"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 20 de septiembre de 2014

LA INCÓGNITA ARGENTINA:

¿QUÉ HACEMOS CON CAROLINA...?
Esta tal vez sea una de las preguntas que el Papa Francisco le haga a Cristina en el almuerzo privado que se llevará a cabo hoy en Santa Marta. 
Es que Cristina Wilhelm vda. de Kirchner insiste en mantener oculta a su hija Carolina Pulqui, quien fuera entregada por ella y su madre Ofelia Wilhelm en la Casa Cuna de La Plata en 1972, por padecer un tipo leve del síndrome de Down al que se llama "Mosaicismo" y que tiene menos características del síndrome de Down que otros tipos del síndrome, pero suficientes para asustar a ambas mujeres que planeaban un casamiento forzado con Carlos Bettini al que le atribuyeron la paternidad.

En la visita de marzo de 2013, el Papa Francisco le exigió a Cristina que llevara a esta hija para sacarla del anonimato, pero en su acostumbrado cinismo, Cristina aprovechó la oportunidad para demostrar, en el lenguaje de las imágenes, que ella no esconde a su hija, porque qué mejor manera de esconderla que a la vista de todos! 

Así, para los neófitos, Carolina pasó desapercibida a su lado como parte de la comitiva y no causó mayores revuelos. 

Sin embargo nadie se mete de lleno en la investigación del asunto porque se lo considera prácticamente tabú, por todas las implicancias no deseadas que el asunto acarrearía a cualquier periodista.
Un problema grave se suscitará cuando llegue el momento en que por algún motivo, alguien requiera la verdadera identidad de Carolina Pulqui, cuyo nombre de fantasía no corresponde a ninguno de los progenitores, de cuya certeza, hasta ahora, sólo se tiene en relación a su madre, porque al igual que Cristina, no se sabe quién es el padre biológico: 

Si un misterioso militante montonero mendocino ya fallecido al que CFK atribuye la paternidad (más para confundir que para esclarecer); el novio de su juventud, también militante montonero, pero platense actualmente vivo ejerciendo funciones como Embajador en España, Carlos Bettini, o un antiguo matarife ensenadense de apellido Damasco. 

Un día habrá de llegar en el que esta chica, más bien una mujer ya de 42 años, deberá tener el nombre que le corresponda en virtud de que su madre, la presidente de Argentina, deje de negar su identidad.

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