La
corona como líder contra el coronavirus por ahora se la lleva la jefa del
gobierno alemán.
Por
Ricardo Roa para Clarín
La
última vez que Angela Merkel pisó la Argentina fue a fines de noviembre del
2018 por la cumbre del G20.
El
avión que debía traerla se rompió y tuvo que subirse a un vuelo comercial en
Madrid.
Llegó
un día después y cayó al encuentro de jefes de Estado pasado el almuerzo.
Y
como uno más, se sentó a comer un sándwich con funcionarios argentinos de
segunda línea mientras atendía el teléfono y tomaba notas.
Esa
mujer de 65 años es física doctorada en química cuántica, o sea:
Una
científica volcada a la política, hija de un pastor luterano y de una profesora
de latín y que se crió en Alemania del Este, se comporta siempre como una persona normal aunque lleve 15 años al
frente de una de las grandes potencia.
Pero
ahora hay otra cosa que la ha puesto en el centro de la escena:
La capacidad con
la que está piloteando la crisis por el coronavirus.
Hay una sensación mundial acerca de que el
virus mostró y muestra no sólo la eficacia de los sistemas de salud sino la
estatura de los políticos a cargo.
Merkel no es de
los políticos que se salvan, sino de los muy pocos que lideran.
De
paso: el español Felipe González solía decir que cuando no tenía muy en claro
qué hacer, miraba a los alemanes.
La
pandemia parece venir en bajada en Europa.
Los
vecinos de Alemania han tenido hasta ahora 20.000 muertos o más y Alemania unos
4.400.
Italia
24.100, España 21.282, Francia 20.265 y Gran Bretaña 17.340.
Alemania
está rodeada por ellos y tiene, promedio, un 20% más de población.
¿Otro
milagro alemán como el de posguerra?
No
es un milagro.
Merkel
no es milagrosa.
Y
no lo es Alemania.
Es
bien racional lo que han hecho y están haciendo allí.
La
gestión política afina la gestión económica que permite la mejor gestión
sanitaria.
Alemania
tenía y tiene camas y tests suficientes.
Eso se llama
previsión y planificación.
De
momento Alemania ha contenido el virus de forma más eficaz aunque la crisis
esté lejos aún de ser derrotada.
Ha
funcionado el país federal y descentralizado, fundado en la cooperación de los
Länder, los estados locales que tienen una responsabilidad clave.
El Gobierno
recomienda y coordina y cada Estado decide cuándo y cómo ejecuta las medidas.
Hay
otro remedio que no se ve pero que si se mira bien se nota:
La
merkelina,
esa sobriedad y firmeza para conducir tratando de resolver los problemas y no
tratando de sacarle ventajas políticas a los problemas.
Merkel
no hace arengas ni se envanece con un supuesto modelo alemán ni se compara con
países vecinos.
Comunica
con rigor científico.
Transmite
tranquilidad.
Desarma
histerias.
Como
ex alemana oriental que sufrió años el confinamiento, para Merkel la libertad es crucial.
Dijo
que en la cuarentena de la que se está saliendo en Alemania lo esencial es
respetar la democracia y tomar decisiones transparentes.
Dijo
sin
decirlo que estas crisis dan poder y dan impunidad.
Y
lo dijo diciendo que ella no lo sabe todo y que hay cosas que todavía no conoce.
Una líder de
verdad.
Alemania
afloja el aislamiento sin malvinizaciones.
A
la propuesta de encerrar a los más viejos, opuso que era inaceptable ética y
moralmente.
Difícil
imaginar a la Merkel sobreactuando por más bien que le vaya.
¿Habrá
un sindicalista alemán que en el último tramo de un vuelo que transportaba
insumos médicos de China se ponga a manejar el avión para simular que había
piloteado todo el viaje?
No
se conseguirá en Alemania, pero lo tenemos aquí.
Se llama Pablo
Biró...
No hay comentarios:
Publicar un comentario