"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

jueves, 22 de noviembre de 2018

Cuando una persona no sabe cómo se hace una cosa, se le enseña…


En el caso de la inflación por ejemplo:
Dujovne: No se cómo se baja la inflación.
Mayo: Apaga las máquinas que imprimen billetes.
Dujovne: Y ¿cómo cubro los gastos del Estado si no tengo dinero?
Mayo: Bajá el gasto y no vas a necesitar el dinero para pagar tal gasto.
Dujovne: Y ¿cómo lo bajo?
Mayo: Elimina ministerios, secretarías y subsecretarías, reducile a la mitad los sueldos a todos los funcionarios, vendé las empresas públicas, sacale los subsidios a todas las empresas amigas, acaba con todas las ONG y demás organismos que viven de la recaudación fiscal, clausura todos los edificios públicos que tengan gran costo fijo...
Dujovne: No puedo hacer eso.
Mayo: Sí podés, no querés que es muy distinto.
Dujovne: No puedo Mayo, te juro que no puedo hacer eso, no puedo, me encantaría pero no puedo....
Mayo: Entonces necesitás terapia.

Cuando una persona no puede hacer lo que dice que quiere hacer, es el mismo caso de un alcohólico que dice que quiere dejar de tomar y no puede, necesita terapia psicológica que le ayude a hacer lo que quiere hacer y no puede.
Tendría que haber entonces una entidad equivalente a Alcohólicos Anónimos donde pudieran internarse los Ministros de Economía inflacionarios,
allí formarían una ronda y cada uno contaría su caso para ayudarse mutuamente.
Por ejemplo, estarían Sigaut, Sorruouille, Pugliese, Jesús Rodriguez, Erman Gonzalez, Boudou, Lorenzino, Kicillof, Prat Gay y Dujovne.
Cada uno contaría su historia, explicando cómo a pesar de lo mucho que lo deseaban, no pudieron bajar la inflación.

La idea es que se produzca la catarsis y reconozcan su problema, generalmente -supongo- esta sobrevendría cuando el ministro en cuestión se largase a llorar, balbuceando entre sollozos: "yo quería bajar la inflación, pero no pude, juro que no pude...".
Luego vendría la terapia.
Imagino una ahora (no soy psicoanalista), podría ser una basada en un simple reflejo condicionado.
De igual modo que en el circo doman a los caballos, dándoles terrones de azúcar cuando hacen las piruetas que quieren que hagan, y dándole latigazos cuando hacen otra cosa, en el caso de la terapia para la cura de la compulsión a imprimir billetes, sería de este orden:
Se pondría al ministro en cuestión en medio de una gran sala con muchas impresoras activadas imprimiendo billetes a toda máquina.
La tarea del ministro sería que tendría apagarlas a todas…
En vez de un terrón de azúcar como premio, se estudiaría los gustos de cada ministro, en el caso de los ministros viejos por ejemplo, Erman Gonzalez, Pugliese, Sigaut, etc., luego de haberles dado una dieta baja en calorías durante una semana, se les diría:
"Ministro, si apaga todas las máquinas le daremos un regio bife de chorizo con papas y un buen vinacho.
Si no las apaga, seguirá comiendo polenta y arroz una semana más".

En el caso de los ministros jóvenes (Boudou, Lorenzino, Kicillof, Prat Gay), luego de un período prolongado de sequía sexual impuesto por la clínica, se les diría: "Ministro, si apaga todas las máquinas, esa chica que está allá (en el fondo hay una chica en bikini que lo saluda abanando), va a satisfacerlo en todos sus caprichos, si no las apaga, no le va quedar más opción que una semana más de onanismo".
En los casos de compulsión a imprimir billetes más graves (Sorruouille, Jesús Rodriguez, Ermam Gonzalez), se pondría al ministro en cuestión en la misma sala de máquinas pero con todas apagadas, el ministro estaría atado a una correa como un perro, haciendo fuerza desesperado por ir corriendo a las máquinas para prenderlas y que empiecen a imprimir.
De repente se lo soltaría al grito de "ataque!".
El ministro correría a apretar el botón de "on" y cuando lo haga recibiría una fuerte descarga eléctrica.
Lo mismo le pasaría cuando vaya a prender las otras máquinas.
La terapia estaría concluida cuando el ministro pueda estar dos horas en medio de la sala de máquinas sin intentar prenderlas, en perfecto estado de quietud y serenidad.

La última opción (que es la única verdadera), es que Dujovne sabe perfectamente qué se debe hacer para bajar la inflación y no lo hace porque no quiere, quiere seguir teniendo un gasto público descomunal y financiarlo con la mayor presión fiscal posible, con la mayor deuda pública posible y con la mayor emisión de moneda posible.

Posted: Mayo Von Höltz ®

Los empresarios, los comerciantes y los consumidores no tienen la más mínima influencia en la inflación, toda la responsabilidad recae en el gobierno.

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