Hoy
fui a la marcha por la defensa de las 2 vidas.
Camine
junto a mis hijos unas cuantas cuadras y les quiero contar lo que vi:
Vi
familias, muchas familias.
Padres
con sus hijos, madres con sus hijas.
Vi
abuelos y abuelas, vi tíos y primos.
Vi
carritos con bebes que dormían plácidamente y otros que lloraban inquietos.
Vi
padres llevar a sus niños sobre los hombros y a hermanos pelear por un pañuelo
celeste.
Vi
amigos. Mucha amistad.
Amigas
abrazadas cantando y otras charlando.
Vi
los mates que pasaban de mano en mano cual ritual criollo.
Vi
muchachos gritando, flameando las banderas argentinas y los pañuelos celestes.
Vi
pastores arengando y sacerdotes predicando.
Vi
monjas rezando.
Vi
sotanas negras y blancas. Vi velos y clerimans.
Vi
Rosarios. Vi estampitas. Vi cruces.
Vi
Cristos.
Vi
a la Santísima Virgen manejando la barca sobre la celeste ola.
Vi
novios caminando de la mano compartiendo el viaje con amigos.
Otros
saltando, otros cantando, otros ordenando el tránsito.
Vi
médicos sonriendo y portando su bandera.
Vi
abogados con su globo, que no era amarillo sino blanco.
Vi
docentes y enfermeros, vi gerentes y limpiavidrios.
Vi
varones. Vi mujeres. Vi niñas y niños. Vi viejos y jóvenes.
Vi
bronca hacia los políticos.
Mucha
bronca.
Vi
decisión, fortaleza, ímpetu, fuerza.
Vi
mucha alegría.
Vi la VIDA
No
vi rencor ni frustración. No vi pusilanimidad ni debilidad.
No
vi horror ni asquerosidad.
No
vi fealdad, no vi oscuridad.
No
vi conveniencia ni individualismo.
No
vi indiferencia ni desesperación.
No
vi egoísmo, no vi dolor.
No
vi extravagancia. No vi violencia ni desazón.
No
vi odio, no vi muerte.
Vi
a mi Patria derramarse cuan ola celeste por un continente mariano y mi corazón
se hinchó de esperanza.
La
verdad nunca pensé que tantas familias sin un comando que lidere, con todos los
medios masivos de comunicación en contra, con la corporación política haciendo
lobby para desactivar este tsunami, con el poder internacional del dinero
cooptando las débiles conciencias, iban
a dar tamaño testimonio frente al mundo.
En
estos momentos en que la Patria sufre, que pareciera que gime como con dolores
de parto.
Que
la pobreza azota a nuestra gente, que los vicios arrecian a nuestros jóvenes,
que la codicia embriaga a nuestros funcionarios, que la pestilente mentira se
arroga los medios masivos, hay un cuerpo no un grupo, un cuerpo:
Un
conjunto de familias que se unieron para despertar al gigante del fin del mundo
y demostrarle a todo el globo que nada ni nadie logrará infectar a la Argentina
con el virus de la muerte y la perdición.
No
pasarán y ¿saben por qué?
Porque
hoy vi futuro.
Mario
Accorsi
Profesor
de Historia
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