Frecuentemente en diversos artículos y notas que circulan en los medios se habla del desequilibrio mental que sufre el presidente Kirchner.
Por Dr. Alfredo Weinstabl
NuevoEncuentro 10/07/08
Frecuentemente en diversos artículos y notas que circulan en los medios se habla del desequilibrio mental que sufre el presidente Kirchner.
No escapa a la comprensión de nadie, el grave riesgo que significa tener una persona descontrolada y sin la cordura necesaria conduciendo un país. Un país que afronta por otra parte, gravísimos problemas inmediatos y potenciales generados por decisiones y medidas erróneas, corruptas o equivocadas en los cinco años de su gobierno.
Pocas veces en nuestra historia un gobernante generó tanto rechazo y odio como este extraño personaje.
No hay sector del quehacer nacional con el cual no haya confrontado, utilizando métodos totalmente reñidos con una convivencia medianamente aceptable en una sociedad civilizada. Su procedimiento en la solución de controversias o conflictos siempre consistió en agravios, vejaciones públicas, humillaciones, descalificaciones, injurias y amenazas.
Todo lo contrario de lo que indica el sentido común. Equilibro, mesura, tolerancia, persuasión, diálogo, consenso. Descomprimir el conflicto, ponerle paños fríos, calmar los ánimos, buscar coincidencias, evitar la escalada y sobre todo, alejar a toda costa la posibilidad de violencia.
Y este punto es el que queremos remarcar especialmente.
Kirchner está sosteniendo y alimentando personalmente la violencia. Desde la violencia verbal, presente en todos sus discursos, hasta la creación de situaciones que ponen a los argentinos en posturas límites en el cual la separación de la paz y de la violencia depende de un delgado hilo que puede ser roto o romperse con extrema facilidad.
Como un simple ejemplo la instalación de las enormes carpas frente el Congreso Nacional y los actos, concentraciones y movilizaciones con claros fines confrontativos con aquellos que no coinciden con su postura política.
Pero en el discurso pronunciado durante un acto en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), el presidente fue demasiado lejos, cruzando largamente la línea de la prudencia que debe mantener cualquier dirigente del nivel que sea.
En ese discurso insistió en que “...los ruralistas intentaron un golpe de Estado, quisieron echar a Cristina de la Casa Rosada...” “... por lo que les pido a nuestra gente que no se queden quietos...”, “son “golpistas”, “... a Cristina no le van a doblar las rodillas” y particularmente esta frase de extrema y peligrosa incitación a la violencia popular: “Pido a nuestra gente que salga a la calle para defender a la Presidenta.”
Esta última frase en particular, constituye indudablemente una irresponsable y criminal incitación a la violencia popular, absolutamente intolerable en un dirigente, más aun cuando el que la pronuncia fue, o es el que dirige los destinos de nuestra Patria y su futuro.
No pueden quedar dudas que la paranoia (ref.1)que sufre Kirchner constituye una gravísima patología mental y psíquica que lo inhabilita totalmente para cualquier cargo público.
Indudablemente Kirchner no está en su sano juicio y en consecuencia sus actos son incongruentes, peligrosos e irracionales.
No obstante otra frase pronunciada en el discurso de referencia llama poderosamente la atención: “¿Con qué vamos a pagar las obligaciones externas los argentinos, si el Gobierno suspende la resolución 125 cómo exigen el agro y la oposición.”
Aparece por primera vez la urgente necesidad de fondos para afrontar los gastos del Estado. Es una teoría que ya habían esbozado varios analistas políticos.
¿No será que efectivamente nuestra economía anda tan mal que Kirchner busca un autogolpe para sustraerse a las consecuencias de lo que de otra manera debería afrontar? ¿O está ocultando algún acto de corrupción mayúsculo como también sostuvieron algunos medios?
Nada es creíble en la gestión de los Kirchner. Nada es transparente. Todo es posible en este feudo personal.
Su patología puede llevar a la Argentina a una situación inédita en nuestro país e inclusive en el mundo.
Solo roguemos que nos percatemos a tiempo de la gravedad de la situación y se evite la confrontación violenta de argentinos contra argentinos a la cual este demente nos está llevando cada vez más rápidamente.
Por Dr. Alfredo Weinstabl
NuevoEncuentro 10/07/08
Frecuentemente en diversos artículos y notas que circulan en los medios se habla del desequilibrio mental que sufre el presidente Kirchner.
No escapa a la comprensión de nadie, el grave riesgo que significa tener una persona descontrolada y sin la cordura necesaria conduciendo un país. Un país que afronta por otra parte, gravísimos problemas inmediatos y potenciales generados por decisiones y medidas erróneas, corruptas o equivocadas en los cinco años de su gobierno.
Pocas veces en nuestra historia un gobernante generó tanto rechazo y odio como este extraño personaje.
No hay sector del quehacer nacional con el cual no haya confrontado, utilizando métodos totalmente reñidos con una convivencia medianamente aceptable en una sociedad civilizada. Su procedimiento en la solución de controversias o conflictos siempre consistió en agravios, vejaciones públicas, humillaciones, descalificaciones, injurias y amenazas.
Todo lo contrario de lo que indica el sentido común. Equilibro, mesura, tolerancia, persuasión, diálogo, consenso. Descomprimir el conflicto, ponerle paños fríos, calmar los ánimos, buscar coincidencias, evitar la escalada y sobre todo, alejar a toda costa la posibilidad de violencia.
Y este punto es el que queremos remarcar especialmente.
Kirchner está sosteniendo y alimentando personalmente la violencia. Desde la violencia verbal, presente en todos sus discursos, hasta la creación de situaciones que ponen a los argentinos en posturas límites en el cual la separación de la paz y de la violencia depende de un delgado hilo que puede ser roto o romperse con extrema facilidad.
Como un simple ejemplo la instalación de las enormes carpas frente el Congreso Nacional y los actos, concentraciones y movilizaciones con claros fines confrontativos con aquellos que no coinciden con su postura política.
Pero en el discurso pronunciado durante un acto en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), el presidente fue demasiado lejos, cruzando largamente la línea de la prudencia que debe mantener cualquier dirigente del nivel que sea.
En ese discurso insistió en que “...los ruralistas intentaron un golpe de Estado, quisieron echar a Cristina de la Casa Rosada...” “... por lo que les pido a nuestra gente que no se queden quietos...”, “son “golpistas”, “... a Cristina no le van a doblar las rodillas” y particularmente esta frase de extrema y peligrosa incitación a la violencia popular: “Pido a nuestra gente que salga a la calle para defender a la Presidenta.”
Esta última frase en particular, constituye indudablemente una irresponsable y criminal incitación a la violencia popular, absolutamente intolerable en un dirigente, más aun cuando el que la pronuncia fue, o es el que dirige los destinos de nuestra Patria y su futuro.
No pueden quedar dudas que la paranoia (ref.1)que sufre Kirchner constituye una gravísima patología mental y psíquica que lo inhabilita totalmente para cualquier cargo público.
Indudablemente Kirchner no está en su sano juicio y en consecuencia sus actos son incongruentes, peligrosos e irracionales.
No obstante otra frase pronunciada en el discurso de referencia llama poderosamente la atención: “¿Con qué vamos a pagar las obligaciones externas los argentinos, si el Gobierno suspende la resolución 125 cómo exigen el agro y la oposición.”
Aparece por primera vez la urgente necesidad de fondos para afrontar los gastos del Estado. Es una teoría que ya habían esbozado varios analistas políticos.
¿No será que efectivamente nuestra economía anda tan mal que Kirchner busca un autogolpe para sustraerse a las consecuencias de lo que de otra manera debería afrontar? ¿O está ocultando algún acto de corrupción mayúsculo como también sostuvieron algunos medios?
Nada es creíble en la gestión de los Kirchner. Nada es transparente. Todo es posible en este feudo personal.
Su patología puede llevar a la Argentina a una situación inédita en nuestro país e inclusive en el mundo.
Solo roguemos que nos percatemos a tiempo de la gravedad de la situación y se evite la confrontación violenta de argentinos contra argentinos a la cual este demente nos está llevando cada vez más rápidamente.
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