Por
Marcos Llambias.
Estoy pensando
que Mauricio Macri nunca pudo imaginar que su desafío sería adentrarse en el
basural de un país podrido desde sus cimientos; y que una vez
allí, se iba a sorprender diariamente con los gusanos del narcotráfico; las
víboras del sindicalismo; las ratas de la política y las hienas de un submundo
corrupto y saqueador, que paradójicamente, y gracias a la ignorancia de un
pueblo subyugado en la pobreza, amenaza con volver para quedarse con todo.
El
mal olor se ventila en los pocos medios independientes; mientras la prensa adicta
se atreve a pontificar con recetas viciadas y obsoletas de imposible
aplicación; y tergiversa con irresponsabilidad todo acierto logrado.
Los
ladrones del país se abroquelan tras sus fueros; y los valientes destapes de
una justicia por primera vez independiente, nos convencen del titánico y
peligroso camino que esta administración ha emprendido, en su afán por
enderezar lo por tanto tiempo torcido.
Eso
es lo que yo rescato del gobierno de Cambiemos, una verdadera utopía si
hubieran ganado los Peronistas.
¿Se
imaginan a Daniel, con Mariotto y Anibal, investigando a Kristina?
¿Y
a Zanini y Parrilli como adalides de justicia?
¿O
a Cristobal y Echegaray comprando el CCK o la casa rosada a espaldas de la
AFIP?
Es
cierto que Moreno y D'Elía podrían haber llegado a ser fiscales de la Nación; ¿pero
eso sería bueno para nuestra patria?
Soy
tan consciente de los errores de este gobierno como de los palos que le ponen
en las ruedas.
También me animo
a imaginar lo difícil que es hacer equilibrio en un hilo tensado sobre un
infierno de tramposos, incapaces de sobrevivir sin la corrupción que disfrutan.
Ese
equilibrio despierta mi admiración, porque nunca vi a un gobierno que se
animara a tanto.
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