Diseñábamos futuros inciertos, esperando que el presente no se equivocara.
Estábamos cansados de no pertenecernos, posponiendo lo impredecible por temor a las exactitudes.
Y así cuando resueltos al descuido, tomamos la decisión en desobedecernos, dejamos a las dudas convencidas, como a los miedos sin precisiones.
Fue un jueves exiliado de los calendarios, que nos hicimos instantes entre tantas eternidades.
Aquel día, le pusimos el cuerpo a la noche, y quedamos a la espera de que algún amanecer dubitativo, nos adoptara sin preguntas, pero con las ganas colmadas de respuestas.
Nadie sale ileso de una primavera...
Gabriel Velxio
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