Si tomamos en serio la retórica oficial sobre las causas de la inflación, las soluciones solo podían provenir de un exorcista experimentado, un epidemiólogo o un general. Nunca de un economista.
El viernes pasado, al anunciar medidas que deberían haber llenado el importante vacío en el “guerra contra la inflación” pero donde no hubo medidas concretas, el presidente calificó la persistente suba de los precios durante algún tiempo como una maldición”.
Hoy, su vocera, Gabriela Cerrutti no solo buscó reforzar ese oscurantismo -poco frecuente en un gobierno de científicos- al hablar de un “hexágono” se refieren a un problema económico ampliamente estudiado en el mundo, sino que más bien lo asoció en la historia con un virus: es un “fenómeno endémico”.
Las palabras del discurso oficial nunca son inocentes.
Para
el sociolingüista Pierre Bourdieu, crean mundos y las acciones se suceden.
Una
“maldición” o una “maldición” siempre la lanza alguien malo, que es otro; un
fenómeno “endémico” es difícil de controlar y se repite en el tiempo; la
“guerra” es siempre contra alguien.
Cuando el
presidente habla de “especuladores”, busca acusar al sector privado de ser el
único responsable de la inflación.
Todo esto lo sabe bien el antropólogo y asesor de comunicación presidencial Alejandro Grimson, quien también es conocedor de hechizos y maldiciones:
Es
bisnieto de un ministro protestante y de un rabino, y tataranieto de un
sacerdote.
Así, el gobierno
les dice a los argentinos que la inflación no es un problema generado por el
ejecutivo sino por “otro”; que, como un virus, es persistente por naturaleza, y
que en “guerra” requiere la aplicación de soluciones extraordinarias pero
supuestamente “transitorias”.
El gran problema, más allá del diagnóstico público, es que el cuarto kirchnerismo tiene la caja de herramientas llena de óxido.
Es
una partitura que ya llevaba mucho tiempo tocando con escaso resultado.
Este
fin de semana, por ejemplo, varios cuestionarios de medios oficialistas según
los cuales las restricciones aplicadas por Alberto Fernández para “curar el
cuadro de los argentinos” se habían quedado a medio camino del aumento ordenado
en 2007 por Néstor Kirchner.
Básicamente,
lo criticaron por su tibieza.
Pero de diciembre de 2006 a febrero de 2022 (con aumentos y disminuciones de este impuesto en ese momento), la inflación acumula una ventaja del 5925%, según los cálculos de la consultora privada LCG.
En
enero de 2007, Guillermo Moreno y Kirchner decidieron comenzar a manipular los
datos oficiales de inflación. El beneficiario de los derechos de exportación
fue siempre la caja estatal.
La
producción de campo colapsó. En 2013, Argentina estuvo a punto de importar
trigo.
En 2013, el entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, lanzó los precios de la sanidad como la gran novedad de la “guerra”.
Desde entonces,
la inflación ha aumentado en un 1740%.
Los
precios del Cuidado también se mantuvieron en el gobierno de Mauricio Macri y
hoy siguen vigentes.
Para
el especialista en consumo Guillermo Oliveto, ya no es una herramienta para
luchar contra la inflación sino para “un paliativo adquirido”.
Quitarlo
tiene un costo para mantenerlo, al menos no para el estado.
Con
los altos precios de ciertos productos en Argentina, Price Care es más una
ayuda para mejorar el acceso que una espada contra los precios.
Lo
mismo con Ahora 12
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