18
de mayo de 2016
Por
Hugo Reinaldo Abete *
Durante
el régimen Kirchnerista, en sus ambas versiones, la de Néstor y la de Cristina
y fundamentalmente en esta última, he
dicho y escrito que los miembros de las FFAA, de seguridad, policiales,
penitenciarios y civiles presos por haber combatido a la subversión en los años
’70, debían ser considerados como Prisioneros de Guerra.
Y fundamentaba
tal expresión en que la guerra contra la subversión no había terminado y que
más de 2000 prisioneros contra derecho y 350 muertos en prisión eran la prueba
más acabada de tal afirmación.
Seguramente
para quien no esté muy familiarizado con la terminología militar, (guerra,
prisionero, etc), el título de este escrito pueda parecerle una enormidad.
Y
si además esa persona es de los que hacen un culto del pacifismo (que no es lo
mismo que ser pacífico), seguramente hasta le generará un cierto rechazo.
Pero
lo cierto es que, si nos tomamos el trabajo de leer lo que dicen los manuales
de guerra revolucionaria respecto de cuáles son las fases de la misma, podremos
comprobar que, cuando la subversión llega al poder (sea por la violencia o por
elecciones), lo primero que hace es quitarse del medio (fusilar o encarcelar),
a todos aquellos que la combatieron durante la lucha armada y de esta forma
evitar cualquier tipo de resistencia en la conquista de los objetivos
revolucionarios.
Es la fase de la
consolidación revolucionaria.
Y
en la Argentina, en efecto, eso es lo que han hecho los Kirchner con la
complicidad de todos los jueces de la Nación que se avinieron a cometer el
prevaricato de juzgar arbitrariamente a las Fuerzas del Orden que combatieron a
la subversión terrorista y a no hacer absolutamente nada con los integrantes de
ésta que, no sólo gozan de libertad, sino que cobraron indemnizaciones
millonarias y muchos ocupan cargos en el gobierno o en las estructuras del
Estado.
Como
paralelamente, mediante un bombardeo permanente de acción psicológica, la
subversión preparó a la población para hacerle creer que los militares eran
todos unos asesinos y genocidas, en general, la sociedad ni se inmuta por lo
que les pasa. Y entonces ocurre que transitamos esa Fase que mencionamos sin
que nos demos cuenta que, efectivamente, estamos en una guerra aunque no suene
un solo disparo.
Dicho
esto del gobierno corrupto “revolucionario” Kirchnerista (más corrupto que
revolucionario),
cabría
agregar ahora que muchos compatriotas creían que esta guerra se acababa cuando
cambiáramos de gobierno, máxime si se tiene en cuenta que el nuevo presidente,
en su campaña, había expresado que iba a
“terminar con el curro de los derechos humanos”.
Si
bien tengo opinión formada sobre el nuevo gobierno, deliberadamente, desde que
asumió, dejé de mencionar en mis escritos los fundamentos esgrimidos en cuanto
a que estamos transitando por una guerra y, consecuentemente, me llamé a
silencio.
Los pedidos de
libertad para los presos políticos de Venezuela por parte del presidente Macri,
hacían presagiar que en su propio país ya no iba a haber más presos políticos
ni prisioneros de guerra.
Sin
embargo, como bien dicen los sabios manuales de sana doctrina, las falsas
ideologías, tanto de derecha como de izquierda, suelen juntarse e ir de la mano
en lo que a materia cultural y militar se refiere, y hoy vemos que aún en el
nuevo gobierno, la guerra continúa y
que no hay ni va a haber justicia para los que combatieron a la subversión del
lado de las Fuerzas del Orden de la Nación.
Quienes
tengan oportunidad de ver por youtube las grabaciones del juicio que,
actualmente, se está llevando a cabo en la ciudad de Neuquén (y así son todos),
podrá comprobar por sí mismo lo que es el funcionamiento de un verdadero
tribunal revolucionario.
Patotas
descontroladas a las que se les permite todo tipo de agresiones verbales sobre
los falsamente imputados, testigos inventados y descalificados como tales que
desoyen a los jueces, no contestan las preguntas y desarrollan un libreto
cargado de ideología marxista, fiscales rayando en lo cinematográfico y un
payasesco y ridículo juez que tiene el agravante de apellidarse “Aguerrido”,
conforman una escena Dantesca, muy difícil de explicar (hay que verlo para
creerlo).
Estos
jueces corruptos, sus auxiliares y secretarios también corruptos !!!
−porque saben que lo que hacen no se ajusta a derecho−,
los testigos falsos y todos quienes en mayor o menor medida participan de
estos tribunales revolucionarios, se olvidan aquello de que “nada es para
siempre” y están sembrando las semillas de su propia desgracia.
Cuando
esos jóvenes secretarios, en el futuro sean juzgados por todos estos excesos y
aberraciones jurídicas ¿qué
van a decir?
¿que
ellos eran solo escribientes y que no sabían lo que hacía el juez?.
Y
a los jueces resulta oportuno recordarles otro sabio refrán:“En
la vida todo vuelve…”
¡Por
Dios y por la Patria!
*
Hugo Reinaldo Abete
Ex
Mayor E.A.
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