"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 18 de julio de 2008

ARGENTINA - Los ataques a Cobos y un oficialismo destituyente, por Jorge Raventos

por Jorge Raventos



"Cobos, traidor / a vos te va a pasar / lo que le pasó a Vandor".

La frase amenazante, pintada en un frontispicio a cincuenta metros del Congreso durante la madrugada del jueves 17 de julio, es a la vez un eco resentido del rechazo senatorial a la Resolución 125 sobre retenciones móviles, y el reverbero tardío del estilo violento de los años 70.

En su libro Montoneros, Soldados de Perón, Richard Gillespie recuerda que en 1973 la sedicente izquierda peronista recitaba una letrilla similarmente siniestra referida al líder de la CGT, José Rucci, en vísperas de su asesinato, del que pronto se cumplirá un cuarto de siglo.

Apuntado contra el Vicepresidente Julio Cleto Cobos, el ominoso vaticinio revela la crispación y la agresividad que echó raíces en sectores oficialistas y afines durante los últimos cuatro meses, así como la decisión de convertirlo en culpable principal del revés sufrido por el Gobierno en el Congreso. Así como para un amplísimo sector de la opinión pública urbana y rural Cobos escaló posiciones hasta llegar al procerato merced a la independencia que se empeñó en preservar ante las presiones de la Casa Rosada, para el oficialismo se transformó en un Judas.

Si bien se mira, el Vicepresidente no ha sido ni más ni menos que un héroe accidental. Por distintos motivos, ni el Gobierno, ni la oposición, ni la Comisión de Enlace de las asociaciones agropecuarias suponían que el Senado se iba a encontrar en una situación tal que el ex Gobernador mendocino tuviera que usar el voto de desempate. El propio Cobos lo consideraba improbable.

El oficialismo confiaba en su capacidad de, digamos, seducción (la que usó, por ejemplo, para agenciarse la adhesión del catamarqueño Ramón Saadi o la riojana Ada Maza) y presión -zanahoria y palo- e imaginaba un triunfo por entre dos y siete votos. La oposición y el campo, a la inversa, temían que esos mecanismos clásicos del kirchnerismo volvieran a infligirles una derrota, aunque había evidencias esta vez de que el matrimonio presidencial había perdido pie en el peronismo, con lo que podía desgranarse lo que fuera un cómodo control de la Cámara alta. Por su parte, el Vicepresidente, que había exhibido autonomía a partir del evidentemente recalentamiento del conflicto con el campo, rezaba para que las circunstancias le evitaran el papel de árbitro.

Pero el imponente acto del campo en Palermo, el martes 15 ( en particular el hecho de que triplicara en concurrencia a la reunión en la que Néstor Kirchner exprimió hasta el fondo la capacidad de movilización de gremios adictos e intendentes del conurbano) activó el prodigio: varios senadores vacilantes comprendieron que se encontraban ante el fin de una etapa, que en adelante el kirchnerismo perdía capacidad para proporcionar premios o castigos como lo hiciera durante sus años de dominio; y que, en cambio, el futuro político marcará una influencia creciente de la opinión pública, del campo y de las fuerzas de la disidencia. Así, se gatilló el empate y los hados llevaron al dramático estrellato al Vicepresidente. Un rol que él cumplió con prestancia y coraje.

El Gobierno, acostumbrado durante años a imponerse sobre sectores previamente frágiles ante la opinión pública o dependientes de los favores y los subsidios del poder central, encontró la horma de su zapato cuando se enfrentó con el sector que financia esos subsidios. Y aunque tuvo varias oportunidades para rectificar el error, se dejó llevar por su naturaleza confrontativa y en cada momento duplicó la apuesta, incrementó la crispación y la demonización de aquellos con quienes discutía. Vió amenazas de golpismo donde, como confesó el jefe del bloque oficialista de senadores, sólo había "defensa de intereses", es decir, algo sobre lo que es posible negociar y llegar acuerdos; algo sobre lo que resulta desmedido iniciar una guerra.

Asesorado por intelectuales trasnochados, funcionarios del mandarinato oficial, Néstor Kirchner denunció una atmósfera "destituyente" y terminó convirtiéndose él mismo en el principal factor de vulnerabilidad del gobierno de su esposa: como la kryptonita para Superman.

El saldo es negativo para la Presidente Cristina de Kirchner. En el mejor de los casos, ahora se encuentra, como en el Juego de la Oca, en la situación de regresar el inicio, hacer lo que las organizaciones agrarias le pidieron cuatro meses atrás. Es decir, suspender la Resolución 125 y convocar a una negociación seria sobre un plan estratégico para el desarrollo del campo, tal vez a través del Comité Federal ampliado de asuntos agropecuarios, en el que participan los gobiernos provinciales y las entidades.

En el peor de los casos, en cambio, el Gobierno puede sentirse tentado de seguir actuando por los mismos reflejos confrontativos que lo pusieron en esta situación, y redoblar la apuesta, sosteniendo, por ejemplo, la vigencia de las retenciones móviles contra viento y marea. En tal caso, el oficialismo volverá a atentar contra sí mismo y contra la gobernabilidad.

El silencio después de la derrota en el Senado es un signo de desconcierto.

Ojalá sea el prólogo de la reflexión y no el de una renovada crispación.

Entretanto, a ver si alguien hace borrar aquellas amenazas murales contra el Vicepresidente.

Cobos no es un traidor.

Es un héroe accidental.

No hay comentarios: