Esteban Bullrich
Hola, mi nombre es Esteban Bullrich.
Dos
años atrás era un marido feliz y padre de cinco hermosos hijos, era Senador
Nacional electo en Argentina, mi país, y tenía una mirada optimista del futuro.
Hoy
aún soy un marido y padre feliz, pero perdí mi voz, tengo que escribir con mis
ojos, apenas puedo caminar. Decidí renunciar a mi banca como Senador en
diciembre pasado y el futuro no es tan brillante.
Estas son las
consecuencias de vivir con ELA.
Fui diagnosticado en abril del año pasado.
Desde
ese momento trabajo arduamente para mejorar mi vida y la de otros pacientes con
ELA.
No
es fácil, la ELA es una enfermedad muy cruel que, lenta o rápidamente (en mi
caso), reduce tus habilidades hasta que te ahoga hasta la muerte. No tiene
cura.
Gracias
a Dios, hay un creciente número de proyectos de investigación que traen
esperanza, pero la cura no está ni a la vista, tenemos que tratarnos con drogas
que atrasan la progresión y dan 6 meses adicionales de vida.
El miércoles pasado, 30 de marzo, la mayoría de los pacientes de ELA en el mundo estaban mirando ansiosamente una reunión de la FDA donde una nueva droga que puede retrasar la progresión incluso más, estaba lista para aprobarse.
Perdimos
6 a 4. no lo logró.
Estaba cerca,
pero la droga AMX0035 no lo logro
Fue
un golpe para todos los pacientes más allá de los EEUU.
Muchos
de los sistemas de salud del mundo confían en la FDA para sus aprobaciones, por
lo que una decisión de la FDA impacta a los pacientes en todo el mundo.
Estoy seguro que
ninguno de los que votaron en contra de la droga tiene ELA o tiene un familiar
cercano o amigo que la tenga.
Vi suficientes caras de desesperación y sufrimiento en mis familiares y amigos para saber que nadie puede quedar indiferente viendo una muerte lenta pero continua.
No es mi
intención hostigar a esos 6 miembros, sino encontrar una nueva manera de
ayudarnos a encontrar una cura más rápida para la ELA.
Habiendo
sido legislador, conozco la presión que tienen las grandes empresas
farmacéuticas en la formulación de políticas públicas.
También
conozco los costos de responsabilidad que tienen que afrontar si algo sale mal.
La
FDA tiene que supervisar todo ello.
Pero
aquí está el punto: sé que la mayoría de los pacientes con ELA renunciarían
felices a cualquier reclamo con tal de que se le otorgue acceso a un
medicamento que pueda potencialmente curarlos.
Eso es lo que se
tiene que entender; nuestro mejor escenario hoy son un par de meses más.
Pareciera
no ser una casualidad que la pronunciación en inglés de “lab rats” sea casi
idéntica a “love rats”.
Estamos voluntariamente dispuestos a ser ratas de amor, amor hacia nosotros, obviamente, pero también por nuestra familia y amigos.
Vemos
la mirada en sus ojos y entendemos que la ELA los golpea a ellos igual de
fuerte que a nosotros.
Y
de amor también hacia otros pacientes presentes y futuros.
Estamos
listos para hacerlo por amor, ¿y ustedes?
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