JULIAN GUARINO
Subeditor de Finanzas / El Cronista
Dos estrategias utiliza el Gobierno para bajar el dólar blue y la brecha que lo separa del tipo de cambio oficial.
La primera es un combo de allanamientos, multas, suspensiones e inspecciones realizadas a entidades registradas cuya operatoria fue y es sencilla de controlar y regular porque se conoce su existencia desde hace décadas.
A estas entidades se les aplica un castigo por cuestiones que no siempre están relacionadas con operatorias ilegales, sino con faltas y omisiones a normativas y reglamentos.
Obviamente, estas intervenciones tienen en vilo a la City pero su onda expansiva se traslada a otros ámbitos.
La segunda, es la emisión de bonos por parte del Gobierno que prometen pagar una tasa de interés atado a la devaluación.
En ambos, la relación es directa:
A mayor controles, mayor caída del blue.
A mayor emisión de títulos atados a la devaluación, también.
Claro que lo taxativo del asunto resulta mentiroso:
El tiempo, acaso el elemento más importante en las finanzas, puede condensar en su epicentro resultados no deseados que son productos de su devenir.
La estrategia de aplicar controles, levantar multas, efectuar castigos ejemplares y salir a anunciarlos puede resultar efectiva e incluso podría acelerar la decisión de algunas casas de cambio y sociedades de bolsa de suspender la operatoria de títulos.
Pero sin ninguna duda, de la ferocidad de esos controles (y de su onda expansiva a aquellas que trabajan en el borde de la legalidad) surgirá una segunda generación de entidades, de baja o nula transparencia, que podrían aprovechar la vacancia del negocio cuya existencia garantiza la vigencia del cepo cambiario.
Es decir que si bien se reducirá a cero la operatoria en las zonas conocidas por el Banco Central para hacer los allanamientos, también empezará a germinar una idea que ya pertenece a la vida real:
Se cambiará la circunscripción de "la City" como un subproducto de la localización de bancos, casas de cambio, sociedades de bolsa pero también financieras flojas de papeles y compañías de crédito de bajo perfil, y se transformará en un mapa mucho más amplio y menos concentrado, mucho más difícil de controlar, que podría ubicarse en barrios de la Ciudad de Buenos Aires.
¿Acaso el "dólar delivery" no pertenece ya a una segunda generación de negocios ilegales?
En la misma línea, ligar el rendimiento de un bono a la evolución de la devaluación puede parecer una idea revolucionaria para el inversor, pero sin duda es una maquinación arriesgada si se está del otro lado del mostrador.
En un contexto donde las familias y las empresas no se ven tentados a sostener ahorros en pesos, el Gobierno tiene un problema planteado:
Debe evitar que esos pesos, que no van a consumo, tomen el camino del dólar blue.
Por eso ha decidido tomar una salida que las provincias encontraron en 2013 cuando emitieron casi u$s 3.000 millones en bonos atados a la devaluación.
Con atraso cambiario y presiones monetarias de Brasil y Estados Unidos, es fácil imaginar que el empujón devaluatorio estará a la vuelta de la esquina.
¿Qué pasará cuando el Gobierno decida que ya es tiempo de actualizar el tipo de cambio?
¿Será en 2015 o en 2016?
Atar el pago de la deuda a esos saltos de cotización, bien podría poner en riesgo lo tranquilizador del asunto.
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 3 meses
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