Malú
Kikuchi
Finalmente,
llegó.
El
6 de abril 2017, después de 15 meses de gobierno, la CGT le hizo su primer paro
general, transporte incluido, al gobierno de Macri.
¿Razones?
Muchas,
algunas reales y otras no.
Que
la plata no alcanza, es cierto.
Que
no les gusta la política económica de este gobierno, también es cierto.
Pero es la
política económica de un gobierno votado por la mayoría.
Tendrán
que esperar a ganar la próxima elección y decidir ellos qué política económica
van a hacer.
Un paro no
cambia la economía,
la achica.
El
2016 fue un año muy difícil económicamente…
El país que
dejaron los K era tierra arrasada.
Los
sindicatos apoyaron, pusieron el hombro y la gente se ajustó el cinturón.
Ahora
que las cosas mejoraron un poquito, ahora hacen un paro general.
¿Por
qué?
Porque
es un año electoral y porque nuestro sindicalistas son buenos negociantes.
¿Y
el país?
De
eso no se habla.
Se
habla de paritarias y de sueldos más altos.
Al
día siguiente del paro, ¿qué cambió?
El
país produce menos, los míticos inversores son más reacios a invertir en un
país desquiciado por paros generales y los diarios e interminables cortes de
rutas, puentes y calles.
Después
se quejan de las inversiones que no llegan.
¿Cómo
van a poner plata en un país de encapuchados armados de palos con clavos en la
punta?
Un
país donde los sindicatos prohíben ir a trabajar.
La
amenaza de Viviani (sindicato de taxistas) de dar vuelta los taxis que salieran
a trabajar, es una prueba de la intransigencia sindical.
Personas
cerrando una estación de servicio de madrugada para que sus dueñas no pudieran
trabajar, es otra prueba. Organizaciones sociales cortando la Panamericana con
la ruta 197 y agrediendo a los gendarmes, es otra prueba.
¡Y
son tantas!
¡Y
se quejan de la falta de inversiones!
Sería
más honesto, ¡qué palabra tan rara!, que dijeran que quieren que vuelva el
despilfarro, el deme todo en muchas cuotas, el regalo de planes no trabajar y
de jubilaciones sin aportes; el inaugurar una, dos, tres, cuatro y hasta cinco
veces hospitales, escuelas, vías férreas, estaciones y, y… inexistentes.
Volver
al “mentime
que me gusta”, “contame que tenemos menos pobres que en Alemania.”
Y
por favor, un INDEC trucho.
Volvamos
a los cortes de luz en aumento, a la inflación maquillada y a los precios
cuidados, cuando todos sabíamos que era
“cuidado con los precios”.
Pero
es tan lindo que nos cuenten cuentos para irnos a dormir con una sonrisa,
mecidos por la diaria condena nacional y el dedito acusador, un día le tocaba a
uno y otro día a otro.
Y
“Clarín miente”.
Que
puede que sea cierto.
Pero
desde el gobierno nacional no se ataca a un medio.
A
ninguno.
Y
sigue la misma pregunta: ¿qué se consigue con un paro nacional?
¿Qué
se consigue con prohibirle trabajar a la gente, que es lo que hicieron?
¿Mejores
condiciones de trabajo, mejores salarios, una nación en marcha?
¿Inversores
fascinados con un pueblo trabajador, empecinado en sacar a flote su país?
No, de eso ni la
CGT, ni los piqueteros, hablan.
La
Argentina perdió un día de trabajo.
Los
chicos, esos rehenes de los trabajadores de la educación, liderado por personas
que anteponen sus proyectos personales a la sagrada misión de enseñar,
perdieron otro día.
Eso
equivale a estar mucho más lejos de los chicos de China, de Finlandia o de
Singapur.
Argentinitos
cada vez más lejos de poder competir con ellos en un futuro que será totalmente
globalizado.
Reprimir
es un verbo civilizado, de acuerdo al diccionario es “volver a poner las cosas
en su lugar”.
Se
vio.
Se
puede reprimir con responsabilidad.
Gracias
CGT.
Gracias
organizaciones sociales.
Gracias
piqueteros.
Ustedes
se sacaron el gusto.
Todos nosotros,
hoy, somos más pobres en todo sentido.
*
“¡Ay Patria mía!”
*
Últimas palabras de Manuel Belgrano antes de morir, 20/6/1820.
No hay comentarios:
Publicar un comentario