Por
Enrique G. Avogadro
“Cuando
un solo perro ladra a una sombra, diez mil perros hacen de ella una realidad”. Emil Cioran
Ha
pasado demasiado desapercibida la amenaza real que Cristina Fernández,
utilizando a Graciana Peñafort como “chirolita”, acaba de formular contra la
Corte Suprema y la democracia en la Argentina.
No
deberían resultar gratuitos sus dichos
-"Es
la Corte Suprema quien tiene que decidir ahora si los argentinos vamos a
escribir la historia con sangre o con razones. Porque la vamos a escribir
igual"-
y habría que explicar a estas señoras que, si buscan reeditar un pasado tan
dramático como el de los 70’s, el final será el mismo que tuvo aquél.
No
niego la importancia del confinamiento para aplanar la curva de contagios y
evitar el colapso del sistema sanitario, pero me parece que los números de
infectados y muertos por el Covid-19, en comparación con otros factores
habituales, no resultan suficientes para
justificar la eternización de la medida y el virtual asesinato de la economía
global, que producirá sin duda mayores e irreparables daños.
El
periodismo, una vez más amarillista, es el gran responsable del pánico que
afecta a las sociedades de todo el mundo…
Los
diarios hablan en sus portadas sobre la crisis en letras tamaño catástrofe y
dedican más de la mitad de sus páginas a ella, mientras las radios y canales de
televisión machacan a toda hora con el tema.
En
función de ese miedo, el mundo ha detonado una bomba atómica para matar un
mosquito.
Fernández², evidentemente, se han enamorado de la cuarentena, ya que
les permite gobernar, al mejor estilo “1984”, sin intervención del H°
Aguantadero y del Poder Judicial, injustificadamente cerrados a cal y canto por
sus también cómplices autoridades.
Resulta
absolutamente indispensable, para la conservación de la tan precaria salud
institucional de la República, que ambos recuperen el rol que la Constitución
les asigna.
La
oposición, por su lado, se está dejando llevar como vaca al matadero,
manteniendo un insólito y cómplice silencio para no aparecer complicando la
situación en medio de la crisis sanitaria.
Detrás
del telón de la pandemia y del papel central que los Estados han adquirido por
ella, como se ve diariamente en todo el mundo, aquí el kirchnerismo continúa avanzando a paso redoblado con la
perpetuación de esa situación anómala, en especial para permitir que Cristina
Fernández, sus hijos y demás integrantes de su banda delictiva obtengan la
impunidad que anhelan.
Ya
consiguió que salieran de la cárcel muchos de ellos (Amado Boudou, Julio de
Vido, Cristóbal López, Roberto Baratta, Luis D’Elía, etc.), aunque esta semana
la Cámara de Casación consiguió bloquear la excarcelación de Martín Báez y
Ricardo Jaime.
En
el caso de este último, al Presidente pretendió apartarse de la conducta de
Horacio Pietragalla Corti, hijo de asesinos terroristas y Secretario de
Derechos Humanos, quien se presentó al Tribunal para solicitar la concesión de
la prisión domiciliaria de este delincuente con condena firme, en nombre del
teórico riesgo de contagio; sin embargo, momentos después reculó en chancletas
para respaldarlo, obviamente por instrucciones de su socia.
El
Ministro Martín Guzmán, que fuera recomendado a la Vicepresidente por su ídolo
Joseph Stiglitz para comandar la renegociación de la deuda, también utiliza la
cuarentena para demorar el inquietante panorama del “día después”.
Carecía
de un plan económico antes de que comenzara la pandemia y ahora, cuando el
mundo entero saltó por los aires, le resultará imposible diseñarlo para ese
confiable futuro que necesita “vender” a los acreedores externos.
El default en
que muy probablemente caigamos dentro de un mes implicará la imposibilidad de
que las empresas obtengan financiación externa, y el valor de las mismas
continuará cayendo.
Sin
inversión y sin crédito, pese a que la enorme inflación que nos espera al salir
de la cuarentena servirá para licuar el gasto y los salarios, el déficit fiscal resultará impagable,
aún si prosperaran los disparatados proyectos para agravar todavía más la
sideral presión tributaria.
El
kirchnerismo aspira a que sea China, la gran exportadora de capitales en el
mundo, quien cubra esas necesidades…
No
le importa el modo en que se comporta en los países en que actúa, en los que se
ha transformado en la voraz aspiradora de recursos naturales y empresas
devaluadas a cambio de las divisas que presta.
Cristina
Fernández busca llevarnos al destino que para la región pretende el Foro de San
Pablo, descripto en detalle en el informe final de la reunión de julio de 2019
en Caracas.
Es decir, al
mismo infierno en que son obligados todavía a vivir los ciudadanos de Cuba y
Venezuela.
Si
triunfara, podría imponer su teoría del lawfare y terminar así con sus
problemas judiciales.
El
mismo objetivo persiguen otros notorios próceres del clepto-socialismo del
siglo XXI, ahora también amontonados en el Grupo de Puebla, al que se ha
agregado Alberto Fernández, único Presidente en ejercicio.
Bs.As.,
25 Abr 20
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