Por Andrés Oppenheimer
MIAMI.- El golpe militar de Honduras debería servir como una voz de alerta para que todos los países del continente reaccionen más tempranamente ante las violaciones del Estado de Derecho en países como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Honduras y no esperen a que las situaciones exploten, como acaba de ocurrir en el país centroamericano.
No hay duda de que los países latinoamericanos y Estados Unidos hicieron bien en condenar el golpe militar en Honduras y exigir el retorno al poder del presidente Manuel Zelaya.
Haberse quedado callados o condonar tácitamente lo ocurrido hubiera sentado un precedente funesto para todo el continente.
Pero, los mismos países que hoy levantan la voz con indignación por los hechos de Honduras, no dijeron una palabra cuando, la semana pasada, Zelaya desconoció públicamente las decisiones de la Corte Suprema, el Congreso y el fiscal general del país, que habían dictaminado que su intento reeleccionista era ilegal.
Recapitulemos: Zelaya, quien recientemente se había unido al bloque ALBA, liderado por el presidente venezolano, Hugo Chávez, anunció el 25 de junio que ignoraría un fallo de la Corte Suprema que le ordenaba rehabilitar en su cargo al jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Romeo Vásquez.
Zelaya había destituido al general por haberse negado a apoyar el referéndum que él había convocado para cambiar la Constitución y permitir su reelección.
El general dijo que no había hecho más que acatar los dictámenes de la Corte Suprema, el Congreso y el fiscal general, en el sentido de que el referéndum era ilegal.
Inmediatamente, los países del ALBA emitieron una declaración de apoyo a Zelaya, lo que ha levantado nuevas sospechas de sus críticos en el sentido de que el grupo dirigido por Chávez, no es más que una sociedad de ayuda mutua para presidentes que se cobijan en eslóganes ideológicos para esconder sus agendas narcisistas.
Alzar la voz
¿Dónde estaban los países democráticos de la región cuando Zelaya desconoció a la Corte Suprema?
Según la Carta Democrática Interamericana de 2001, los países del continente tienen un compromiso para "defender y promover la democracia en toda la región", lo que incluye alzar la voz cuando hay violaciones del Estado de Derecho en cualquier país.
¿Y dónde estaban cuando Chávez cerró canales de televisión, como hizo con RCTV hace dos años, o cuando el mandatario desconoce el resultado de las urnas, como hizo recientemente con el alcalde opositor de Caracas, o inhabilita a cientos de dirigentes de la oposición para presentarse a cargos públicos, como hizo en el referéndum de 2008?
Recordemos: Antonio Ledezma, opositor, fue elegido alcalde de Caracas en noviembre de 2008, pero al poco tiempo el Congreso, dominado por Chávez, creó un nuevo cargo, el de "jefe de gobierno" de la capital, y lo colocó por encima de Ledezma.
Luego, el alcalde opositor fue despojado de sus oficinas y de casi todo su presupuesto, que fueron trasladados a la nueva "súper alcaldesa" que jamás fue elegida para el cargo.
Todo esto es tan sólo una muestra.
Parece que todos están siguiendo el mismo guión que apuntamos en una columna anterior.
Acto 1: Presentarse al país como un idealista anti sistema -ya sea encabezando un intento de golpe militar, como Chávez, o encabezando violentas protestas, como Evo Morales- y aprovechar los titulares para convertirse instantáneamente en el centro de atención nacional.
Acto 2: Después de ganar las elecciones presidenciales, cambiar la Constitución introduciendo una cláusula que permita la reelección.
Acto 3: Apenas aprobada la Constitución, adelantar las próximas elecciones presidenciales.
Acto 4: Una vez reelegido, el presidente acusa a Estados Unidos, la Iglesia y la oligarquía de intentar un magnicidio, y usa ese pretexto para encarcelar a los líderes de oposición y cerrar medios de comunicación críticos, de modo de preparar el terreno para gobernar con una oposición simbólica y asumir poderes absolutos en nombre de la defensa de la soberanía nacional.
Ser más convincentes
Es cierto que los presidentes del ALBA no son los únicos. El presidente colombiano, Álvaro Uribe, está coqueteando con una nueva reelección, aunque todavía no está claro si seguirá ese camino.
Pero Chávez y sus aliados se cobijan en la democracia cuando les conviene y luego la desconocen a diario.
Todos ellos serían mucho más convincentes en sus aseveraciones de que están luchando contra la pobreza, si se dedicaran precisamente a eso y lograran reducir las tasas de pobreza a la mitad, tal como hizo Chile sin tener presidentes autócratas.
Lo cierto es que, tras la ofensiva diplomática para restablecer el orden constitucional en Honduras, habría que hacer una revisión de la defensa colectiva de la democracia en la región, que se ha erosionado enormemente en estas últimas décadas.
Si los gobiernos democráticos siguen mudos ante los abusos presidenciales, perdemos todos, como acaba de verse en Honduras…
Boletín Info-RIES nº 1102
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Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 1 mes
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