Por
Hernán Lombardi
LA NACION
Las
falacias son argumentos que simulan ser válidos, pero no lo son .
No
son inocentes y configuran un enorme riesgo.
Parecen
correctas en una mirada superficial, pero cuando se profundiza el análisis
revelan su falsedad.
Pretenden
manipular nuestras facultades críticas.
No
es este el momento de tratados de lógica, pero sí de entender, difundir y
denunciar la intencionalidad de su uso.
Una
falacia es una argumentación aparente que se utiliza para defender algo falso,
exponiendo premisas falsas como verdaderas .
Si
marcada la falacia hay correcciones, hay honestidad intelectual.
Si
persiste en las mismas conclusiones, a través de otro razonamiento, existían
entonces otros fines, y el argumento que
expone la falacia no es más que una forma de encubrir decisiones ya tomadas.
Las
falacias, de moda en la Argentina, buscan la desvalorización de los
pensamientos alternativos al del oficialismo, y tienen como objetivo
descalificar otros caminos para enfrentar la pandemia.
Las
únicas dimensiones son la salud y la economía y son mutuamente excluyentes
Implica
reducir el análisis a menos variables de las verdaderamente significativas y
conduce hacia la falacia de la falsa simplificación.
Claramente
mezcla dos argumentos.
Por
un lado reduce la cantidad de dimensiones a dos: salud y economía.
Con
mirada estrecha, salen del campo variables institucionales como funcionamiento
de los tres poderes, libertades públicas, estrechamiento y estigmatización de
los que piensan diferente.
El modelo
deseable es un triángulo que contemple política sanitaria, aparato productivo y
pleno funcionamiento de las instituciones.
Pero
además salen de la escena elementos como el impacto psicológico de las personas
confinadas, donde la salud mental se resiente en la angustia del encierro, y
las consecuencias en las relaciones sociales en donde dos emociones, miedo e
incertidumbre, se han insertado de manera consistente.
Por otra parte,
la falsa dicotomía entre salud y aparato productivo encubre la no resolución de
la imperiosa necesidad de pensar la Argentina a la salida de la crisis.
Para
las estrategias sanitarias, como para cualquier política pública son
imprescindibles recursos que solo se obtienen de los impuestos que paga el
sector privado.
Además,
quitarle legitimidad a cualquier consideración que exceda la concepción
sanitaria de la cuarentena, termina por negarle a las personas el derecho a
angustiarse.
Así
como hay una sola opción legítima -la
salud-, imponen un único motivo legítimo para la angustia -el temor a la
enfermedad y a la muerte.
Ustedes
no pueden hablar
Surge
como un rugido cuando alguien desarrolla y expone una idea alternativa.
El
peso del argumento es aquí irrelevante.
Por
el contrario, denota la falta de consistencia del que descalifica de ese modo.
Encubre
además un ataque nada sutil.
Lo aplican a
políticos de la oposición y a periodistas, pero lo generalizan a cualquiera que
piensa diferente.
La
descalificación pasa por atacar a los que trabajan en determinadas empresas,
por la posición social, por el paso por la gestión pública. En las versiones
más extremas lo aplican a cuestiones raciales y religiosas e, inclusive, a la
edad.
Militar
la Anti cuarentena
Resulta
inexistente.
Ningún
dirigente serio de la oposición lo afirma.
Solo
algún despistado puede hacerlo.
Por
el contrario, desde el Congreso, los gobiernos locales y la conducción de los
partidos opositores han dado sobradas muestras de madurez.
Endilgarles a
los adversarios opiniones que nunca emitieron vincula con la construcción de
enemigos imaginarios y el ensueño hegemónico de pretender diseñar no solo al
oficialismo sino también a la oposición.
La
falacia de "Militar la Anti cuarentena" se vuelve especialmente
peligrosa cuando se combina con la de "el que piensa distinto no defiende
la vida", que es su inmediata derivación.
Allí
el accionar es completado: le adjudican al que piensa distinto opiniones que
nunca emitió, y desde esa falsedad lo exhiben como despreocupado de toda
conciencia humanista en defensa de la vida.
Los casos
internacionales nos avalan
Más
allá de la inaceptable reiteración de errores que, aunque admitidos y
reconocidos siempre suceden para el mismo lado, se cae en las falacias de la
comparación defectuosa y la generalización apresurada.
Se
comparan datos con otros con el que no tienen relación y se hacen afirmaciones
sobre muestras inadecuadas.
Se confía en la
elaboración de resultados basándose en estadísticas imprecisas y se pretende en
la presentación dar certidumbre y veracidad.
Esta
falacia excede a los errores, la falacia está también en la forma de armar los
datos para extraer conclusiones que exceden las premisas.
En
realidad disimula el intento de justificar los hechos propios a través de
comportamientos ajenos. Esto pone en evidencia la falta de argumentos sólidos
que avalen las conductas adoptadas.
Durará lo que
tenga que durar
La
afirmación niega una responsabilidad crucial e indelegable.
La
falacia consiste en mostrar a la autoridad política como ajena a las decisiones
que se toman.
La
pandemia tiene variables con alto grado de incertidumbre en lo científico.
Con
el paso de las semanas, la humanidad ha ido despejando incógnitas con respecto
a los mecanismos de propagación, lo que ha permitido estrategias variadas para
enfrentarla.
La duración de
las medidas no es un hecho de la Naturaleza sino una decisión política.
La
profundidad abarcada y la calidad de la implementación son también de su
responsabilidad.
Pensar
en la salida de la cuarentena es tarea central, tan imperiosa como el manejo de
la misma .
Toda
la experiencia internacional acumulada muestra los intentos de salir sin
desaciertos en el menor tiempo posible.
Adicionalmente,
no se trata solamente de pensar la Argentina a la salida de la crisis sino más
bien de pensar y actuar también la hipótesis de una prolongada convivencia con
el coronavirus.
Las
falacias aquí descritas no son exhaustivas, no abarcan todo el espectro.
Hay
otras, que vale la pena hallarlas.
Es
una colección abierta.
Pero
las identificadas sirven para entender la construcción de un supuesto sentido común
que se presenta como el único posible.
Son
las herramientas que se usan para la construcción de un relato, que oculta la
realidad.
Por
otra parte las falacias presentadas son interdependientes.
Como
un castillo de naipes, se sostienen unas con otras.
Descubierta
la trama, basta seguir a una y aparecen todas.
Pensar mejor
sirve para actuar mejor.
Es
imprescindible hoy cuando cuidar a los argentinos es cuidar su salud, cuidar sus fuentes de trabajo y cuidar
sus derechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario