Carta de Lectores escrita por mi padre, Jorge Horacio Cazenave publicada en la edición de hoy, viernes 21, en forma incompleta.
Las
razones están todas dadas.
Las
razones no sirven para cambiar decisiones basadas en ideologías o en señales
que, se presumen favorables para obtener simpatías electorales.
No
hay razón para cerrar las exportaciones de carne, salvo hacer “jueguito para la
tribuna” y así engañar a votantes sin información seria.
Que
se pierden millonadas de dólares, que nos hace poco creíbles para los
compradores del exterior, que afectará precios locales, en el futuro al
liquidarse parte de las existencias ganaderas o que se cierran puestos
laborales, principalmente localizados en el interior, etc., etc.
Nada
de esto vale cuando la decisión se basa en metas de corto plazo.
No
perdamos tiempo, las razones no sirven en esta emergencia.
Argentina, luego de haber más que triplicado su producción de granos en los últimos cuarenta años, aumentando al mismo tiempo la producción de carne vacuna, está hoy en condiciones ideales para hacer crecer su industria frigorífica que ocupa mucha mano de obra, sobre todo a lo largo y ancho del país.
Los
consumidores hemos aprendido a comer más pollos y cerdos, manteniendo la
ingesta de proteína animal. No importa, tiremos todo por la borda y sigamos
“combatiendo al capital” y a nuestra abnegada población que ve un negro camino
similar al que destruyó el agro soviético en el período Lenin/Stalin. Rusia
pasó de ser un gran exportador de granos, a importador.
Cuba
destruyó su industria azucarera abriendo camino a sus competidores.
Hasta
Argentina logró un cupo de exportación a los EEUU.
Venezuela,
uno de los principales productores de petróleo hoy lo importa.
La confianza se logra lentamente, pero se la pierde en un instante.
No
tenemos fama de cumplidores ante nuestros acreedores.
¿Queremos
destruir la incipiente imagen de proveedor confiable?
¿Habrá
alguien, en el gobierno, que pueda explicar esta burrada?
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