"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 19 de octubre de 2014

Homenaje al Teniente General Julio Argentino ROCA


Editorial Especial

Homenaje al Teniente General Julio Argentino Roca
en el Centenario de su Fallecimiento
1914 - 19 de octubre - 2014

"Señores senadores y diputados... 
Un incidente imprevisto me priva de la satisfacción de poder leer el último mensaje que como presidente dirijo al Congreso de mi país. 
Hace un momento, sin duda un loco, me ha herido en la frente, con no sé qué arma. 
Voy a leeros la última parte de este mensaje; pero cada uno de vosotros lo hallará completo, en el folleto impreso que os será entregado (...) 
Dejaré el gobierno con la conciencia tranquila, acariciando la idea del silencio y del retiro que las democracias reservan a quienes la han servido bien o mal.
Sin odios ni rencores para nadie... 
Ni siquiera para el loco que acaba de agredirme... 
Y llena el alma de gratitud para los consejeros que me han acompañado en el gobierno, para vosotros que me indicabais con sabias y oportunas leyes la ruta que debía seguir y para todos aquellos de mis conciudadanos que me han alentado con sus manifestaciones de aprobación y simpatía".

(Último discurso del Presidente Julio Argentino Roca al inaugurar el Período Ordinario de Sesiones del Congreso Nacional, el 7 de mayo de 1886, luego de haber sido herido por una piedra en la vía pública por Ignacio Monjes)

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En el día de hoy conmemoramos el Centenario (100º) de la entrada en la inmortalidad del Teniente General Don Alejo Julio Argentino Roca, dos veces Presidente de la República, Patriarca de la Organización Nacional y artífice de la Argentina Moderna.
El Zorro.

El hombre nacido en la Cuna de la Independencia, la Provincia de Tucumán.
La misma de Juan Bautista Alberdi.
La misma de Nicolás Avellaneda.
La misma que fue sepulcro de la subversión terrorista tricontinentalista colectivista totalitaria socialista erpiana.

El hombre que fuera Gran Gestor de la Generación del Ochenta y de la Constitución Nacional llevada a la práctica con decisión; con las falencias propias de todos los hombres, en medio de las instancias grises propias de la práctica política, pero con indudable sentido patriótico con vistas a un futuro promisorio.

Desde que soy participante activo de Facebook, será una de las pocas veces en que solicité a mis Amigos que así lo deseen, tengan a bien unirse en Homenaje, por este medio, al General Roca.
En un momento en que su memoria está siendo mancillada por los cartoneros del pasado y los arquitectos de la destrucción del presente y del porvenir.

El discurso que encabeza este Editorial Especial es una improvisación que hizo el Presidente Roca luego de ser herido con una piedra en la cabeza por Ignacio Monjes, un perturbado mental que, de alguna manera, reflejaba el disgusto de sectores que durante décadas, en forma ininterrumpida, estuvieron acostumbrados a dirimir las reyertas internas por medio de luchas intestinas, apelando a la vía armada.

Tomen nota de este dato:
Durante el Siglo XIX, todas las guerras externas que libraron las nacientes Provincias Unidas del Río de la Plata –de la Independencia, contra el Imperio del Brasil y de la Triple Alianza o del Paraguay– se desarrollaron SIMULTÁNEAMENTE en un contexto de GUERRAS INTERNAS o CIVILES.

El Capitán General Don José Francisco de San Martín y Matorras, Padre de la Patria y Libertador de la Argentina, Chile y Perú, no quiso ensangrentar su sable, que había estado al servicio de la Independencia de medio continente sudamericano, en peleas entre “paisanos”, como llamaba a sus compatriotas “de las Provincias Unidas de Sudamérica".
Lo mismo pensaba Fray Justo Santa María de Oro.
Ambos se terminaron retirando de la vida pública.

En 1820, el General Manuel Belgrano moría amargado, en medio de una anarquía generalizada que parecía hacer naufragar todos los esfuerzos emprendidos a partir de Mayo de 1810, murió exclamando, según la tradición histórica, “¡Ay, Patria Mía!”.

Desde el 13 de diciembre de 1828 en que se produjo el fusilamiento del General Manuel Dorrego, Gobernador de Buenos Aires, la Argentina, literalmente, NO TUVO PAZ.

Ni siquiera bajo la consigna del Preámbulo de nuestra Constitución Nacional Originaria:
Consolidar la PAZ INTERIOR.

Nuestros Presidentes Fundadores:
Urquiza, Derqui, Mitre, Sarmiento y Avellaneda, hicieron mucho, pero la violencia no cesaba.
Incluso, más de una vez, hubo diferencias, por momentos irreconciliables, entre estos hombres que estaban de acuerdo en que el país debía regirse por una Constitución y lograr el progreso nacional; pero que cuestiones propias de las pasiones humanas y la acción política, supo encontrarlos en veredas opuestas, en algunos casos para nunca llegar a reconciliarse.

Fue Don Julio Argentino Roca el que LOGRÓ, con la definitiva federalización de Buenos Aires, que su lema de asunción se cumpliera efectivamente: "PAZ Y ADMINISTRACIÓN"

Por vez primera, desde 1828, cesaban los levantamientos intestinos.
Y ante la posibilidad de que ocurriesen, el Presidente reaccionaba con una energía vigorosa que es digna de admiración.
Algo que NO GUSTÓ y MOLESTÓ a muchos.

Por supuesto, NO lo hizo por medios PERFECTOS, sino POSIBLES; porque los gobiernos son cosa de hombres y no de dioses.
Hombres que, como tales, cometen errores y tienen aciertos.
Un 7 de mayo de 1886, un loco, con una roca, intento frenar a Roca.
Hacerlo desviar de su camino, acaso con la intención de hacerlo tropezar con la roca de la muerte.
Pero NO PUDO.

Herido en la cabeza, el Presidente se dirigió al viejo edificio del Congreso Nacional, donde hoy funciona la Academia Nacional de la Historia, ubicada frente al actual ministerio de “Economía” convertido, hoy, en la sede de uno de los jerarcas del régimen que más atenta contra la vida, libertades y propiedades de los habitantes de lo que hoy se ha convertido en una mera expresión geográfica.
Apenas un guijarro en el concierto de las naciones.
Ni siquiera una piedra.
Y, mucho menos, una roca sólida, la piedra angular de la República pujante que se proponía erigir Roca.

Ese 7 de mayo, el Presidente improvisó una palabras, con su cabeza cubierta por una venda.
Tal como lo refiere Ismael Bucich Escobar, fue estruendosamente aplaudido por la Asamblea Legislativa.
El último Período Ordinario de Sesiones que inauguró en 1886, en el último año de su Primera Presidencia, lo vio retirarse con la misma energía de hacedor y voluntad de lucha de su primer discurso.
Ignacio Monjes fue a prisión por atentar contra el Primer Mandatario.
Estuvo detenido doce años hasta que un nuevo Presidente decidió indultarlo:
Nada más, ni nada menos, que Don Julio Argentino Roca, en ejercicio de su segundo mandato presidencial inaugurado en 1898.

Monjes, visiblemente emocionado, fue recibido por el Presidente, que le dijo:
“Amigo, yo lo perdoné hace tiempo. A los que no perdono es a los que atacan por la espalda”.

Fue el Patriarca de la Organización Nacional.
El Gran Referente de la Generación del Ochenta.
 O de LAS Generaciones del Ochenta, porque hubo quienes, desde el Congreso, se opusieron a él y brillaron por su nivel intelectual.
Algo INCOMPARABLE con lo que vemos hoy en un Kreichstag infestado de levantamanos tan pusilánimes como mediocres, baluartes de la cobardía y la indecisión.
 Roca supo ver las ventajas de firmar un Tratado de Comercio, Amistad y Navegación con el Imperio Japonés, en 1898.
Cuando rusos y japoneses querían comprar los cruceros acorazados “Moreno” y “Rivadavia” ante la inminente guerra que iban a protagonizar en 1904, los enviados del Zar hicieron una mejor oferta que los del Mikado.
Pero Roca, que conocía como nadie a las personas, sabía que los rusos tenían fama de malos pagadores y que los japoneses cumplían de inmediato y pagando en efectivo.

El gusto de los japoneses por el tango comienza algún tiempo después de ese gesto de Roca de venderles los barcos a menor precio.
En 1898, al cumplirse el Centenario de la firma de ese tratado, concurrí al Predio Rural de Palermo para asistir a una exposición sobre los cien años de la amistad entre la Argentina y el Japón.
Exhibieron restos del crucero-acorazado “Moreno”, rebautizado “Nisshin”, al que recuerda una de las más hermosas marchas de nuestra Armada Argentina.
Había participado este barco, con el crucero-acorazado “Rivadavia”, rebautizado “Kasuga”, en la batalla naval de Tsushima, que tuvo lugar entre el 27 y 28 de mayo de 1905 y representó una importante victoria del Imperio Japonés sobre el Ruso. La película “El Acorazado Potemkin”, de Serguéi M. Eisenstein, alude a este suceso que generaría un gran descontento que sembraría las bases del descontento que culminaría, en 1917, con la caída del zarismo en Rusia.

Mi emoción fue inmensa al ver los restos del “Moreno”/”Nisshin” en esa exposición.

Y me dije: “Roca abrió el camino, uniéndonos al Pacífico”.
El Japón y la Argentina iban hacia la modernidad y se encontraron, para integrarse.
Roca, en cierta ocasión, recibió la visita de alguien que quiso regalarle un pequeño cañón de adorno.
Con picardía, advirtió la maniobra: “Detrás del cañonazo, viene el mangazo”.
 

Ya retirado de la política, en 1914, el hombre que terminó con la amenaza de los malones, el que logró pacificar la República, el que la puso en el mapa y le permitió celebrar, con orgullo, su Centenario, estaba en los últimos días de su vida.

Hacía poco que había estallado la Primera Guerra Mundial.
Todas las apuestas indicaban que las Potencias Centrales (Alemania, Austria-Hungría y Turquía) ganarían la contienda.
Sin embargo Roca, con un mapa a la vista, explicó a sus interlocutores por qué Berlín y sus aliados iban a perder la Gran Guerra… ¡cuatro años antes de su finalización!
 

A los pocos días, un 19 de octubre de ese año turbulento para el mundo, el Teniente General Don Alejo Julio Argentino Roca entró en la inmortalidad.

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Hoy en día, el Constructor de la Argentina Moderna está siendo vilipendiado.
Es insultado.
Oficialmente olvidado.
Su figura convive con otra, en billetes que cada día tienen menos valor.
La COBARDÍA POLÍTICA de EVITAR NOMBRARLO, o citando su nombre para denostarlo, se ha vuelto IMPERATIVA.

Son destrozados sus monumentos por turbas, por kagaudas que cuentan con el beneplácito del régimen liberticida, republicida, constitucida y federalicida que NO nos deja vivir en PAZ y cuya ADMINISTRACIÓN es INEXISTENTE.

Con pasamontañas en sus rostros, amparados en el anonimato cobarde de las masas, las chusmas del odio irredento expresan su nostalgia por la regresión al tribalismo atacando al Gran Estadista que el facilismo populista JAMÁS podrá igualar ni, mucho menos, superar.

Las piedras angulares que pusieron nuestros próceres, y que Roca consolidó, están siendo quitadas una a una.
Porque, ahora, son otras las piedras que detienen nuestra marcha.
Las piedras de la discordia.
Las piedras de la mediocridad.
Las piedras de la ignominia.
Las piedras de la mentira.

Todas esas piedras no sólo lapidan el pasado de grandeza (no exento de errores, como cualquier proceso histórico) y el sueño de futuro que tenía Roca, sino el presente que vivimos y el porvenir que, de seguir esta tendencia, se nos presenta sombrío.

Porque el mayor anhelo del Tercer Kreich es VOLVER a la suma del poder público.
A la época en que, además de luchas intestinas, NO HABÍA INSTITUCIONES REPUBLICANAS NI CONSTITUCIÓN.

Hoy NO HAY PAZ.
Y TAMPOCO hay ADMINISTRACIÓN.

Roca CUMPLIÓ, como pudo en esas circunstancias, con la letra y el espíritu de la Constitución.
Acató al pie de la letra el Preámbulo CONSOLIDANDO LA PAZ INTERIOR.
Será por eso que TANTO molesta al régimen.
Porque es su contracara más explícita.

Frente a este panorama, debiéramos preguntarnos si tenemos REALMENTE voluntad de lucha y cambio genuino y si la misma es VIABLE con las herramientas ESCASAS e IMPERFECTAS que tenemos a mano.

¿SOMOS ROCA, señores?
¿SOMOS ROCA para defender nuestras vidas?
¿SOMOS ROCA para resistir los embates contra nuestras libertades o se trata de valores que ya no nos interesan?
¿SOMOS ROCA para resistir los atropellos contra la Constitución?
¿SOMOS ROCA para defender nuestras propiedades.
¿SOMOS ROCA para defender el legado de nuestros mayores, de nuestros próceres?
¿SOMOS ROCA para estar dispuestos a pelear a los efectos de volver a pacificar el país?
¿SOMOS ROCA para desterrar de nuestras cabezas ese conjunto de BOLUDOGMAS que nos hacen aborrecer al exitoso, arruinar al rico, consolidar el populismo y disputarnos las joyas de la mediocridad; haciendo que sea malo ser buenos e imposible ser mejores?
¿SOMOS ROCA para plantearnos, desde una postura ADULTA, no emocional ni irracional, que ALGUNA VEZ DEBE EXISTIR UNA BISAGRA después de todo esto, si es que REALMENTE queremos vivir en un país civilizado, en una República genuina y que éstos no sean meros latiguillos tan vacíos como el cerebro de los vástagos führerenciales?

Queda claro que SI LLEGAMOS HASTA AQUÍ es porque la Constitución no se ha cumplido a carta cabal.
Porque HEMOS APOSTADO por la connivencia viciosa entre una realidad populista, estatista y colectivista y una cáscara constitucional, republicana y federal más DECLAMADA que EFECTIVA.
Y que ÉSA ES LA RAZÓN de nuestra decadencia.
La que garantiza que operen, con total impunidad, los que, con sus piedras, lapidaron el edificio que construyó Roca.
Podemos seguir MINTIÉNDONOS, permitir que NOS MIENTAN y después hacernos los “sorprendidos” cuando todo se derrumba.
 O podemos plantearnos, por UNA VEZ, encarar un camino DISTINTO, acorde a la REALIDAD, sobre bases RACIONALES y SENTIDO COMÚN.

Si hacemos LO PRIMERO, ya sabemos los resultados.
Sea con FIN CON HORROR o con HORROR SIN FIN, habrá llanto y rechinar de dientes.
Por persistir en la FICCIÓN, en la IRREALIDAD, cayendo en la misma trampa ocurrida a partir del GOLPE DE ESTADO del 20 de diciembre de 2001, masivamente apoyado por todos los sectores sociales, con “soluciones” POR COMPLETO ALEJADAS de la NORMALIDAD CONSTITUCIONAL.

El otro camino es PAZ y ADMINISTRACIÓN.
Pero, para lograrlo, NO HAY MAGIA.
Hay que TRABAJAR y ESFORZARSE.

Y tengo MIS SERIAS DUDAS de que eso AGRADE, más allá de lo promisorios que pudieren ser los resultados si ALGUNA VEZ se intenta convertirlo en una REALIDAD TANGIBLE, lejos de peroratas inconducentes.
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Teniente General Don Julio Argentino Roca.
Señor Presidente:
Siempre traté de hacer todo lo que estuviera a mi alcance para SER ROCA.
No sólo CABEZA DURA, que siempre lo fui.
Sino de SER ROCA.
Abogando para que todos aquellos que siguieran mis ideas, se orientasen en el mismo sentido.
Llamando a OPONER UNA SÓLIDA RESISTENCIA frente a las piedras del republicidio, liberticidio, constitucidio, federalicidio e institucidio.
Dura como la ROCA.

Hasta ahora, mis acciones y decires NO han dado mayores resultados y debo decir que, siendo REALISTA como soy, no esperaba algo diferente.
Pero siempre actué igual y NO puedo cambiar.

Espero, General Roca, que usted, desde donde esté, pueda ver estos esfuerzos y se sienta orgulloso de quienes, con nuestras falencias, tratamos de hacer ALGO, por mínimo que sea o parezca, para emprender esta labor ciclópea de torcer el rumbo, sin posibilidades, acaso, de que veamos algún día los resultados  de nuestros desvelos.
Pero hay algo que ha de tener por seguro, Señor Presidente:
Por más que derriben sus monumentos, su espíritu, su voluntad de lucha, vivirá entre quienes siempre lo recordamos y tomamos de ejemplo.
Y así será hasta que se detengan nuestras funciones vitales.

Porque la vida, sin LIBERTAD, no tiene sentido de ser vivida.

Y, en lo que A MÍ RESPECTA, no tengo por opción la paz de los cementerios.

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IN MEMORIAM AETERNAM
Teniente General Don Alejo Julio Argentino Roca
Presidente de la República
Patriarca de la Organización Nacional
Artífice de la Argentina Moderna
1843-1914
REQVIESCAT IN PACE
 

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Carson Marsh

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