Ricardo
Roa
Hay en preparación un no va más
no para el juego sino para los negocios sucios del juego.
El juego
que sirve para lavar dinero y no pagar o eludir impuestos.
El
Gobierno lanzará a la Unidad de Información Financiera a controlar los casinos,
hasta ahora una zona liberada pese a que todo el mundo sabe que es una ruta del
lavado.
Y pese a
que la ley ordena a la UIF vigilarlos igual que a bancos, casas de cambio y
compañías de seguro y de transporte de caudales.
A todos
se los considera “sujetos obligados”.
En otras
palabras:
Obligados
a reportar cualquier operación que se considere sospechosa.
Y
operaciones sospechosas abundan en las salas de juego.
Según
fuentes oficiales, la UIF jamás intervino en el casino flotante de Puerto
Madero ni en el Hipódromo de Palermo, los mega establecimientos del rey de las
tragamonedas Cristóbal López.
El kirchnerismo encontró la
fórmula perfecta para ganar siempre.
El Zar
del Juego estuvo más allá de los controles, más allá de los impuestos, más allá
de todo.
El
primer blindaje a López fue político y se lo dio el matrimonio Kirchner, que
también le dio la explotación de la timba en la Ciudad.
Un
privilegio que, se entiende, no sólo a él hizo millonario.
La
lotería kircherista no dejó nada al azar y otro escudo para López fue el de la
Lotería Nacional que debía controlarlo y que para no hacerlo se puso en manos
de otro pingüino con quien Cristóbal comparte apellido y un pasado común.
Se trata
de Roberto López, liquidador junto a Lázaro Báez del Banco de Santa Cruz.
López
estuvo en Lotería durante toda la década ganada.
Y acá no
hay ironía:
La década ganada para el juego.
Tampoco
hubo límites para proteger a López en la Justicia.
Es una
historia que no puede ser contada dentro de los límites de esta columna.
Un
capítulo clave lo protagonizan el ahora camarista Sergio Fernández, hermano de
Javier, operador también clave de los Kirchner en Comodoro Py.
Sergio
falló a favor de López tantas veces como fue necesario, primero como juez y
después como camarista.
También
lo hizo Luis María Márquez, al que Sergio hizo nombrar en el mismo fuero
Contencioso Administrativo Federal. Hasta integró el Jurado que lo aprobó como
camarista.
Amigos son los amigos.
El
problema de Cristóbal es que está en problemas.
Hizo
saltar la banca pero en el juego también él puede perder.
No tiene
protección política y tiene menos protección judicial.
La Corte
debe resolver si se le permite seguir sin pagar impuestos a la Ciudad.
Y se le
viene encima la UIF y ya no es más la UIF kirchnerista…
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