"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 3 de diciembre de 2008

CIVILIDAD...

Simón Alberto Consalvi

El autor destaca el ejercicio de civilidad dado por McCain y Obama, antes y después de las elecciones, lo que permitirá a Estados Unidos afrontar los retos del futuro con mayores garantías.


No fueron pocas las buenas lecciones que recibimos los observadores de todo el mundo del proceso para elegir al presidente de Estados Unidos. Pensé que, por muy diversas razones, lo conveniente para el país de Jefferson, Madison, Roosevelt, Kennedy, Clinton, era Barack Obama.

Así lo escribí en estas páginas. Era, en una palabra, la piedra de toque, el gran test de la democracia y del "sueño americano". Obama venía de muy abajo, hijo de un negro de Kenia, pero al mismo tiempo educado por su propio esfuerzo en las mejores universidades de Estados Unidos. Debutó con un discurso brillante en la Convención Demócrata de 2004, fue elegido al Senado poco después, y ahí está ahora a las puertas de la Casa Blanca.

Su contendor, el senador John McCain, prisionero de guerra, estaba respaldado por un récord de servicios a su país como pocos pueden tenerlo. A pesar de ser republicano, discrepó frecuentemente de las políticas del presidente George W. Bush. No obstante, le resultó imposible desembarazarse del legado sombrío que lo abrumó como candidato.

De las mejores lecciones grabadas en mi espíritu a lo largo de esta campaña presidencial, confesaré que la más indeleble será el discurso del senador McCain a los minutos de proclamada la victoria del contendor. Un discurso de altura, sensible, que dio la talla de nobleza humana y política del senador.

John McCain habló así: "esta noche, como ninguna otra noche, no tengo en mi corazón sino amor por mi país, y por todos sus ciudadanos, hayan votado por mí o por el senador Obama. Le deseo toda ventura al hombre que fue mi oponente y quien de ahora en adelante será mi presidente".

No hay por qué extrañarse, dado el talante de ambos, de que en un periodo de crisis en que la suerte de Estados Unidos requiere de la inteligencia de sus mejores líderes, Barack Obama y John McCain hayan decidido trabajar juntos en cuestiones vitales del país. Un pequeño gesto de civilidad política que tendrá enormes implicaciones en los arduos tiempos por venir.

La profundidad de la crisis financiera, las perspectivas de una recesión que el economista Joseph Stiglitz considera que puede ser peor que la del Gran Crash de 1929, le habrían servido a John McCain de consuelo para su derrota, habría podido optar por irse a sus querencias de Arizona a apostar por el fracaso del vencedor, y consumirse en sus propios reconcomios, o escribir sus memorias de autocomplacencia celebrando los contratiempos de su país y señalando, como todos los resentidos, "lo advertí y no me hicieron caso, y prefirieron votar por Obama".

Con todo lo arduo que puedan ser los problemas de la economía, los asuntos de seguridad no son menos desafiantes. En la declaración conjunta de Chicago del lunes 17, el presidente electo y el senador de Arizona coincidieron en que "los norteamericanos de todos los partidos desean y necesitan la concertación de sus líderes, cambiando los malos hábitos de Washington de modo de poder resolver los desafíos comunes y urgentes de nuestro tiempo".

Allí se lee: "nosotros esperamos trabajar juntos en los próximos días y meses en desafíos tan críticos como el de resolver nuestra crisis financiera, crear una nueva economía energética y proteger la seguridad de nuestra nación".

Los "malos hábitos" de Washington no son otros que los duelos partidistas, las guerras subterráneas o las controversias (el "filibusterismo") en el Congreso que paralizan las reformas del sistema. Comprender esto es vital en un momento que demanda decisiones audaces, como las de Roosevelt en los años treinta.

Barack Obama requerirá postular una estrategia internacional que rectifique la de George W. Bush, del "ataque preventivo" que demostró ser contraproducente y terminó aislando a Washington. Una estrategia que restaure la confiablidad de la gran potencia, y que deberá reconocer poderes como Rusia y China, y los antiguos aliados de la Unión Europea.

Entre las conjeturas que se formulan sobre la política de Obama con América Latina, los expertos señalan que privilegiará las relaciones con Brasil y México, países que además de mantener una relación positiva con Washington tienen peso específico en la economía y pueden ser claves en negociaciones mundiales, y Colombia, sin duda; Chile, Perú y Uruguay. Para Venezuela, obviamente, serán críticas las decisiones que adopte Estados Unidos sobre políticas energéticas.

En otras circunstancias, podría pensarse que no seríamos excluidos de programas que afectarán nuestros intereses vitales. El tiempo despejará las incógnitas de lo que (por ahora) parece improbable.

En suma, Barack Obama y John McCain, al acordar la concertación política, demuestran comprender la profundidad de la crisis estadounidense y mundial, y la prioridad de la acción conjunta. Quedan atrás las políticas de apuestas por el fracaso del adversario. Un gesto de civilidad que nuestra barbarie no podrá entender.

Fuente: Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la libertad (CEDICE)

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