Relato
de la reunión del Juez Adolfo R. Vázquez con Néstor Kirchner
…
Una
mañana, en pleno juicio político contra el ministro Eduardo Moliné O’Connor
después de la renuncia del presidente de la Corte: Julio Nazareno, recibí una
llamada de mi amigo Jorge Antonio, a quien conocía desde mi juventud cuando
militaba en el gremialismo, invitándome a concurrir con urgencia a su casa, en
la calle Paraná 1279.
Al
llegar me sorprendí al encontrarlo sentado en el living, junto al presidente
Kirchner.
Me
invitó a tomar asiento y me preguntó qué podía servirme.
Le
pedí un mate cocido y, acto seguido, me interrogó en forma directa sí estaba
dispuesto a colaborar con el gobierno.
Le
respondí entonces que nuestra Corte nunca había interferido con ninguno de los
gobiernos y que n uestra función era tratar de ayudar en todo lo que fuera
posible.
A
continuación me dijo que lo más importante era que se convalidara una nueva ley que declaraba la nulidad de las leyes anteriores de Punto Final y
Obediencia Debida que había dictado el Congreso.
Y,
además, el gobierno necesitaba
reestructurar la deuda, para lo cual había
que apoyar la pesificación cambiando los votos de la Corte en ese sentido.
Sus
palabras fueron:
-
Yo tengo dos
amigos en la Corte, y al que más afecto le tengo, es a Ud., a quien conozco de
muy joven, tal como se lo dije al presidente, y señaló a
Kirchner.
Yo
estaba bastante confundido pero atiné
a decirle que en la feria del 2002, el doctor López y yo (los otros ministros
que habían adherido) habíamos preparado la causa Smith.
Que
en lo relativo a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, la Corte se
había expedido en reiteradas oportunidades declarando
su constitucionalidad desde la época
del presidente Alfonsín, criterio que se
mantenía hasta el momento.
Añadí
que yo podría tomar una licencia, y le
aclaré, además, que había intentado presen tar mi renuncia al ex presidente
Duhalde pero que éste la había rechazado diciendo que era el criterio
compartido por el propio Kirchner, ahí presente
y que, de verdad no entendía el hecho de que no se me hubiera aceptado
mi dimisión y ahora pretendieran echarme.
Agregué
que no quería irme de ese modo ni estaba
dispuesto a ser obligado a renunciar.
Volví
a insistir en la idea de tomarme una
licencia o que me dieran la posibilidad de una salida más elegante
Entonces
Jorge Antonio me respondió que sí Enrique Petracchi (que evidentemente era su
otro amigo) había aceptado su proposición a pesar de haber sido designado por
Alfonsín, no entendía porque yo no…
Le
respondí entonces que me dejara pensarlo
y que al día siguiente lo vería.
Sin
embargo, en ese momento Kirchner se levantó de su asiento, me puso una
mano en la espalda y dirigiéndose a
Jorge Antonio, le manifestó:
-
“Ya le dije Don
Jorge que era perder el tiempo” y se encaminó a la cocina.
Don
Jorge me dijo entonces:
-
“Creo
Adolfo que está cometiendo un grave
error. Duhalde piensa lo mismo. Usted está en una posición de mucha debilidad.
Me parece que debería aceptar. Yo no puedo hacer más. Fue un consejo de puro
amigo.
Finalmente,
algunos se avinieron al trato y pasaron a integrar la nueva Corte,
ideológicamente afín a los caprichos de Kirchner,
mientras que otros n os rehusamos.
A
partir de ese momento empezaron la guerra mediática y las agresiones de todo
tipo, como atentados, amenazas telefónicas, por carta, que muy bien supo
manejar el gobierno gracias a la posición ventajosa de uno de los poderes del
estado, que contaba con inmensos recursos de publicidad “oficial” de os que el Poder Judicial, carecía.
En
nuestro caso a través de esa campaña se habló de nuestra conducta o de
resoluciones que habíamos tomado en distintos casos aplicando el Derecho cómo máxima autoridad en la materia.
Se
nos trató de una “supuesta mayoría automática” (convenientemente resucitada
años después de su olvido), que no solo nunca había sido tal, sino que en todo caso lo hubiera sido de
tres gobiernos anteriores (De la Rúa, Rodríguez Saá y Duhalde)
Ningún
peligro de “dependencia” del poder político kirchnerista podía imaginarse ya.
De
hecho, el gobierno de De la Rúa había transcurrido sin enfrentamientos con el
poder Judicial y, lo propio ocurrió en alguna medida con el gobierno de Eduardo
Duhalde, luego que este comprendiera, después de un intento similar de su
gobierno de hacer un juicio político 2002 contra la Corte Suprema que fue
rechazado en ña Cámara de Diputados, el acierto de nuestra Corte de haber
protegido, la propiedad privada por un lado y la pacificación del país, por el
otro.
…
Lo
único que no puede hacer un juez, es militar en un partido político mientras
ejerce el cargo de magistrado...
Adolfo R. VÁZQUEZ
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