Por Christian Sanz
Otra
vez la locura colectiva
Otra
vez sopa.
Incidentes
y más incidentes en la previa del clásico Boca-River.
Tengo
en mi cabeza la misma postal desde que era un niño, en los lejanos 70 y 80.
Soy
un ignorante total respecto del tema fútbol, pero siempre que se dan disturbios
como los de hoy me pregunto lo mismo:
¿Cómo
es posible que no se pueda evitar la locura que impulsan un pequeño grupo de
inadaptados?
Luego,
voy más allá y me interrogo:
¿Por
qué una mayoría que no avala la violencia debe ceder a los deseos de unos pocos
imbéciles?
La respuesta es
obvia y clara:
No se termina
con lo que no se quiere terminar.
Simple y
sencillo.
¿Quién
liberó hoy la zona para que los barras robaran las entradas a los que
intentaban llegar a la cancha de River?
¿Quién
les permitió cobrar mil pesos para estacionar en la periferia?
La
postal no es nueva, pero nadie hace nada al respecto.
Es
que los barrabravas son funcionales a la política, los dirigentes del fútbol y,
en algunos casos, hasta la policía.
¿Cómo
quitarle gravitación a un tipo que se codea con esos poderes?
¿O
acaso no saben los dirigentes vernáculos que, cuando le piden “ayuda” a un
barrabrava para alcanzar un cargo —o lo que sea—, le están solicitando auxilio
a un tipo que vive del crimen y el narcotráfico?
La
pregunta no es ninguna genialidad, es apenas una cuestión de sentido común.
Pero
a nadie le interesa.
Porque
todo pasa finalmente.
Porque
todos se terminan hartando de que persista la impunidad, sin solución de
continuidad.
Entonces,
¿para qué protestar?
¿A
quién le importa cambiar algo?
¿De
qué sirve preguntar por qué nunca nadie va preso por tirar piedras y destrozar
la propiedad privada?
Porque nada
cambiará.
Habrá,
quizás, alguna palabra de ocasión para condenar la violencia en general, pero
nunca se enfocará la crítica hacia ninguna persona en particular, que es lo que
sirve.
Porque así
somos.
Refrendamos la
violencia, la permitimos y la legitimamos.
¿O
acaso nos olvidamos de las palabras de Cristina Kirchner defendiendo a los
barras en 2012?
Pero
el problema no es el kirchnerismo, sino el “argentinismo”.
Así
somos.
No
podemos siquiera “cuidar” un partido de fútbol.
¿Qué
ocurrirá en el marco del G20 entonces?
Mejor
ni preguntar.
Lo
peor no es lo que pasó este sábado, sino que ello se repetirá un millón de
veces, en este y otros clásicos del fútbol.
Porque
no aprendemos más.
Porque
nos reflejamos así.
Porque somos
Argenzuela...
No hay comentarios:
Publicar un comentario