circulación) por bonos idénticos, indexados hacia adelante por el nuevo índice
de precios.
> Normal integración de la economía argentina a la economía
mundial, como la que tienen la mayoría de nuestros vecinos y, por
supuesto, todas las naciones que progresan en el mundo. Esto significa remover
todas las restricciones al comercio exterior (incluidas las retenciones sobre
las exportaciones, a medida que se aprecie el tipo de cambio) y remover todas
las restricciones a las transferencias de dólares al exterior y al acceso de la
gente al mercado cambiario.
> Financiar del déficit fiscal mediante acceso al crédito
público, prohibiendo recurrir al financiamiento por emisión
monetaria.
> Permitir la intermediación financiera y las transacciones
comerciales en cualquier moneda convertible (básicamente pesos,
dólares, reales y euros) pero con encajes legales más elevados para los
depósitos en moneda extranjera y disponiendo que las entidades podrán prestar
esos fondos a las personas y empresas que demuestren ser capaces de generar sus
ingresos en esas monedas.
> Encomendar al Banco Central conducir la política monetaria
enderezada a metas decrecientes de inflación, bien definidas de
antemano.
> Liberar todos los precios y permitir que las empresas
prestadoras de servicios públicos fijen tarifan que cubran los costos de
operación y de inversión y que produzcan una ganancia razonable.
> Dejar que los salarios se negocien libremente al vencimiento
de las convenciones colectivas de trabajo vigentes.
En la medida que la gente advierta que el Gobierno va a cumplir con sus
anuncios, el precio del dólar en el mercado único y libre de cambios se
estabilizará primero a un nivel relativamente alto, pero luego comenzará a
apreciarse como ocurrió en Brasil a partir de 2003. La inflación comenzará a
bajar y Argentina recuperará el crédito. Cuando la economía vuelva a crecer en
forma sostenida, la recaudación impositiva aumentará no por una presión fiscal
insoportable sino por mayor nivel de actividad y podrá cerrarse el déficit
fiscal, sobre todo si se logra reducir efectivamente el nivel del Gasto
Público.
En 2008, en mi libro “Estanflación” yo propuse que el Gobierno de Cristina
aplicara esta estrategia ( de paso la pueden encontrar explicada con mucho más
detalle allí). Muchos me preguntan porqué ahora sostengo que debemos esperar a
que haya un nuevo Gobierno. ¿Porqué Cristina no hace esto mismo? La respuesta es
simple: si Cristina sale hoy a anunciar por cadena nacional estas nuevas reglas
de juego, nadie le creerá y el efecto va a ser un Rodrigazo. El mayor problema
del gobierno de los Kirchner es que han rifado todo vestigio de credibilidad. Ha
mentido tanto que de aquí en más, aún cuando dijera la verdad, nadie le
creería.
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