Cuando veas amanecer no olvides que eres un mero espectador en un mundo que no te pertenece.
Y
alégrate.
Cuando
camines por la ciudad y sigas un camino u el otro, no olvides que ni el
equilibrio ni la capacidad de movilidad no te pertenecen.
Y
alégrate.
Cuando
la vida te presente desafíos, retos, pruebas y luchas, no olvides que desde los
Cielos quieren que crezcas y asciendas.
Y
alégrate.
Cuando
alguna enfermedad te aqueje o un dolor te oprima, no olvides que buscan
despertarte desde los Cielos, y comunicarte algún mensaje que no terminas de
entender.
Y
alégrate.
Y
cuando llegue el anochecer, y sientas que tus fuerzas flaquean y tu corazón ya
no palpita con la misma pujanza, no te olvides que la Vida es un préstamo
temporario, y que la inmortalidad es un invento cobarde de hombres cobardes.
Y
alégrate.
Porque
perder la alegría es un acto de ingratitud y desagradecimiento, de olvido y de
egoísmo del Hombre, ese invitado de honor a la fiesta de Vida.
Autor: Rabino Daniel Karpuj
Daniel
Ben Itzjak Reflexiones y Pensamientos de Toráh
No hay comentarios:
Publicar un comentario