"Que un Rey se ame más a si mismo que a
su pueblo es muy triste.
Que un pueblo ame más a su Rey que a sí mismo es muy
peligroso". Joaquín Lavado, Quino
Cual sanguinaria diosa fenicia, Cristina Elisabet
Fernández espera que la sociedad argentina pague su
cuota anual de dolor y, cuando no es complacida, manda a sus fieles –Jorge
Ferraresi (Avellaneda), Mario Secco (Ensenada), Verónica Magario (La Matanza), etc.-
a exigirla a pedradas en la calle.
Allí los barrabravas y lo peor del lumpenaje
del Conurbano bonaerense, convertidos en carne de cañón a base de prebendas y
de drogas, se encuentran con los energúmenos antisistema y con las entrenadas
milicias de los partidos troskistas, fogoneados por los diputados de la
oposición que, en el recinto, no sólo justificaron la violencia sino que
pretendieron inútilmente utilizarla para frustrar el trámite del proyecto de
reforma previsional, como Nicolás del Caño, Agustín Rossi, Máximo Kirchner,
Victoria Donda, Eduardo de Pedro, Andrés Larroque, Mayra Mendoza, Leopoldo
Moreau, Fernanda Vallejos o Graciela Camaño.
La clara posición de esta última, jefa del
bloque massista, al igual que el papelón de Ignacio de Mendiguren la semana
pasada, mostró la desesperación de quien ha perdido protagonismo y
trascendencia como constructor de la “ancha avenida del medio”, tan pregonada
en la campaña electoral y tan
desenmascarada en su pretensión de simular ser algo distinto a lo peor del PJ.
El debate legislativo permitió realizar
ejercicios de gimnasia revolucionaria, y los frutos serán seguramente puestos
en práctica antes de fin de año.
La explicación es simple:
La ya extensa nómina de funcionarios y testaferros
kirchneristas presos hace que la siniestra viuda perciba más cercano el
aliento en la nuca de los jueces, y
sabe que sus hijos están al borde de convertirse en nuevos huéspedes de las
prisiones federales.
Doña Cristina no se entregará sin pelear,
aunque ello requiera llenar de muertos la Argentina.
¿Qué duda puede caber respecto a la falta de escrúpulos
de quien no hesitó en saquearlo hasta la extenuación?
Lo ocurrido el lunes permite su análisis
desde distintos ángulos:
La Policía frente a la protesta, la
participación de inmigrantes, el accionar judicial y la conducta de los
gremios, en especial los que prestan servicios públicos.
Esa mirada debe ser puesta sobre otros
escenarios conflictivos que se viven hoy y a las cuales debemos ponerles freno
ya mismo, so pena de asistir a una escalada de terror que nos haría retroceder
cuarenta años y confirmar nuestra sempiterna vocación suicida.
Ver, como dijo el Fiscal Germán Moldes, cómo
se enviaba a la Policía a cabecear adoquines por impunes asesinos (no queda un
solo detenido por lo ocurrido), debe hacernos reflexionar como comunidad acerca
de qué esperamos de las fuerzas de seguridad.
Resulta imposible que cualquier sociedad
humana funcione sin la autoridad del Estado, al cual hemos delegado el
monopolio de la fuerza…
Sin embargo, los argentinos ponemos
permanentemente en duda su proceder, como quedó claro cuando se develó el
monumental fraude del caso de Sergio Maldonado, cuando se miró por meses con
desconfianza a la Gendarmería.
Otro grave problema que quedó expuesto en los
recientes episodios de violencia cuando una enorme mayoría de los heridos era
extranjera, es la carencia absoluta de una política migratoria seria y
responsable.
Los países aplican el concepto de
reciprocidad en sus relaciones con los demás y, por ejemplo, imponen la
necesidad de contar con una visa a los turistas de las naciones que las exigen
a sus ciudadanos, o facturan al país de origen los gastos en salud pública que
éstos hubieran generado.
Aquí no preguntamos nada a los inmigrantes,
ni siquiera si tienen antecedentes penales o disponen de un trabajo asegurado.
Les regalamos salud y educación, incluida la
universitaria, y permitimos que contingentes permanentes ingresen desde los
limítrofes para operarse o cambiar su dentadura gratuitamente;
permitimos que hayan sentado sus bases las
grandes bandas de narcotraficantes bolivianos, peruanos, colombianos y
paraguayos;
y obsequiamos documentos de identidad,
jubilaciones, planes sociales y hasta viviendas a los extranjeros.
No se trata de discriminar, sino de evitar
que aumente la pobreza, crezcan las ocupaciones de tierras y los saqueos
mientras, con los excesivos impuestos que pagamos, bancamos ese dislate.
La explicable –por su adscripción política-
conducta de una Juez, Patricia López Vergara, que accedió rápidamente al pedido
de Mariano Recalde, precisamente uno de los claros responsables de los
movimientos sediciosos y criminales que se desarrollaron en el centro porteño,
y dispuso que la Policía encargada de custodiar la zona no reprimiera, merece una
particular atención y, por supuesto, su denuncia ante el Consejo de la
Magistratura local, ya que la magistrada
privilegió su ideología sobre el ordenamiento legal que rige en la República.
El oficialismo parlamentario recayó en la
ingenuidad, como quedó demostrado por el estrecho margen que le permitió
obtener la sanción de la discutida ley.
Nuevamente, creyó a los gobernadores que le
dijeron que, para conseguir que el PJ no K lo apoyara, bastaba una foto,
mientras se negaban a emitir una declaración de respaldo al Gobierno.
Esos mandatarios jugaron a dos puntas, y sus representantes en la Cámara dividieron sus
esfuerzos aprobando y rechazando a la vez el proyecto previsional.
Y los diputados que responden a Sergio Massa,
que justificaron de viva voz a los violentos y acompañaron los esfuerzos del
kirchnerismo y la izquierda para levantar la sesión, mostraron a las claras de
qué lado están, olvidando la “ancha avenida del medio” que pregonaba su jefe.
La CGT, corrida por izquierda, decretó un
paro nacional con efectos “ni-ni”, en especial por la UTA, que pobló de
colectivos las calles de la ciudad.
Pero, al menos, fue notoria su falta de
acompañamiento a los violentos.
Una posición similar adoptaron Barrios de Pie
y la CTEP, que encabeza Juan Gabrois, el tan conspicuo hombre del Papa.
Muy distinta fue la conducta de las dos CTA y
de algunas organizaciones sociales –a las cuales el Gobierno no cesa de
financiar-, que dieron un claro respaldo a quienes promovieron los disturbios.
Aún espero que la Justicia declare la
ilegalidad del Partido Obrero, en el cual milita Sebastián Romero, el
terrorista fotografiado mientras atacaba con un mortero a la Policía.
Antes de los hechos, esa organización emitió
una convocatoria a la manifestación, en la que dejó en claro su objetivo
principal: la destitución del
Presidente.
Pero sí merece que hablemos de Aerolíneas
Argentinas, “su” compañía, que tan cara resulta para el presupuesto nacional.
Los gremios aeronáuticos han puesto a parir a los
ciudadanos y turistas extranjeros con paros cada vez más salvajes, mientras sus siderales costos incluyen salarios que no
guardan relación alguna con lo que percibe el resto de los argentinos.
Ahora que tenemos varias compañías
internacionales operando en el país, ¿no será hora de plantearnos si se justifica
una “línea de bandera” tan cara y tan ineficiente?
No la tienen Suiza, Brasil, Chile, Gran
Bretaña ni Estados Unidos; entonces, ¿por qué nosotros?
Sólo me resta desearle, a usted y a los
suyos, una feliz y santa Navidad; o feliz Janucá, si es usted uno de mis muchos
amigos judíos.
Sigo siendo optimista, y tengo la certeza de
que 2018 será un buen año para nuestro querido país, al que tanto hemos
maltratado.
Bs.As., 23 Dic 17
Enrique Guillermo Avogadro
No hay comentarios:
Publicar un comentario