Por
Santiago Kovadloff
Hoy
la Justicia en la Argentina está cambiando, estamos en una situación de riesgo
y la cobardía vuelve a preguntar:
"¿Pero
usted cree que esto se va a llevar hasta el final?".
¡Miserables!
¡Corramos
el riesgo de llevarlo a fondo y si fracasamos, fracasemos, pero a fondo.
Seamos
alguna vez dignos de la Constitución Nacional!.
La
Argentina está hipotecada con el fracaso en la medida que tiene deudas
contraídas e impagas desde el momento fundacional de la consolidación:
Los
ideales del federalismo estaban en Belgrano y siguen predominantemente
incumplidos,
los
ideales de la integración hemisférica estaban en San Martín y estaban siendo
más materia de sospecha y disidencia que de acuerdo y sostenibilidad.
Debemos
estar esperanzados y hacer del fracaso una fuente de aprendizaje como punto de
partida para la reconstrucción de otro sentido del horizonte.
Yo destaco el
esfuerzo que la Justicia está haciendo para que la política se supedite a la
Ley,
para que volvamos a ser un país
constitucional.
Un
país donde el poder no es nunca sinónimo de absoluto, donde no sea posible ir
por todo.
Se
me dirá que esto es muy difícil, ¿pero qué razonamiento es ese?
¿Por
qué tendría que ser fácil?
¿Lo
llamamos a Sarmiento para preguntarle qué fácil le resultó fundar la escuela pública?
¿A
Belgrano fundar el Ejército del Norte?
¿A
San Martín cruzar Los Andes?
¿Al
fiscal Nisman le vamos a decir qué es fácil?
"Esos
dos tiros están acá" (señalándose la sien).
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