"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 20 de abril de 2020

OJO CON LOS VIEJOS


Pasear entre las fieras es sostener medidas de prevención que el gobierno porteño tendrá que aplicar con mano de seda, como la prohibición de que los mayores de 70 años salgan a la calle.
Este fue el tema de la reunión que lo hizo reaparecer a Larreta el viernes por la mañana en Olivos.
Es un régimen que puede ser un búmeran.
¿Prohibirles a los viejos salir a calle, cuando quienes contagian son los jóvenes y los viejos los contagiados?
Es como forzar a la gente a que se quede en su casa y dejarle zona liberada a los ladrones para que roben.

Responde a una hipótesis sobre la letalidad de la peste, como son hipótesis todas las otras medidas que se imponen por si las moscas.
Es entendible porque los gobiernos tienen que prever lo peor.
Pero ojo con los viejos.
El psicoanalista Arnaldo Rascovsky popularizó en los años ’70 la teoría del filicidio, como la tendencia cultural a ejecutar “el holocausto de las nuevas generaciones”, enviado a los niños a la muerte.
Por esos mismos tiempos Adolfo Bioy Casares ficcional izó sobre la tendencia a matar a los viejos (Diario de la guerra del cerdo).

¿Habrá triunfado esta segunda pulsión social, la de los parricidas?
Fernando de la Rúa decía que su carrera política, siempre exitosa hasta el final –que siempre llega– se había beneficiado del apoyo de dos sectores fidelísimos del electorado porteño: la comunidad judía y los jubilados.
Tanto fue así que animó durante años un programa de radio dedicado a este sector (“Encuentros con la tercera edad”, radio Municipal y después radio América).

Ojo con los viejos, que existe la tintura de pelo o el recurso de algunos calvos de toda calvicie de ocultar las canas, expediente más eficaz si se le suma el barbijo, para ocultar la identidad, como se vio en la cabecera principal del jueves en Olivos.
Lo último que necesitan los viejos es que los corran al grito de “Agarrelón, que lo vacunamos de prepo”.
Ya padecen las alcahueterías de los porteros.
Lo último que necesitan gobernantes porteños como Alberto y Larreta es una rebelión de los viejos por su libertad nada menos que en la ciudad de Bergoglio.
El Papa ha dicho las palabras más profundas sobre los ancianos como víctimas de la cultura del descarte.
“Los jóvenes –ha dicho por ahí- necesitan los sueños de los ancianos para tener esperanza, para tener un mañana.
Sólo el testimonio de los ancianos les ayudará a mirar hacia el horizonte y hacia arriba, a ver las estrellas“.

Cuidar es cuidar.
Mano de seda.

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