Tengo
el gran honor de compartir una gran amistad, de conocer lo que la guerra forjo
a este excelente Oficial.
Es
invaluable lo que uno puede aprender de personas así.
No
sé porque razón recién el 15 de Noviembre de 2015 se impuso al Capitán de Navío de Infantería de Marina Carlos Daniel
Vazquez la merecida condecoración al "HEROICO
VALOR EN COMBATE", por su desempeño al frente de la 4ª Sección de
Tiradores de la Compañía NACAR del Batallón de Infantería de Marina Nº 5, la
cual condujo con ejemplar abnegación y coraje cuando era un joven Teniente de Corbeta
en Monte Tumbledown.
Comparto
con Uds. las palabras que pronunció en la oportunidad de su condecoración, no
sólo pone al tanto de lo sucedido aquella larga noche del 14 de Junio, sino que
es en sí misma un gran legado para la historia nacional.
"Agradezco
en primer término al Señor Jefe de Estado Mayor que me permita dirigirme a mis
hombres, como Jefe de la 4ª Sección. La última vez que lo hice fue un 15 de
junio de 1982 en un corral de ovejas de la Estancia Fitz Roy, con dos guardias
detrás mío apuntándome con sus armas.
En esa
oportunidad pedí autorización para hablarles, a efectos de felicitarlos por su
desempeño en el combate.
¿Qué
era la 4ª Sección?
Era
un grupo de Infantes de Marina heterogéneo, en el que muchos de nosotros ni
siquiera nos conocíamos, reunido a mediados del mes de abril en una montaña
llamada Tumbledown, con la misión de formar parte del dispositivo de primera
línea de la Compañía Nácar del Batallón 5.
Estos
Infantes, ni siquiera eran escogidos, eran más bien, un rejunte.
Se
encontraban posicionados 1800 metros delante del resto del dispositivo de
Compañía.
Alejados
y fuera del alcance del apoyo de las otras fracciones a nuestros flancos y
retaguardia, en esa altura de paisaje pintoresco y hermoso que extendía a
nuestros pies y nuestro frente.
Con
el devenir de los acontecimientos comenzaron las privaciones, incomodidades,
incertidumbre y miserias, propias de todas las guerras, desde los tiempos de
los Césares hasta nuestros días y más allá.
Porque
eso es la guerra.
A
ello se sumaron progresivamente, los ataques aéreos, la artillería naval, la
artillería de campaña, hasta que comenzamos a ser espectadores visuales de los
primeros combates de infantería frente a nuestras posiciones.
Así
fue que el 13 de junio, recibí en mi posición efectivos de nuestro querido
Ejército Argentino, que replegándose de posiciones ya en manos del enemigo,
pasaban por Tumbledown.
Incorporamos un
grupo de estos bravos, alrededor de 15 hombres para reforzar nuestra 4ª Sección.
Estos
hombres provenientes de varias Unidades, y cuyos nombres en su mayoría nunca
supe, ni aún después de muertos, a partir de entonces fueron parte nuestra.
En
la mañana del 13 de junio, recibí mi última orden para la defensa de nuestra
posición.
Sabíamos
que esa noche sería nuestra prueba más intensa.
Con
las últimas luces de ese domingo 13 de junio, recorrí las posiciones de la 4ª
Sección, preguntándome qué quedaría de ella a la mañana siguiente.
A
las 22 horas de esa noche un intenso fuego de artillería de campaña británica,
sumado al fuego de los cañones navales en apoyo de ese ataque y a las armas de
un escuadrón de vehículos blindados de exploración, cayó sobre nosotros durante
una hora.
A
las 2310 horas, comenzó un asalto a bayoneta ejecutado por el 2º Batallón de
Guardias Escoceses, sobre los menos de 40 hombres que componían la 4ª Sección.
Hay escenas para
las que no existen palabras capaces de describirlas, y ésta fue una de ellas.
Fusiles,
ametralladoras, pistolas, granadas de mano, proyectiles antitanque, bayonetas,
todo surcaba el aire perforando y estallando en todas partes, mezclado con
gritos de órdenes, pedidos de apoyo, dolor y coraje.
Esto
se prolongó hasta la 0130 horas del lunes 14 de junio, donde viéndose la 4ª
Sección superada por el enemigo en número y poder de fuego en ese desigual
combate, recurrió a usar su propio mortero para disparar sobre ella misma, en
un intento de cobrar un alto precio al enemigo por su inminente victoria.
Este desesperado
acto logró inesperadamente el repliegue temporal del enemigo mezclado entre los
pozos de la 4ª Sección.
Recuerdo
los gritos de victoria y coraje de estos hombres, que pocos minutos antes daban
por perdidas sus vidas.
“Viva
la Infantería de Marina”, “Vengan que somos Infantes de Marina…”
¿Puede
alguien olvidar esas voces?
Yo
no.
Media
hora después una nueva Compañía británica repite el asalto anterior, y se
reinicia un combate similar, que se prolongaría en esas condiciones hasta poco
antes del amanecer del 14 de junio.
En
ese tiempo la Sección, ya no disponiendo de munición en su propio mortero,
requiere sobre sí misma el fuego de los morteros del Batallón y la Batería
BRAVO de Artillería de Campaña.
Se suma a ese
fuego el Grupo de Artillería Aerotransportado 4 de nuestro hermano Ejército
Argentino.
Se
logra alivio, a un alto precio, pero no la victoria.
A
las 0715 horas del 14 de junio, y por órdenes mías, los pocos integrantes de la
4ª Sección que aún mantenían sus posiciones, dejan las armas.
La 4ª Sección
combatió en un combate desigual sin ninguna posibilidad de Victoria.
La 4ª Sección,
no se replegó nunca.
La 4ª Sección
cayó en su posición.
Hoy
están en este salón de nuestra querida Armada Argentina, algunos de esos
hombres.
Muchos
quedaron para siempre en su posición en Malvinas.
Otros
regresaron.
Algunos
de ellos están hoy aquí.
Está
hoy aquí la Señora Hilda Acevedo, mamá de Félix Aguirre, conocido en la 4ª
Sección como “Lanzallamas”.
La
Señora Acevedo es maestra.
Pero
también fue maestra como madre, porque supo educar a un hijo, en los valores
del amor a la Patria, el Cumplimiento del Deber y el sentido de lo humano.
El
Conscripto Félix Aguirre, perteneciente al Grupo del Suboficial Castillo,
también muerto en combate, acude en ayuda del mortalmente herido Subteniente
Silva, y tratando de protegerlo, cae abatido por la infantería británica.
Ejemplo
de soldado, ejemplo de camarada, ejemplo de patriota, ejemplo de hombre.
Dios
la bendiga Señora Hilda, cuántas madres y maestras como usted yo quisiera para
mi Patria.
Aquí están
también algunos hombres hoy, soldados ayer, que serán distinguidos por su
desempeño durante ese combate.
El
entonces Cabo Segundo de Infantería de Marina Amílcar Tejada, el entonces
Dragoneante Ramón Rotela, el entonces Dragoneante Víctor Julio Gasko, el
entonces Conscripto Jorge Ricardo Sánchez, el entonces Conscripto Héctor
Horacio Chávez, el entonces conscripto Pablo Daniel Rodríguez.
Todos
ellos serán hoy reconocidos por acciones particulares durante el combate.
Pero
el mérito no es sólo de ellos.
El mérito es de
cada uno de los hombres de la 4ª Sección que combatió aquella noche,
manteniendo su posición, cumpliendo órdenes, tomando decisiones propias ante la
muerte,
En
el Oeste de Tumbledown, la 4ª Sección se encontró con la máxima expresión de la
igualdad entre soldados, que es la Igualdad ante el Deber.
Y
rindiendo tributo a esa Igualdad, cayeron bajo fuego, sin distinción de
jerarquías ni de Fuerzas, el Dragoneante José Luis Galarza, el Conscripto Félix
Aguirre, el Conscripto Héctor Abel Cerles, el Suboficial Julio Saturnino
Castillo, el Conscripto Juan Carlos Gonzáles, el Subteniente Oscar Augusto
Silva, el Conscripto Alfredo Gregorio, el Conscripto Ramón García... y el
resto cuyos nombres no supe ni sabré.
Me
permito también, ahora como Soldado, expresar mi respeto a aquellos contra
quienes combatimos y sus caídos, ya que el coraje y la dignidad militar, no
reconocieron fronteras ni banderas en el Oeste de Tumbledown.
Con
estas palabras retribuyo a ellos los repetidos homenajes que tributaron y
tributan a la 4ª Sección.
De
joven me enseñaron que la Disciplina es la voluntaria disposición al
cumplimiento de las órdenes, para el bien del Servicio. Y resalto acá las
palabras “Voluntaria disposición al cumplimiento de las órdenes…”
Todos
estos hombres, los caídos, los heridos, los aquí presentes y quienes no están
en este salón, todos ellos hicieron posible Tumbledown, pero lo hicieron por
propia convicción, por creer en la Patria, por creer en lo que hacían,
A
todos estos hombres integrantes de la 4ª Sección, a los de mi querida y
gloriosa Infantería de Marina, y sus hermanos, los bravos soldados del nuestro
Ejército Argentino, pido a Dios que los tenga a su lado, y a nuestra Armada,
que cobije por siempre en su memoria, a todos estos hombres que escribieron una
pequeña página de historia para la Gloria de la Infantería de Marina y nuestra
Armada Argentina.
“¡Viva
la Patria!"
No hay comentarios:
Publicar un comentario