ÚNICO RESPONSABLE DE LAS ZOZOBRAS DEL PUEBLO ARGENTINO
Por: Rubén Lasagno
El gobierno nacional se constituye de dos cabezas: Alberto Fernández y Cristina Fernández, el primero puesto por la segunda, la segunda en franca retirada para esquivar las esquirlas del desastre a la que nos han llevado en estos dos años de desgobierno y el des manejo total y absoluto de la pandemia.
La realidad revierte el dicho de la propia CFK: el país tuvo dos pandemias desgraciadas: el Covid-19 y Cristina Fernández con el colgado todo tiempo, llamado Alberto F quien alguna vez creyó que era realmente presidente. Ambos tuvieron sus réplicas provinciales, entre ellas la gobernadora de Santa Cruz, quien sigue a pie juntillas cualquier cosa que emane de “la superioridad”. Con la misma liviandad con que informaban los datos truchos de la pandemia, con un manejo comunicacional muy parecido al INDEC de la década ganada, manejan ahora los datos de la pandemia, después del resultado de las urnas en las últimas PASO.
¿Es
que las elecciones fue el suero más efectivo para que virtualmente desapareciera
por decreto el coronavirus del país, se redujeran drásticamente las
internaciones, las muertes y los contagios o será que por el resultado,
precisamente, los gobiernos (nacional y provincial) decidieron cambiar el
dibujo estadístico y ahora sigue pasando más o menos lo mismo, pero con
información más “atenuada”?.
¿Quién
lo puede saber?
El gobierno provincial mintió siempre.
OPI
a mediados de 2020 dejó de reproducir partes oficiales con cantidad de muertos
y contagiados, por cuanto desde este diario dijimos con suficiente antelación y
probándolo con los números difundidos que el gobierno provincial mentía
descaradamente con los guarismo.
Y
así fue.
OPI nunca más
fue funcional a la mentira oficial otros, siguieron alimentando la falsa
información y se transformaron en multiplicadores de la mentira.
Ahora nadie se interna, casi nadie se muere y hay escasos contagiados.
Nosotros
tenemos una explicación para eso: Si uno no desea conocer si padece alguna enfermedad ante determinado síntoma,
evita concurrir al médico para que le dé un diagnóstico negativo.
Ello
implica que se arriesga a tener una mala sorpresa en su vida, viviendo la
irrealidad de que está bien, siendo, quizás, un enfermo terminal.
De la misma manera si el Estado no controla e hisopa poco, va a encontrar menos casos positivos.
Si
no hisopa nada, seguramente los números auspiciosos dirán que es el fin del
Covid.
Sin
embargo ¿Es esto vedad, o nos están mintiendo?,
Porque
de ser así nos enfrentan con un desastre, solo por cuestiones secundarias,
egoístas y personales, como una elección
para diputados.
¿O
será que antes nos mentían y ahora nos dicen la verdad porque les conviene?
¿O
nunca dijeron la verdad?.
Si es cierto que la vacunación logró un efecto multiplicador fenomenal, me cabe una duda sobre la efectividad total, dado que, al menos en la provincia, media población tiene una dosis y de esa cantidad el 40% solo tiene las dos dosis colocadas.
¿Es
suficiente eso para haber terminado, prácticamente con el contagio, o dicen la
verdad?
Las urnas prácticamente le pusieron un freno al Covid y por lo tanto, la cuestión en básicamente política.
Esto
nos lleva a un nuevo plano del pensamiento; el de la pos verdad, definida como “la
distorsión deliberada de una realidad en la que los hechos objetivos tienen
menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias
personales, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las
actitudes sociales” la cual calza perfectamente en las los discursos y
acciones oficiales que sustenta la “política de recuperación” (en todos los
órdenes y particularmente del Covid) del gobierno nacional y provincial, a
quienes les importa muy poco lo que le pase a la gente a la cual le dan y le
dicen lo que quieren oír, siempre que los voten en noviembre.
Es decir, el único objetivo de los desesperados gobernantes es lograr un triunfo en las elecciones de medio tiempo y en función de ellos “hicieron desaparecer” de un plumazo el Covid, las restricciones, abrieron todo, dieron libre albedrío para hacer los que se le ocurra a cada uno, hasta hicieron caer los barbijos y entonces viene el contraste lógico que despierta suspicacias
¿Si
desde domingo de las PASO al lunes, se arregló prácticamente todo con la
pandemia, por qué nos tuvieron un año y medio encerrados, sin clases, sin
circulación y provocando otra pandemia dentro de la pandemia?
¿O
será que el “no era para tanto” quedó plasmado en las fotos de las joda que
hacían Olivos, mientras el presidente nos trataba de estúpidos y nos decía que
si no obedecíamos sus restricciones, nos iba a meter presos?.
¿Somos un país de idiotas o de indolentes?, porque solo en una Argentina con gente de doble moral (o sin moral) estas facciones de delincuentes asalariados, pueden tener éxito en la increíble empresa de mentir una y otra vez, robarnos una y otra vez y sodomizarnos las veces que se les ocurra y aun así: alguien los vuelve a votar.
Lo que CFK pretende vender como la responsabilidad de Alberto Fernández, es en verdad, la irresponsable humillación a la que nos sometió ella misma, primero al elegir su arlequín y vendérnoslo como “el moderado” que venía a poner las cosas en su lugar y a los dos años correrlo de su cargo y poner a Manzur que funciona con aires de primer Ministro y hace las reuniones de gabinete sin el presidente sentado en la mesa.
Un verdadero asalto al poder, un autogolpe o como se lo quiera llamar.
La única
responsable de todo esto es Cristina Fernández, luego Máximo Kirchner y Sergio
Massa, en ese orden. Alberto es un títere que ni ellos siquiera respetan
después de haberlo impulsado.
Por
eso es tan peligroso lo que vaya a pasar en noviembre en el país.
Si
ganan, los días de Alberto están contados.
Evaluarán
políticamente que la gente desea lo que “dicen las urnas” e irán por todo de la
manera más cruel.
No
sería extraño entonces que se cumpla lo que anunciamos pocos días antes de
tomar el cargo de presidente:
Lo harán
renunciar para que la multiprocesada, jefa de la banda, asuma la presidencia el
tiempo que queda, para auto amnistiarse.
Sin
embargo esto es peligroso, ante la destartalada economía nacional y la
necesidad, como decíamos al principio, que tiene la viuda de esquivar las
esquirlas.
Si pierden, es muy difícil predecir la acción de estos talibanes de la política nacional.
Pero
nada bueno se cierne sobre el cielo de la nación.
Solo
el 2023 nos puede liberar de tanto mal y desenfreno.
Las
urnas de noviembre próximo y del 2023 puede hacernos cambiar el modelo de país
o condenarnos a un destino aún peor que Venezuela.
Solo el ejercicio pleno de la democracia, el control social de la dirigencia política que asuma, la ubicación de muchos jueces y fiscales valientes que aún quedan en la justicia Federal y provincial, pueden oficiar como la llave para salir de esta trampa política y social llamada Argentina y que los chorros, delincuentes y morosos de la justicia de los últimos 20 años, estén tras la rejas y los ciudadanos podamos caminar libres por las calles, como siempre debería haber sido.
(Agencia
OPI Santa Cruz)
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