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Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 22 de abril de 2020

Sin circo, Angela Merkel cerca al virus


La corona como líder contra el coronavirus por ahora se la lleva la jefa del gobierno alemán.
Por Ricardo Roa para Clarín

La última vez que Angela Merkel​ pisó la Argentina fue a fines de noviembre del 2018 por la cumbre del G20.
El avión que debía traerla se rompió y tuvo que subirse a un vuelo comercial en Madrid.
Llegó un día después y cayó al encuentro de jefes de Estado pasado el almuerzo.
Y como uno más, se sentó a comer un sándwich con funcionarios argentinos de segunda línea mientras atendía el teléfono y tomaba notas.

Esa mujer de 65 años es física doctorada en química cuántica, o sea:
Una científica volcada a la política, hija de un pastor luterano y de una profesora de latín y que se crió en Alemania del Este, se comporta siempre como una persona normal aunque lleve 15 años al frente de una de las grandes potencia.

Pero ahora hay otra cosa que la ha puesto en el centro de la escena:
La capacidad con la que está piloteando la crisis por el coronavirus.
Hay una sensación mundial acerca de que el virus mostró y muestra no sólo la eficacia de los sistemas de salud sino la estatura de los políticos a cargo.

Merkel no es de los políticos que se salvan, sino de los muy pocos que lideran.
De paso: el español Felipe González solía decir que cuando no tenía muy en claro qué hacer, miraba a los alemanes.
La pandemia parece venir en bajada en Europa.
Los vecinos de Alemania han tenido hasta ahora 20.000 muertos o más y Alemania unos 4.400.
Italia 24.100, España 21.282, Francia 20.265 y Gran Bretaña 17.340.
Alemania está rodeada por ellos y tiene, promedio, un 20% más de población.

¿Otro milagro alemán como el de posguerra?
No es un milagro.
Merkel no es milagrosa.
Y no lo es Alemania.
Es bien racional lo que han hecho y están haciendo allí.
La gestión política afina la gestión económica que permite la mejor gestión sanitaria.
Alemania tenía y tiene camas y tests suficientes.
Eso se llama previsión y planificación.

De momento Alemania ha contenido el virus de forma más eficaz aunque la crisis esté lejos aún de ser derrotada.
Ha funcionado el país federal y descentralizado, fundado en la cooperación de los Länder, los estados locales que tienen una responsabilidad clave.
El Gobierno recomienda y coordina y cada Estado decide cuándo y cómo ejecuta las medidas.

Hay otro remedio que no se ve pero que si se mira bien se nota:
La merkelina, esa sobriedad y firmeza para conducir tratando de resolver los problemas y no tratando de sacarle ventajas políticas a los problemas.
Merkel no hace arengas ni se envanece con un supuesto modelo alemán ni se compara con países vecinos.
Comunica con rigor científico.
Transmite tranquilidad.
Desarma histerias.

Como ex alemana oriental que sufrió años el confinamiento, para Merkel la libertad es crucial.
Dijo que en la cuarentena de la que se está saliendo en Alemania lo esencial es respetar la democracia y tomar decisiones transparentes.
Dijo sin decirlo que estas crisis dan poder y dan impunidad.
Y lo dijo diciendo que ella no lo sabe todo y que hay cosas que todavía no conoce.
Una líder de verdad.

Alemania afloja el aislamiento sin malvinizaciones.
A la propuesta de encerrar a los más viejos, opuso que era inaceptable ética y moralmente.
Difícil imaginar a la Merkel sobreactuando por más bien que le vaya.
¿Habrá un sindicalista alemán que en el último tramo de un vuelo que transportaba insumos médicos de China se ponga a manejar el avión para simular que había piloteado todo el viaje?
No se conseguirá en Alemania, pero lo tenemos aquí.
Se llama Pablo Biró...

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