En el inmenso tablero de la República se acomodan las piezas de un peculiar ajedrez.
Las piezas blancas conducidas por el Rey Patria junto a la Reina Paz, se preparan para la batalla…
Por Gervasio Pico della Mirándola para Nuevo Encuentro 08/04/08
Las Negras encabezadas por el régulo bizco de la corruptela, Don Korr, y su esposa la reina de la abundancia, hacen lo suyo del otro lado del tablero.
Se miran de reojo y se anuncia desigual batalla.
A las blancas sólo las mueve el ideal de una Patria grande y su único poder es el del trabajo honesto, ganador del pan con el sudor de todos los días.
Las otras tienen el dominio de la caja y el sometimiento de muchos que sólo aspiran a no perder el cada vez más disminuido poder que aún poseen.
Avanzan los peones, los de la libertad primero, los del servilismo después….
Abierto un tanto el campo de batalla comienzan las hostilidades… con grandeza unos, con chicanas los otros…
De repente el Alfil del agro cruzó raudamente la diagonal y desde la lejanía jaqueó a la Reina tentado por sus zapatos valor 4x4… que estaba cubriendo la dignidad perdida del Rey.
El Rey bizco cayó en pánico, ¿qué hacer se preguntó?
Ya que percibió al instante que el Alfil del agro estaba protegido por el Caballo de los cortes de ruta…
Es preferible perder la Reina… ya veremos que hacemos -reflexionó el Rey bizco- todavía me quedan las Torres Lía y Yano para protegerme, musitó al oído del viejo Caballo Aníbal, sin advertir que a lo lejos el Alfil vacuno -enemigo él- saboreaba el “bocatto di cardinali” que le ofrecía la Torre Lía en cuyas profundidades se amontonaban ingentes riquezas expoliadas de los bolsillos de los peones rebeldes…
La Torre Yano –refugio de incontables mafiosos de la prepotencia- estaba asediada por pertrechados peones enemigos que estaban hartos de su fingida pobreza, ansiosos por quedarse con sus ubérrimas propiedades acumuladas bajo la protección del matrimonio real…
El Caballo Envido (de las huestes negras) estaba perplejo, ya que siempre había salido bien parado de sus correrías recibiendo los sobres de las coimas de los que querían hacer negocios con la sangre del pueblo…….y corría a los saltos….buscando dónde refugiarse…..mientras lo perseguía el Caballo de la justicia independiente de los rebeldes.
El rey Korr entró en franca desesperación ya que sus Alfiles Tatiana –estaba tan paralizado que no sabía que decir a los corresponsales extranjeros- y el Albert que había perdido su habitual mirada lánguida- , miraban para encontrar un flanco abierto y así poner pies en polvorosa…
La Peona mayor Nilda trataba de armar la tropa de los peones del Rey Korr –léase diputados, senadores y gobernadores, representantes del mandamás- para enfrentar al enemigo, olvidando que demasiado ahítos de poder e impunidad apenas podían moverse y además creían todavía en la vigencia de la “gilada”, ya que demasiado seguros en sus poltronas no percibían que todos se habían “avivado”
Pero todo parecía inútil ya que los peones de la Patria, considerados enemigos de la impunidad, avanzaban sin prisa pero seguros en el frente de batalla, comandados por el Peón Mayor llamado “el ángel vengador” quien arengaba a los suyos recordando que los peones enemigos, debilitados, se habían quedado solos.
En efecto, abandonados por todos, ya que quedaron en evidencia que siempre preferían al mandamás antes que representar a los que los habían votado, veían la hora señalada de ser botados…
Mientras tanto, como la Peona mayor Nilda, siempre agarrada ella, nada podía hacer para acallar el pánico de su tropa peonística, dos de ellos, los hermanos Ross provenientes de la Invencible, vociferaban llamando a la cordura, sin advertir que las blancas Torres enemigas Bin y Reu estaban apoyando a los alfiles del agro y vacuno, dispuestas a dejar bien sentado que no se doblegaban ante el “apriete” enemigo y preparadas a diezmar a la peonada rival.
A la distancia, el Rey Patria observa como su letal enemigo el Rey Korr dejando de lado el atril de la prepotencia desde donde arengaba a sus mercenarias huestes, y olvidando a la Reina “de la abundancia“, a merced de los enemigos, se refugiaba en el palacio del enroque creyendo ilusoriamente que los pañuelos blancos mezclados entre los peones pudieran defenderlo.
Y comenzó a soñar en sus campos del Sur y en la vida regalada a la que estaba acostumbrado, junto a su Reina sin celulitis y a los dos delfines suyos, ejemplos por su seriedad para la juventud actual.
Recordó las promesas de la izquierda y de sus antiguos compañeros jóvenes idealistas, que sumaban setenta los más fieles….
La ausencia de todos ellos se hacía sentir duramente, y comenzó a pensar que se confió demasiado -porque pensaba-: al final todos son unos traidores, se entregan al mejor postor… tarde llega la ley que castiga a los que cambian de bando una vez elegidos…
Tarde verdad reconocida… pero así es la vida: los amigos del negocio huyen cuando este se esfuma y corren a buscar nuevos horizontes…
Miró el Rey Korr nuevamente con una mueca, -incrédulo de ver lo que estaba pasando-, a sus peones, todos huían en desbandada… mientras los peones enemigos avanzaban hasta el final del tablero político dispuestos a coronar una nueva Reina, nuevas Torres, Alfiles y Caballos…
El Rey autoritario intentó a través de su ministro de la injusticia forzar –estaba acostumbrado a ello- a los jueces de la Constitución para que ordenen el desalojo del tablero, a través de las fuerzas de la legalidad…
Pero Sus Usías tenían los celulares apagados… “inquietos” miraban hacia el bando blanco para ver con quien podrían arreglar, y dispuestos a condenar –a pesar de haber permitido antes su obrar impune- lo que aún quedaba de los despojos de las Torres Lía y Yano.
El estrépito de la lucha entre ambas huestes poco a poco comenzaba a aquietarse…
El Rey Patria y su esposa la Reina Paz, con la sonrisa dulce de los que han obrado el bien, manifestaban con su excelente conducción que el Golpe había sido un éxito
El Golpe lo habían dado la honestidad, el trabajo, el amor a la Patria y a su grandeza
El golpe lo había dado el pueblo que hastiado salió a la luz para manifestarse ruidosamente
El pueblo que no pudo ser comprado, que no perdió su dignidad, que se cansó de tanta corrupción y de ser gobernado por los otrora terroristas del setenta, había golpeado duramente desalojando del poder a los arribistas hambrientos por engordar sus miserias con los bienes comunes de todos los argentinos.
Y el Rey Patria y su Reina Paz pensaban en quién pudiera sucederles cuando las aguas se aquietaran.
Quizás un ángel del cielo llevado en andas por los honestos apareciera en el horizonte.
Y esto es posible porque como dijera mi antepasado: “Para que comprendamos, desde el momento que hemos nacido en la condición de ser lo que queramos, que nuestro deber es cuidar de todo esto: que no se diga de nosotros que, siendo en grado tan alto, no nos hemos dado cuenta de habernos vuelto semejantes a los brutos y a las estúpidas bestias de labor.
Discurso sobre la dignidad del hombre - Giovanni Pico della Mirandolla.
Para www.nuevoencuentro.com
Gervasio Pico della Mirandolla
Florencia, Abril 8 de 2008.
Las piezas blancas conducidas por el Rey Patria junto a la Reina Paz, se preparan para la batalla…
Por Gervasio Pico della Mirándola para Nuevo Encuentro 08/04/08
Las Negras encabezadas por el régulo bizco de la corruptela, Don Korr, y su esposa la reina de la abundancia, hacen lo suyo del otro lado del tablero.
Se miran de reojo y se anuncia desigual batalla.
A las blancas sólo las mueve el ideal de una Patria grande y su único poder es el del trabajo honesto, ganador del pan con el sudor de todos los días.
Las otras tienen el dominio de la caja y el sometimiento de muchos que sólo aspiran a no perder el cada vez más disminuido poder que aún poseen.
Avanzan los peones, los de la libertad primero, los del servilismo después….
Abierto un tanto el campo de batalla comienzan las hostilidades… con grandeza unos, con chicanas los otros…
De repente el Alfil del agro cruzó raudamente la diagonal y desde la lejanía jaqueó a la Reina tentado por sus zapatos valor 4x4… que estaba cubriendo la dignidad perdida del Rey.
El Rey bizco cayó en pánico, ¿qué hacer se preguntó?
Ya que percibió al instante que el Alfil del agro estaba protegido por el Caballo de los cortes de ruta…
Es preferible perder la Reina… ya veremos que hacemos -reflexionó el Rey bizco- todavía me quedan las Torres Lía y Yano para protegerme, musitó al oído del viejo Caballo Aníbal, sin advertir que a lo lejos el Alfil vacuno -enemigo él- saboreaba el “bocatto di cardinali” que le ofrecía la Torre Lía en cuyas profundidades se amontonaban ingentes riquezas expoliadas de los bolsillos de los peones rebeldes…
La Torre Yano –refugio de incontables mafiosos de la prepotencia- estaba asediada por pertrechados peones enemigos que estaban hartos de su fingida pobreza, ansiosos por quedarse con sus ubérrimas propiedades acumuladas bajo la protección del matrimonio real…
El Caballo Envido (de las huestes negras) estaba perplejo, ya que siempre había salido bien parado de sus correrías recibiendo los sobres de las coimas de los que querían hacer negocios con la sangre del pueblo…….y corría a los saltos….buscando dónde refugiarse…..mientras lo perseguía el Caballo de la justicia independiente de los rebeldes.
El rey Korr entró en franca desesperación ya que sus Alfiles Tatiana –estaba tan paralizado que no sabía que decir a los corresponsales extranjeros- y el Albert que había perdido su habitual mirada lánguida- , miraban para encontrar un flanco abierto y así poner pies en polvorosa…
La Peona mayor Nilda trataba de armar la tropa de los peones del Rey Korr –léase diputados, senadores y gobernadores, representantes del mandamás- para enfrentar al enemigo, olvidando que demasiado ahítos de poder e impunidad apenas podían moverse y además creían todavía en la vigencia de la “gilada”, ya que demasiado seguros en sus poltronas no percibían que todos se habían “avivado”
Pero todo parecía inútil ya que los peones de la Patria, considerados enemigos de la impunidad, avanzaban sin prisa pero seguros en el frente de batalla, comandados por el Peón Mayor llamado “el ángel vengador” quien arengaba a los suyos recordando que los peones enemigos, debilitados, se habían quedado solos.
En efecto, abandonados por todos, ya que quedaron en evidencia que siempre preferían al mandamás antes que representar a los que los habían votado, veían la hora señalada de ser botados…
Mientras tanto, como la Peona mayor Nilda, siempre agarrada ella, nada podía hacer para acallar el pánico de su tropa peonística, dos de ellos, los hermanos Ross provenientes de la Invencible, vociferaban llamando a la cordura, sin advertir que las blancas Torres enemigas Bin y Reu estaban apoyando a los alfiles del agro y vacuno, dispuestas a dejar bien sentado que no se doblegaban ante el “apriete” enemigo y preparadas a diezmar a la peonada rival.
A la distancia, el Rey Patria observa como su letal enemigo el Rey Korr dejando de lado el atril de la prepotencia desde donde arengaba a sus mercenarias huestes, y olvidando a la Reina “de la abundancia“, a merced de los enemigos, se refugiaba en el palacio del enroque creyendo ilusoriamente que los pañuelos blancos mezclados entre los peones pudieran defenderlo.
Y comenzó a soñar en sus campos del Sur y en la vida regalada a la que estaba acostumbrado, junto a su Reina sin celulitis y a los dos delfines suyos, ejemplos por su seriedad para la juventud actual.
Recordó las promesas de la izquierda y de sus antiguos compañeros jóvenes idealistas, que sumaban setenta los más fieles….
La ausencia de todos ellos se hacía sentir duramente, y comenzó a pensar que se confió demasiado -porque pensaba-: al final todos son unos traidores, se entregan al mejor postor… tarde llega la ley que castiga a los que cambian de bando una vez elegidos…
Tarde verdad reconocida… pero así es la vida: los amigos del negocio huyen cuando este se esfuma y corren a buscar nuevos horizontes…
Miró el Rey Korr nuevamente con una mueca, -incrédulo de ver lo que estaba pasando-, a sus peones, todos huían en desbandada… mientras los peones enemigos avanzaban hasta el final del tablero político dispuestos a coronar una nueva Reina, nuevas Torres, Alfiles y Caballos…
El Rey autoritario intentó a través de su ministro de la injusticia forzar –estaba acostumbrado a ello- a los jueces de la Constitución para que ordenen el desalojo del tablero, a través de las fuerzas de la legalidad…
Pero Sus Usías tenían los celulares apagados… “inquietos” miraban hacia el bando blanco para ver con quien podrían arreglar, y dispuestos a condenar –a pesar de haber permitido antes su obrar impune- lo que aún quedaba de los despojos de las Torres Lía y Yano.
El estrépito de la lucha entre ambas huestes poco a poco comenzaba a aquietarse…
El Rey Patria y su esposa la Reina Paz, con la sonrisa dulce de los que han obrado el bien, manifestaban con su excelente conducción que el Golpe había sido un éxito
El Golpe lo habían dado la honestidad, el trabajo, el amor a la Patria y a su grandeza
El golpe lo había dado el pueblo que hastiado salió a la luz para manifestarse ruidosamente
El pueblo que no pudo ser comprado, que no perdió su dignidad, que se cansó de tanta corrupción y de ser gobernado por los otrora terroristas del setenta, había golpeado duramente desalojando del poder a los arribistas hambrientos por engordar sus miserias con los bienes comunes de todos los argentinos.
Y el Rey Patria y su Reina Paz pensaban en quién pudiera sucederles cuando las aguas se aquietaran.
Quizás un ángel del cielo llevado en andas por los honestos apareciera en el horizonte.
Y esto es posible porque como dijera mi antepasado: “Para que comprendamos, desde el momento que hemos nacido en la condición de ser lo que queramos, que nuestro deber es cuidar de todo esto: que no se diga de nosotros que, siendo en grado tan alto, no nos hemos dado cuenta de habernos vuelto semejantes a los brutos y a las estúpidas bestias de labor.
Discurso sobre la dignidad del hombre - Giovanni Pico della Mirandolla.
Para www.nuevoencuentro.com
Gervasio Pico della Mirandolla
Florencia, Abril 8 de 2008.
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