“Todos somos Americanos”, anunció Barack Obama en un castellano con acento extraño durante su alocución del martes pasado.
El paralelismo resulta inevitable y la conclusión, evidente:
Piensa gobernar los dos años que le quedan con la mirada puesta en el lugar que le guardará la historia.
Viendo en quien se inspira, podemos imaginarnos como quiere ser recordado, afirma el ingeniero Uranga.
Barack Obama y Raúl Castro Ruz: Dejando atrás la Guerra Fría.
por FRANCISCO URANGA (*)
PARANA (U24 Entre Ríos)
El derrumbe del precio internacional del petróleo generó tantos sacudones que todavía es difícil entender cómo quedaron desparramadas las fichas en el tablero internacional.
El capítulo más espectacular se dio el martes pasado, cuando el movimiento de las placas tectónicas dejó a los gobiernos de Barack Obama y Raúl Castro más cerca de lo que nadie hubiera imaginado, generando un terremoto inesperado en el mapa político del mundo.
El anuncio del presidente de Estados Unidos forma parte de un largo proceso de distención diplomática entre ambos países, que viene desarrollándose desde la llegada del primer afroamericano al Salón Oval, y se esperaba que tarde o temprano ocurriera.
Sin embargo, la caída del petróleo catalizó la situación, acelerando los tiempos.
El apoyo del gobierno de Nicolás Maduro se había constituido en el principal sostén del régimen castrista, pero la profunda crisis económica en la que se encuentra Venezuela ahora agravada por la situación del mercado de hidrocarburos, torna inviable su continuidad.
Dentro de este marco debe interpretarse el giro diplomático ocurrido esta semana.
Omitiendo la dimensión económica, se podría caer en una lectura equivocada.
Naturalmente, hay otros factores que facilitaron este desenlace, como el papel del Papa Francisco y el interés norteamericano por aumentar su influencia en Latinoamérica.
El avance de Rusia y China sobre lo que en algún momento Estados Unidos consideró su patio trasero, le da sentido a un gesto con inocultable peso simbólico como la reconciliación con La Habana.
Es un dato que en ningún país del continente puede pasarse por alto.
El rol de Francisco fue destacado por todos los medios de comunicación y por el mismo Presidente de Estados Unidos.
El Papa permitió reducir el costo político de una decisión que de otra forma hubiera sido considerada como una claudicación.
Su participación le da otro significado:
Es una reconciliación.
Aún resta la titánica tarea de instrumentar aquello que la voluntad política propuso, paso crítico donde puede crujir el equilibro logrado hasta ahora, pero el Vaticano actuó como el aceite necesario para que estos engranajes comiencen a girar.
Parece innecesario señalar la inmensa figura de Francisco, quien tomó la revolucionaria decisión de hacer lo que debía hacerse, pero nadie parecía dispuesto a lograr.
Tal vez el legado más importante que nos deje sea la idea de que la política todavía es capaz de construir un mundo mejor.
Todos somos americanos
“Ich bien ein Berliner” (“Soy un berlinés”) fue la frase que inmortalizó al histórico discurso del Presidente John F. Kennedy en la capital de Alemania Occidental, a menos de dos años de la construcción del Muro que dividió al mundo durante casi 3 décadas.
La pronunció con un alemán algo tosco, en medio de un excepcional mensaje donde exaltaba los valores de la libertad y la democracia.
“Todos somos Americanos”, anunció Barack Obama en un castellano con acento extraño durante su alocución del martes pasado.
El paralelismo resulta inevitable y la conclusión, evidente:
Piensa gobernar los dos años que le quedan con la mirada puesta en el lugar que le guardará la historia.
Viendo en quien se inspira, podemos imaginarnos como quiere ser recordado.
Hubo, además, otra señal importante en el mensaje de Obama:
Uno de los argumentos que usó para justificar su posición contraria a continuar con el embargo a Cuba fue que “ningún otro país” apoya esta medida.
Esta expresión revela el cambio significativo que se produjo en los últimos años sobre la concepción que tiene la Casa Blanca sobre el papel que ella misma debe jugar dentro del Concierto de las Naciones.
Años atrás, especialmente durante el gobierno de George W. Bush, la política exterior norteamericana se basaba en una lectura del mundo donde EE.UU. ocupaba un lugar hegemónico y cumplían el rol de “Policía Internacional”.
Era una concepción unilateral de la política exterior, donde tenían poca relevancia el apoyo o el rechazo del resto de la Comunidad Internacional.
Esta frase de Obama esconde el reconocimiento de la pérdida de influencia de Estados Unidos y la implícita aceptación de que el nuevo mapa geopolítico lo tendrá como un actor de peso, pero no hegemónico.
Lugar que estarían dispuestos a aceptar.
Paraná, en primera fila
Las casualidades de la historia quisieron que nuestra ciudad, Paraná, fuera circunstancialmente espectadora de lujo en momentos trascendentales de la historia Panamericana donde la cuestión Cubana ocupó un papel central.
Al menos, así ocurrió en dos ocasiones.
El 3 de febrero de 1962 se realizó el acto por el comienzo de la construcción del Túnel Subfluvial entre Paraná y Santa Fe.
Para la sorpresa de los presentes, el discurso del Presidente Arturo Frondizi no giró en torno a la construcción del viaducto, la primera obra de esa naturaleza en Sudamérica.
Habló sobre política internacional.
Específicamente, habló de Cuba.
Tres días antes, el 31 de enero de 1962, Cuba había sido expulsada de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
La delegación argentina se había abstenido en la votación.
Frondizi justificó la posición Argentina en la capital de Entre Ríos, en un mensaje que pasó a la historia como el “Discurso de Paraná”.
En su exposición, que se fundamentó en la doctrina histórica de Argentina en materia de política internacional, argumentó que esa expulsión constituía una violación al derecho internacional americano, porque no cumplía con las formalidades de los estatutos de la OEA, y que el respeto por estas normas era el único reaseguro de los estados más débiles contra las grandes potencias.
Por lo tanto, consideraba que apoyar la expulsión de Cuba era el primer paso para ceder los derechos de soberanía, independencia y autodeterminación de los pueblos.
En aquella histórica jornada, también denunció que sectores reaccionarios estaban organizando un Golpe de Estado para derrocarlo, apelando a la posición Argentina en la Cumbre de Punta del Este como pretexto.
La concepción frondizista de la cuestión cubana era más amplia.
Incluso se entrevistó dos veces con John F. Kennedy para debatir sobre el asunto, a quien le planteó sus dudas sobre la eficacia que tendría el aislamiento internacional de Cuba como método para frenar el avance del Comunismo en América.
Desde su perspectiva, la única consecuencia sería el incremento de la dependencia cubana con la Unión Soviética y la consolidación de un foco Comunista en nuestro continente.
La ironía del destino quiso que 52 años después Barack Obama, aquel presidente que se inspira en Kennedy, fuera quien le diera finalmente la razón a Frondizi, cuando reconoció el martes pasado que la política norteamericana en Cuba había sido equivocada.
Curiosamente, mientras el presidente de Estados Unidos anunciaba el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba, 9 Jefes de Estado Latinoamericanos estaban reunidos en Paraná con motivo de la 47° Cumbre del Mercosur.
Y nuestra ciudad volvió a ser escenario de discursos presidenciales donde se habló de Cuba en un momento histórico para la isla, tal como ocurrió en febrero de 1962.
Hay algunas diferencias, sin embargo, que vale la pena destacar.
En 1962, el protagonista era un Presidente que se había reunido con Kennedy para tratar la cuestión cubana y el discurso tenía lugar 3 días después de la Conferencia de Punta del Este, donde nuestro país cumplió un papel importante en la defensa del Derecho Internacional Americano.
En 2014, nuestra Presidente se enteró por Twitter del anuncio de Barack Obama y no tuvo ninguna participación relevante en el proceso.
Por otro lado, Frondizi realizó una importante exposición sobre Política Exterior y Derecho Internacional.
Cristina se limitó al rol de comentarista de un asunto tan lejano como ajeno, y lo realizó con una superficialidad desconcertante.
Afortunadamente, su discurso no pasará a la historia como el “Discurso de Paraná”
Es más, con un poco de suerte, tal vez pase rápidamente al olvido...
-----------
(*) Francisco Uranga, ingeniero industrial, nieto del gobernador Raúl Uranga, miembro de la Fundación para el Desarrollo Entrerriano “Gobernador Raúl Uranga” e integrante del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), de Entre Ríos.
...
(La foto fue tomada el 03/02/1962, cuando se colocó la piedra fundamental del Túnel Subfluvial Uranga – Sylvestre Begnis.
El acto fue presidido por el presidente Arturo Frondizi, iniciativa de 2 gobernadores desarrollistas: Raúl Uranga, en Entre Ríos (en la foto al centro, firmando), y Carlos Sylvestre Begnis (a su lado, con pipa).
La obra de ingeniería fue concluida casi 8 años después, el 13/12/1969, durante la Revolución Argentina.
por FRANCISCO URANGA (*)
PARANA (U24 Entre Ríos)
El derrumbe del precio internacional del petróleo generó tantos sacudones que todavía es difícil entender cómo quedaron desparramadas las fichas en el tablero internacional.
El capítulo más espectacular se dio el martes pasado, cuando el movimiento de las placas tectónicas dejó a los gobiernos de Barack Obama y Raúl Castro más cerca de lo que nadie hubiera imaginado, generando un terremoto inesperado en el mapa político del mundo.
El anuncio del presidente de Estados Unidos forma parte de un largo proceso de distención diplomática entre ambos países, que viene desarrollándose desde la llegada del primer afroamericano al Salón Oval, y se esperaba que tarde o temprano ocurriera.
Sin embargo, la caída del petróleo catalizó la situación, acelerando los tiempos.
El apoyo del gobierno de Nicolás Maduro se había constituido en el principal sostén del régimen castrista, pero la profunda crisis económica en la que se encuentra Venezuela ahora agravada por la situación del mercado de hidrocarburos, torna inviable su continuidad.
Dentro de este marco debe interpretarse el giro diplomático ocurrido esta semana.
Omitiendo la dimensión económica, se podría caer en una lectura equivocada.
Naturalmente, hay otros factores que facilitaron este desenlace, como el papel del Papa Francisco y el interés norteamericano por aumentar su influencia en Latinoamérica.
El avance de Rusia y China sobre lo que en algún momento Estados Unidos consideró su patio trasero, le da sentido a un gesto con inocultable peso simbólico como la reconciliación con La Habana.
Es un dato que en ningún país del continente puede pasarse por alto.
El rol de Francisco fue destacado por todos los medios de comunicación y por el mismo Presidente de Estados Unidos.
El Papa permitió reducir el costo político de una decisión que de otra forma hubiera sido considerada como una claudicación.
Su participación le da otro significado:
Es una reconciliación.
Aún resta la titánica tarea de instrumentar aquello que la voluntad política propuso, paso crítico donde puede crujir el equilibro logrado hasta ahora, pero el Vaticano actuó como el aceite necesario para que estos engranajes comiencen a girar.
Parece innecesario señalar la inmensa figura de Francisco, quien tomó la revolucionaria decisión de hacer lo que debía hacerse, pero nadie parecía dispuesto a lograr.
Tal vez el legado más importante que nos deje sea la idea de que la política todavía es capaz de construir un mundo mejor.
Todos somos americanos
“Ich bien ein Berliner” (“Soy un berlinés”) fue la frase que inmortalizó al histórico discurso del Presidente John F. Kennedy en la capital de Alemania Occidental, a menos de dos años de la construcción del Muro que dividió al mundo durante casi 3 décadas.
La pronunció con un alemán algo tosco, en medio de un excepcional mensaje donde exaltaba los valores de la libertad y la democracia.
“Todos somos Americanos”, anunció Barack Obama en un castellano con acento extraño durante su alocución del martes pasado.
El paralelismo resulta inevitable y la conclusión, evidente:
Piensa gobernar los dos años que le quedan con la mirada puesta en el lugar que le guardará la historia.
Viendo en quien se inspira, podemos imaginarnos como quiere ser recordado.
Hubo, además, otra señal importante en el mensaje de Obama:
Uno de los argumentos que usó para justificar su posición contraria a continuar con el embargo a Cuba fue que “ningún otro país” apoya esta medida.
Esta expresión revela el cambio significativo que se produjo en los últimos años sobre la concepción que tiene la Casa Blanca sobre el papel que ella misma debe jugar dentro del Concierto de las Naciones.
Años atrás, especialmente durante el gobierno de George W. Bush, la política exterior norteamericana se basaba en una lectura del mundo donde EE.UU. ocupaba un lugar hegemónico y cumplían el rol de “Policía Internacional”.
Era una concepción unilateral de la política exterior, donde tenían poca relevancia el apoyo o el rechazo del resto de la Comunidad Internacional.
Esta frase de Obama esconde el reconocimiento de la pérdida de influencia de Estados Unidos y la implícita aceptación de que el nuevo mapa geopolítico lo tendrá como un actor de peso, pero no hegemónico.
Lugar que estarían dispuestos a aceptar.
Paraná, en primera fila
Las casualidades de la historia quisieron que nuestra ciudad, Paraná, fuera circunstancialmente espectadora de lujo en momentos trascendentales de la historia Panamericana donde la cuestión Cubana ocupó un papel central.
Al menos, así ocurrió en dos ocasiones.
El 3 de febrero de 1962 se realizó el acto por el comienzo de la construcción del Túnel Subfluvial entre Paraná y Santa Fe.
Para la sorpresa de los presentes, el discurso del Presidente Arturo Frondizi no giró en torno a la construcción del viaducto, la primera obra de esa naturaleza en Sudamérica.
Habló sobre política internacional.
Específicamente, habló de Cuba.
Tres días antes, el 31 de enero de 1962, Cuba había sido expulsada de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
La delegación argentina se había abstenido en la votación.
Frondizi justificó la posición Argentina en la capital de Entre Ríos, en un mensaje que pasó a la historia como el “Discurso de Paraná”.
En su exposición, que se fundamentó en la doctrina histórica de Argentina en materia de política internacional, argumentó que esa expulsión constituía una violación al derecho internacional americano, porque no cumplía con las formalidades de los estatutos de la OEA, y que el respeto por estas normas era el único reaseguro de los estados más débiles contra las grandes potencias.
Por lo tanto, consideraba que apoyar la expulsión de Cuba era el primer paso para ceder los derechos de soberanía, independencia y autodeterminación de los pueblos.
En aquella histórica jornada, también denunció que sectores reaccionarios estaban organizando un Golpe de Estado para derrocarlo, apelando a la posición Argentina en la Cumbre de Punta del Este como pretexto.
La concepción frondizista de la cuestión cubana era más amplia.
Incluso se entrevistó dos veces con John F. Kennedy para debatir sobre el asunto, a quien le planteó sus dudas sobre la eficacia que tendría el aislamiento internacional de Cuba como método para frenar el avance del Comunismo en América.
Desde su perspectiva, la única consecuencia sería el incremento de la dependencia cubana con la Unión Soviética y la consolidación de un foco Comunista en nuestro continente.
La ironía del destino quiso que 52 años después Barack Obama, aquel presidente que se inspira en Kennedy, fuera quien le diera finalmente la razón a Frondizi, cuando reconoció el martes pasado que la política norteamericana en Cuba había sido equivocada.
Curiosamente, mientras el presidente de Estados Unidos anunciaba el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba, 9 Jefes de Estado Latinoamericanos estaban reunidos en Paraná con motivo de la 47° Cumbre del Mercosur.
Y nuestra ciudad volvió a ser escenario de discursos presidenciales donde se habló de Cuba en un momento histórico para la isla, tal como ocurrió en febrero de 1962.
Hay algunas diferencias, sin embargo, que vale la pena destacar.
En 1962, el protagonista era un Presidente que se había reunido con Kennedy para tratar la cuestión cubana y el discurso tenía lugar 3 días después de la Conferencia de Punta del Este, donde nuestro país cumplió un papel importante en la defensa del Derecho Internacional Americano.
En 2014, nuestra Presidente se enteró por Twitter del anuncio de Barack Obama y no tuvo ninguna participación relevante en el proceso.
Por otro lado, Frondizi realizó una importante exposición sobre Política Exterior y Derecho Internacional.
Cristina se limitó al rol de comentarista de un asunto tan lejano como ajeno, y lo realizó con una superficialidad desconcertante.
Afortunadamente, su discurso no pasará a la historia como el “Discurso de Paraná”
Es más, con un poco de suerte, tal vez pase rápidamente al olvido...
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(*) Francisco Uranga, ingeniero industrial, nieto del gobernador Raúl Uranga, miembro de la Fundación para el Desarrollo Entrerriano “Gobernador Raúl Uranga” e integrante del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), de Entre Ríos.
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(La foto fue tomada el 03/02/1962, cuando se colocó la piedra fundamental del Túnel Subfluvial Uranga – Sylvestre Begnis.
El acto fue presidido por el presidente Arturo Frondizi, iniciativa de 2 gobernadores desarrollistas: Raúl Uranga, en Entre Ríos (en la foto al centro, firmando), y Carlos Sylvestre Begnis (a su lado, con pipa).
La obra de ingeniería fue concluida casi 8 años después, el 13/12/1969, durante la Revolución Argentina.
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