Perspectivas Microeconómicas
Una Publicación del Estudio Adolfo Ruiz & Asociados
Informe sobre economía, management y negocios – N° 194 – Julio, 2015
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1. La elección de Zannini como candidato a vicepresidente
La señora está nerviosa.
A nuestro modo de ver, no teme tanto la persecución judicial por corrupciones y negociados –a nadie se le niega un indulto, salvo a los militares-, como la amenaza de que la historia registre que su gobierno fue un gran bluff.
No habrá forma de contar votos a su favor, ni en su contra.
Sólo se podrá medir su “imagen” en encuestas que, en su mayor parte, serán dirigidas y sesgadas a cambio de retribuciones generosas.
Ella no quiere -ni soportaría- sufrir la evidencia de perder poder.
O de ser testigo del fracaso de su hijo, o de su cuñada.
Para que, de esa manera, el apellido Kirchner se torne mítico, sin la mácula del fracaso electoral.
Y, en el caso de que la fórmula Scioli-Zannini perdiese, el obsecuente candidato sería culpado por la paternidad de esa derrota.
Tal vez, la señora ya haya decidido ser la Jefa de Gabinete de Daniel Scioli, a partir del 11 de diciembre.
En la función que la Constitución le otorga a la Jefatura de Gabinete, la extensión de su poder y sus responsabilidades sólo dependen de la voluntad del presidente que lo elije.
Pero eso ya está pensado por esta “oligarquía de la perversión” (un pentágono con vértices en ella, Zannini, De Vido, Echegaray, y Cristóbal López) que nos gobierna, para el caso de que resultara ganador Scioli:
Éste estaría inmovilizado con un cepo parlamentario, sin la meneada “lapicera abracadabra”, y sin el poder dictar “decretos de necesidad y urgencia” para gobernar mínimamente sin la aprobación de un parlamento hostil a su figura.
A partir del 20 de junio, el único escollo para este plan macabro, es la coalición liderada por Macri y sus aliados.
Por eso, no es casual que incluso una buena parte del periodismo anti-kirchnerista haya extendido con virulencia las críticas y resaltado los errores del candidato.
Casi todos –sutil o manifiestamente- se muestran contra Macri:
Pareciera que periodistas y opinantes estuvieran esperando su menor paso en falso, para saltarle a la yugular.
A esta altura, resulta claro que hay mucho prejuicio “anti-Macri”, entre comunicadores, comentaristas y aún dentro mismo de la clase media más intelectualizada.
Ahora, luego de su exitoso gobierno capitalino, ya no dicen que es un vago –no pueden decirlo más-, sino que es un “nene de papá”.
Y un nuevo mito pretende instalarse:
Lo que “quiere es perder”, guiado y obediente al supuesto fatalismo de Durán Barba.
Y a la par, esos opinadores son mucho más benevolentes -y hasta con dejos de admiración- para con las decisiones que toma la presidenta, a quien consideran más fuerte e inteligente de lo que es (mientras que a Macri, lo presumen más débil y obcecado de lo que realmente es).
Si la presidenta elige bien, comentan que “es genial”
Si es Macri el que elige bien, es porque no tuvo más remedio que aceptarlo.
Pero, de aquí a agosto, esos mismos comentaristas tendrán que soportar tanto a Scioli como a Macri.
Aunque no les gusten, y aún quienes los detestan.
Uno es el obstinado jefe aparente del oficialismo y el otro un jefe de la oposición electoral, que hasta ahora está poniendo –con equilibrio y serenidad- su cuerpo, alma y vida en esta carrera.
Por otra parte, Fernández de Kirchner no es una mujer normal, sino una persona severamente desequilibrada por su obsesión de poder.
Humanos al fin, todos los líderes cometen errores, pero las excentricidades exitosas de ella son sobre valoradas por el coro periodístico, aunque son piadosamente olvidadas aquellas groseramente erradas.
Seguramente, la niñez de ambos líderes –Macri y CFK- pesa en esos prejuicios colectivos desproporcionados.
Ella, la hija natural de una modesta empleada de Tolosa.
El, un “hijo de papá”.
El sentimentalismo periodístico argentino suele tomar partido por el más débil, aunque, como en este caso, la “David” esté más cerca del bluff que de la honestidad.
Vaya como ejemplo, el análisis de algunos medios sobre las elecciones santafesinas.
Sin los resultados finales del escrutinio definitivo aún, algunos comentarios sobre la elección santafecina resaltan la “pobre” elección del candidato Miguel del Sel.
Nosotros discrepamos, porque Del Sel conservó los votos que obtuvo cuando salió electo diputado y nos parece que gozar del apoyo de un tercio del electorado en el tercer distrito del país, es un bagaje sólido.
Lo que sí resultó “pobre” fue el aporte de Reutemann y de los radicales santafecinos.
Porque el grueso de los peronistas y los radicales, apoyaron a Perotti y a Livschitz, respectivamente.
Una vez más, se demuestra que los votos no son propiedad de los dirigentes.
Por eso, no nos asombraría –para nada- leer una solicitada próxima del “radicalismo disidente alfonsinista”, apoyando a Scioli-Zannini (pese a la decisión “orgánica” de Gualeguaychú).
Claro que hay otras diferencias bastante más cercanas entre Macri y CFK:
Aquél apoyó a Rodríguez Larreta y éste ganó contra todos los pronósticos, con holgura;
Kirchner apoyó a Recalde sin tapujos, y perdió abrumadoramente.
Y lo mismo aconteció con su sostén a Pichetto, en Río Negro (un perdedor con rara hidalguía).
Por eso, creemos que la presidenta buscó –con “la gran Putín”- que no le ocurra lo mismo en la elección nacional y dispuso lanzar la dupla Scioli-Zannini –“forreando” a su anterior elegido, Randazzo-
Lo que le asegura que, si llegara a ganar, el resultado suene como un triunfo de ella, pero si perdiese, luciría como una derrota estricta de Scioli.
Ella podrá estar mal de la cabeza, pero de ninguna manera es retardada y, por otro parte –como sospecha con fundamento que el binomio oficialista puede llegar a perder- se reserva el derecho a convertirlo a Scioli en el padre de esa eventual derrota.
Cuenta la leyenda que Napoleón, cuando le proponían el nombre de un general para llevarlo a su estado mayor, preguntaba: ¿tiene suerte?
Y, cabe aclararlo, tanto Scioli como Macri son dos “generales” con mucha suerte, tal como lo demuestra la historia personal de ambos.
Es cierto que la suerte, puede cambiar sin aviso, transformarse en mala suerte y “largarte parado”.
Y, a veces, ello ocurre en el último o en el penúltimo acto de una persona (recuerden Bordón, López Murphy, Pinky, de Narváez, Carrió y ahora Massa).
¿Romperá Scioli el maleficio de quienes gobernaron la provincia?
¿Ganará Rodríguez Larreta holgadamente en capital, tal como Macri lo necesita?
Todo ello, sin el extremo de considerar la aparición un “cisne negro” (por definición, imprevisto) en cualquiera de los contendientes en la elección, o en la familia presidencial.
Las próximas elecciones nos darán un espectáculo poco común:
Dos suertudos disputando una final por eliminación, y nosotros –los electores- en el ring side.
En un rincón Scioli y su custodio Zannini, votado por una porción de los peronistas, la mayor parte de los progresistas, y todo el magma conformado por el resentimiento, el estatismo y el populismo argentino.
En el otro ángulo del cuadrilátero, Macri y su escudera Michetti, apoyado por casi todo el centrismo, la burguesía y buena parte de los liberales de izquierda y derecha.
En ambos bandos, muchos votarán a regañadientes y “tapándose la nariz” a los dos candidatos, pero no habrá otra opción.
¿Será este el comienzo de un nuevo ciclo para remontar la cuesta, o continuaremos en declive?
¿Cómo votará esa mitad de menores de 40 años que, al fin y al cabo, son los que sufrirán o se beneficiarán del error o del acierto mayoritario? ¿Cómo se comportará el voto femenino?
¿Podrán Michetti, Bullrich y Vidal superar a Fernández de Kirchner?
Demasiadas preguntas y pocas respuestas...
El lector puede pensar que este artículo no le ayuda a pulir su propio análisis.
Por cierto, nosotros no sabemos si es que comienza o no, un nuevo ciclo.
Sí, en cambio, estamos seguros que se trata de una nueva generación política, que podrá revertir o, por el contrario, acentuar nuestro declive actual.
La encrucijada que enfrentamos es decisiva.
Muchos electores ya han decidido su voto, otros están todavía indecisos, y una minoría -pero numéricamente importante- no elegirá a nadie (una forma de no perder, aunque se pierda).
No obstante, arriesgamos y mantenemos nuestra conjetura del año anterior:
Creemos que gana la coalición de centro derecha liderada por Macri en primera vuelta, y pierde el ballotage con la coalición de centro izquierda. Veremos en octubre, y nos haremos cargo.
2. Algunos comentarios sobre el momento político actual
Sobre el “entrismo”:
Se llamó así a la oculta intención de algunos dirigentes marxistas de “colonizar” al peronismo, que luego fue copiada exitosamente por los “montoneros”.
Hasta que Perón –con su astucia wash and wear- los “echó de la plaza”. Pues bien, 40 años después, algunos solapados alcanzan un nuevo logro de infiltración, pues la política, la economía y las comunicaciones nacionales están en manos de dirigentes de clara formación marxista (a la que no han renunciado, al menos públicamente).
Lo que no consiguieron “los jóvenes idealistas” con su baño de sangre, lo consiguió ahora el pentágono perverso en forma más sutil, sea con la “lapicera abracadabra” o con los aprietes judiciales o morales, repartiendo puestos o consagrando ascensos sin mérito alguno (salvo que a la obsecuencia y el “felpudismo” se lo considere un valor).
Sobre los partidos políticos:
Los partidos políticos no son lo que fueron.
Ni aquí, ni en el mundo.
Pero en nuestro país, están más “jibarizados” todavía.
Es que los partidos precisan de un público cautivo y parece que ya no hay más públicos cautivos masivos.
Hasta hace relativamente pocos años, el caudillo barrial, la unidad básica y el comité y, por encima de todo, el empleo público, garantizaban ese cautiverio.
Hoy los medios de comunicación están obviando su participación y la relación entre elegidos y gobernados es mucho más directa.
Por eso, los “espacios” políticos –como se los llama ahora-, operan como algunos clubes que van perdiendo membrecía y ofrecen una “conscripción de socios”[1].
Es claro, que los líderes partidarios pueden a acelerar o retardar este proceso de intermediación.
Así como Raúl Alfonsín resultó ser –sin que fuera su intención- prácticamente el “enterrador” del radicalismo, es posible que Fernández de Kirchner vaya a ser la “enterradora” del peronismo.
Pues no parece haber dentro de este movimiento dirigentes con predicamento suficiente como para provocar una renovación atractiva para las nuevas generaciones.
Ni siquiera sus más lúcidos exponentes cuentan con la fortaleza para impulsar un cambio rejuvenecedor.
Este giro a la sinistra emprendido por la Sra. de Kirchner, creemos que actuará como un precipitante de la decadencia del partido peronista.
Sobre los sindicatos:
Pero, además, pensamos que la elección de Zannini habrá de perjudicar la histórica relación entre el PJ con su “columna vertebral” sindicalista. Aparte de ello, recordemos que el sindicalismo está en retirada en todo el mundo (en 1945, en los EE.UU. el 40% de los trabajadores estaban sindicalizados, mientras que en 2012, sólo el 7%[2])
Es cierto que los astutos, ancianos y aburguesados líderes gremiales ya no son lo que eran.
Jaqueados por la izquierda, por sus propias bases y por las necesidades de los gobiernos de turno, sólo atinan a perdurar como dirigentes vitalicios, sin pretensión de seguir siendo una columna ósea, y esperando confortablemente mantener “el matrimonio, hasta que la muerte los separe”.
Sobre la actitud papal, Clarín y Techint:
Obviamente, no sabemos qué y sobre qué conversaron el Papa Francisco y la Sra. de Kirchner.
Tal vez, hablaron de la candidatura de Scioli, aunque casi seguramente no hablaron de la de Zannini.
Si nuestra suposición es correcta, ella lo volvió a “madrugar” al Papa en forma inesperada.
Pero ya no se trata del cotillón, de los cantitos de La Cámpora o de la camiseta de San Lorenzo.
Ahora estamos frente a un político ideologizado, de formación marxista ortodoxa y que, a través de un bajo perfil, se ha transformado en un arquetipo del “entrismo” y en un conspicuo integrante de la quinta columna nacional, populista y socialista.
Y, también, el “dedazo” desbarató los planes de Clarín y su antiguo “co-equiper” Techint, cuyos acuerdos con Scioli pueden verse amenazados con la incorporación sorpresiva de Zannini.
Sobre las opiniones colectivas:
Lo que provoca más rechazo en la sociedad, según las encuestas es primero: la inseguridad con un 88.5%; luego, la situación económica, con 83.6%; tercero, la no división de poderes, con 76.4%; y con menos rechazo, las Políticas Sociales, con 56.8% y la política de Derechos Humanos, con 53.0%.
Como vemos, estos guarismos concuerdan con el argumento que sostienen algunos analistas acerca de que las ¾ partes del electorado es anti-oficialista.
Por otro lado, el 80% de la opinión pública no cree en la justicia; sólo el 58% de ella cree en la Iglesia Católica; menos en los bancos, sólo el 48%; y en el Poder Legislativo un magro 31,2%.
Sobre la salud de la presidenta:
Según el periodista-analista del diario La Nación, (Sehinkman), Cristina Fernández de Kirchner se siente una persona invencible.
No es una excepción en quien lleva años de éxito político, tuviera o no merecimientos para ello.
Y, como sabemos, el éxito es siempre una amenaza temible para todos, porque ayuda fuertemente a confundirnos y estimula nuestro ego hasta que podemos llegar a creer que no perderemos jamás en nada.
Esa fe, dicen que puede mover montañas, aunque, como nos lo recuerda Peter Drucker - a quien ella parece no haber leído:
“Hasta el momento, a las montañas sólo las hemos podido correr con los Caterpillar”⌂.
Julio, 2015
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[1] Graciela Romer, en Perfil (mayo 2015).l
[2] “El Fin del Poder”, por Moisés Naim, Editorial Debate, pg.294, 2013
Boletín Info-RIES nº 1102
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Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
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